“La ‘culpa’ de este proyecto la tuvo una nana triste que escribí hace 16 años” nos explica al pedirle detalles del origen de este disco. Por aquellos entonces se encontraban en la amargura de no haber sido aun madre y compuso ese canto al hijo que no existe. La partitura se la dedicó a una jovencísima cantante Mariola Cantarero, cuya generosidad puso aquella música en el aire. “Gracias a esa música se inició una cadena de obras pues siempre he compuesto otra obra a quien ha interpretado alguna mía, Mariola hizo la nana, por lo que le estaré eternamente agradecida. De ahí surgió un tríptico de canciones que hizo otra persona y así como una cadena de favores musicales”. En cuanto a los pianistas que intervienen junto a ella aclaran que han sido alumnos suyos aunque ya cuentan con trayectorias personales independientes y que “siempre he contado con ellos porque ellos siempre han contado conmigo”.
Maríadel como le llaman familiarmente sus amigos informa que con anterioridad había grabado otra obra de encargo sobre el paso del tiempo a la que le debo precisamente el nacimiento de su hijo Pedro, ya que en el proceso de grabación de aquel disco conoció al padre de su hijo, al que considera “mejor obra, sin duda alguna”. Al hablar de los artistas que han colaborado en su segundo trabajo se deshace en elogios los califica de “excepcionales por su enorme profesionalidad” al tiempo que agradece su total implicación, pues por ejemplo, Mercedes Enciso vino desde Munich donde está residiendo. También a la pintora, dibujante y excelente tatuadora Aída Ortiz por el trabajo de diseño y maquetación. “Hemos querido hacer un disco de formato muy original, por lo que hemos querido que todo esté muy cuidado. Me gustaría se convirtiese en obsequio navideño”, añade al tiempo que aclara su predilección por los “textos que se puedan comprender y las melodía que se pueda recordar”.
También reconoce la labor de Ernesto Cabello, “un mago del sonido y de la vida”, cuyo estudio conoció a través de Antonio Caballero y que califica como “un estudio increíble” por lo que no entiende cómo la gente se va a Madrid y Barcelona cuando se cuenta con estas magníficas instalaciones y un piano maravilloso. Así pues la compositora y pianista presume y con razón de que el trabajo que se presenta el martes es un producto netamente granadino. El musicólogo Carlos Pérez Martínez de Tejada al tiempo que felicita porque este trabajo haya salido a la luz aclara que “el lenguaje artístico de María del Mar Ortiz, no surge por oposición a la tradición, sino de una profunda admiración por la música de otros compositores como Eric Satie o Robert Schumann, y de un estudio sistemático del lenguaje musical”.
Fieles a su tierra
Respecto al título del disco señala que se llama “Canciones del aire” porque no lo podemos tocar pero está ahí y que con él pretende rendir “una especie de homenaje a todo lo que no se ha conseguido, pero de alguna manera flota en nuestra estratosfera privada, es decir quiero esto a través de la música, a través del aire. He querido hacer cosas con personas que han crecido conmigo musicalmente y que han sido fieles a su tierra”, indica al tiempo que resalta la excepcionalidad de que se haya grabado el disco de una compositora contemporánea en clásico, que a la vez sea la autora de la letra y música.
En junio pasado celebraba sus 25 años de dedicación a la enseñanza de la música (en la actualidad trabaja en el Conservatorio Ángel Barrios) por cuya labor siente igualmente una profunda vocación, “enseñar a alguien el proceso para tocar un instrumento me parece bellísimo”. También nos recuerda su infancia en su casa del Realejo y la influencia de su padre cuya afición por la música especialmente la opera influyó en su decisión para dedicarse a este arte. Luego vendría “mucho trabajo y sacrificio” para aprender a tocar el piano y concluir su carrera en Madrid. Para terminar quiere así mismo hacerlo con un agradecimiento muy especial a los doctores Pedro Hernández y Manuel Zavala porque “en enero de 2011 devolvieron la vida a mi mano izquierda. Debido a una enfermedad degenerativa pensé que nunca más podría llegar a tocar”.
