Le conocimos el pasado 23 de noviembre con motivo de la inauguración del monumento dedicado a la comisión prosegregación de Cuevas del Campo. Nos llamó la atención su trabajo, un inmenso libro de casi 300 kilogramos de peso y de 180 cm de alto x 220 ancho y 0.20 grosor, y el lugar donde le fue dando forma. Por eso quedamos en visitarle a la primera oportunidad y así ha sido para lo que dejó el trabajo que en estos momentos está realizando en Benidorm este artista que apenas finalizada su etapa escolar tuvo que emigrar a estas tierras alicantinas, al igual que sus ocho hermanos, en busca de un futuro mejor.
Por esa época recuerda que sus dos sueños eran convertirse en cocinero y artista. Aspiraciones que ha convertido en realidad, pues durante un tiempo fue cocinero en Benidorm e Ibiza y en la actualidad está materializando el segundo. Además, en una ocasión le dijeron que el catetismo se cura viajando y desde entonces, nos confiesa, “he procurado viajar mucho”. También que le encanta la historia por lo que en los lugares que ha visitado repartidos por Europa, Asia y África, se ha interesado por impregnarse de su cultura, visitando sus sitios históricos pues es “donde mejor te puedes empapar de la historia”.
Las vacaciones forzadas de la hostelería por aquello de turismo estacional le obligaron en las épocas de poco trabajo a trabajar también en la construcción momento en el que se inicia su trabajo más creativo a partir de la simple observación y como escape a una vida monótona. Así llegaría la puesta en marcha de una pequeña empresa de construcción y las primeras obras decorativas generalmente y nunca mejor dicho por amor al arte. El amor por su tierra y los recuerdos de su infancia le hacen plantearse la recuperación de la cueva de su familia totalmente en ruinas que, aprovechando los periodos vacacionales de los últimos 12 años ha convertido en un auténtico museo de arte al ir transformado en elementos funcionales los más variopintos objetos (trillos, arados, ruedas de carro, caballitos de feria,… ) que en la actualidad también han cobrado un valor artístico junto a los que ha indo construyendo con materiales como arcilla, madera, piedra, metal “y cualquier cosa que se pueda convertir en obra de arte”.
Grupo escultórico
Su capacidad creativa se puede observar, -y por lo tanto se ha convertido en un atractivo más de esta población granadina-, desde la propia rotonda de acceso. Un grupo escultórico compuesto por un campesino y su burro sobre un puente, dedicado a su padre como puede leerse en la azada auténtica de su progenitor, ocupan la rotonda de la avenida Andalucía, junto al colegio. Y más adelante, junto a una de las impresionantes ramblas que dividen esta población, llama poderosamente la atención la fachada en niveles de lo que ha convertido en su refugio y taller. En su interior, dependencias bellamente decoradas, algunas secretas, y en la que los objetos han cobrado nueva vida y en la que abundan innumerables detalles.
Además del mencionado grupo escultórico de Bácor y el monumento-libro de Cuevas del Campo, Rafa Moya nos cuenta que tiene otra obra en un restaurante madrileño consistente en un pez de tres metros de largo por uno de ancho y 20 centímetros de profundidad, y que precisamente en la actualidad prepara una exposición en Madrid y otra en Suiza para darse a conocer a nivel nacional e internacional así como otro par de proyectos en Cuevas del Campo y otros municipios de la zona. Así es artista que quiere tener su propio estilo y que busca un “arte único y puro”.
GALERÍA DE IMÁGENES
Rafa Moya, su vivienda-cueva de Bácor Olivar y primeras obras. (Se recomienda encender los altavoces, dar al play y poner en pantalla completa).