Prólogo Canciones del Aire Mª del Mar Ortiz La culpa fue de una nana. Venían a visitarme los días, las noches…y me encontraban en la amargura de no haber sido aun madre. Ese vacío provocó la escritura de una nana triste; un canto al hijo que no existe. Y dediqué la partitura a Mariola Cantarero, una jovencísima cantante que ya se había infiltrado por la piel de mi alma. Su generosidad puso aquella música en el aire. Y otras voces quisieron ser madres de sus compases tristes. Establecí entonces una manera de agradecimiento: cada persona que me hiciera sonar, tendría su propia obra dedicada. Y esta cadena que solo ata de forma amable, provocó el nacimiento de todas las demás canciones. Un viento loco, me trae siempre recuerdos de las eternas tardes de música en mi casa del Realejo, los poemas, el té de mil flores…Cuántos invernaderos de nostalgia. Más tarde, pude comprar mi piano de cola (se llama Bruno) y en un intento de hacer la vida más leve, de crear la magia provocada, inventé en casa una fiesta para bautizarlo…Y cada siete de abril, se celebraba su cumpleaños en tardes de música y miradas cómplices de aquellas pequeñas locuras. Seguían surgiendo compases…llegaron mis primeras publicaciones y, en mi compromiso de regalos musicales, seguí escribiendo. La voz…la voz siempre me llamaba. Algunos cantantes querían interpretar obras contemporáneas que no fueran alaridos, onomatopeyas o torturas para el aparato fonador. Y en mi música reconocían escenas de sus vidas, textos con argumentos que podrían ser ventanas de sus sentimientos. Que nadie se ofenda, pero mis obras, en definitiva, se podían cantar. Y de eso se trataba. La primera vez que el eco de la antesala de un teatro me devolvió una melodía silbada que yo había escrito, comprendí que era posible: mis compases habitaban la memoria de alguien. Canciones del Aire es un homenaje a todas las voces que han resucitado mi diminuto ego, que me han hecho comprender que puedo existir en un registro fonográfico sin pedir perdón por ello. Estas obras son vida: amor, odio, ingenuidad, desengaños, soledad… están llenas de vértices y esquinas de un tiempo ya pasado, pero que siempre aparece en mis noches de insomnio. Yo estaba escondida entre los pliegues del alma que habían provocado mi timidez, mi desencanto por no ser comprendida al escribir obras tonales, cantables… Y por fin, abandoné la cueva de esta auto-condena a la desolación. (Gracias, Manolo). Las otras músicas se gestaron de la misma forma: los nocturnos, Horas Op.39 (obra de culto a la que debo el nacimiento de mi hijo –esta es otra bellísima historia-), y otras piezas musicales que han subrayado las moradas que habitaron mis sentimientos. El aire… el sitio donde viven nuestros deseos, nuestras preocupaciones, el contenido de los cajones (tan desordenados a veces) del alma…El aire que mueve y mece el sonido, que lleva mis compases de viaje, que me trae las voces que tanto echo de menos…Por eso, el nombre de este disco. Un pequeño homenaje al medio que nos permite respirar, vivir. Simplemente, seguir estando aquí.
Mª del Mar Ortiz. |
María del Mar Ortíz El lenguaje artístico de María del Mar Ortiz, no surge por oposición a la tradición, sino de una profunda admiración por la música de otros compositores comoEric Satie o Robert Schumann, y de unestudio sistemático del lenguaje musical -un viaje conmuchas idas y vueltas debido a su trabajo de profesora de piano, su perfeccionismo como intérprete y los problemas técnicos de sus propios alumnos- logrando la máxima expresión con el menor artificio. Para ello, hace uso de instrumentos tan tradicionales como el piano, el violoncello o la voz, texturas homofónicas sencillas y una armonía alejada de normas estrictas y prohibiciones. Tiene una enorme capacidad para crear imágenes de gran belleza con la misma facilidad que se acerca a lo dramático. Existe esa polaridad tanto en su música como en su poesía. Con qué poder visual define la soledad y el abandono con unas simples palabras: «Gracias a que En esta grabación, todos los pianistas son algunos de los protagonistas alumnos de las obras, y, ha sido así, por expreso deseo de la compositora. Como toda su creación, es un acto de generosidad absoluta. Carlos Pérez Martínez de Tejada |
MARÍA DEL MAR ORTIZ — Canciones del Aire Contenido del CD: 1. Nana Op. 28. |
INTÉRPRETES: Sopranos: Leticia Rodríguez, Inmaculada Águila, Carmen García Segura. Colaboración especial: MARIOLA CANTARERO.
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Reportaje gráfico: FERNANDO RUIZ
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