En todos los obituarios se destacó entonces, muy acertadamente, su elegancia interior y su magisterio en el periodismo cultural, pero se obvió este dato que era crucial en su vida. Muchos seguimos pensando que lo había leído todo y que conocía a todo el mundo. Y coincidimos en que jamás presumió de ello.
Formé parte de su equipo televisivo de “Al Sur” durante varios años desde su creación en Granada en 1995. Allí me regaló su sabiduría y su humanidad, me dio libertad creativa, apoyó mi trabajo y me ofreció la oportunidad única de conocer en persona a Vargas Llosa, José Luis Sampedro, Caballero Bonald. Me enseñó la importancia del buen criterio, la experiencia y el respeto profesional en el periodismo. Y en la vida. Después conocí a otros compañeros y entendí lo grande que había sido.
«Quería un programa que recogiera la realidad cultural en Andalucía, no la realidad cultural de Andalucía. No le miro el carné de identidad a un creador cuando le voy a entrevistar», evocaba José María en el diario El País, donde había ejercido la crítica literaria durante los años 70. Y así, poco a poco, aguantando los continuos desprecios por parte de la dirección de la cadena y sorteando las dificultades presupuestarias, logró modelar un programa de autor, que miraba las múltiples vertientes de la cultura. Una cultura universal. Con una curiosidad incansable.
«Al Sur» era un trabajo muy agradecido. Un oasis cultural en mitad de una parrilla mediocre. Un formato digno del que ya apenas quedan rastros en la televisión española. Bernáldez creó el programa y lo dirigió durante más de trece años, hasta el 4 de mayo de 2008, cuando un infarto lo abatió a medianoche regresando de la Feria del Libro de Sevilla. Había presentado la novela de un joven autor granadino, José María Pérez Zúñiga, cuyo nombre quedó asociado para siempre a la terrible noticia.
Decía que la vida muestra, casi siempre, su ironía. La ironía de aquel lunes, hace ya más de un lustro, fue encontrar junto a la victoria del Real Madrid la esquela de José María en todos los periódicos. Como es normal, tras su muerte, «Al Sur» fue decayendo año tras año, hasta desaparecer de la parrilla andaluza en septiembre de 2012. Fue pocos días antes de que Canal Sur 2 cerrase su programación. La segunda cadena autonómica había iniciado sus emisiones en Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1998, conmemorando el centenario del nacimiento de Lorca. Y durante sus 14 años de vida estuvo orientada hacia la programación cultural y juvenil, con formatos divulgativos como: El público lee, Tesis, Con el cine en los talones.
El entonces director general de la RTVA, Pablo Carrasco, sorprendió con el anuncio del cierre durante una comparecencia parlamentaria y justificó su decisión en la necesidad de reducir los gastos en 20 millones de euros. Seis meses después, también por sorpresa, Carrasco dimitió «para abordar nuevos proyectos profesionales» y muy pronto comenzó a producir con su propia empresa el programa «Entre todos» (TVE). Que además de recibir numerosas críticas, se asemeja demasiado a un formato de Canal Sur. Debilidades de la condición humana.
Desde octubre de 2012 Canal Sur 2 repite la misma señal de la primera cadena, pero con subtítulos, lengua de signos y audiodescripción. Y los espectadores andaluces solo pueden ver ahora noticias regionales y un surtido de curiosos magacines: donde los mayores buscan pareja, los adultos piden auxilio económico, los jóvenes intentan triunfar en la copla y los niños se inician en el mundo del espectáculo. También uno donde personas con sobrepeso luchan contra su enfermedad. Esta es la columna vertebral de la programación. No es broma.
¿Y donde queda la cultura? Aquí acaba la ironía y comienza la cruel paradoja. Desde hace unos meses, la televisión andaluza exhibe a diario el slogan: «Canal sur crea, vive, siente, con la Cultura», un rótulo llamativo superpuesto a las breves imágenes de conciertos, libros o películas que sirven para cerrar amablemente los informativos. Pero la realidad es bien distinta: la cultura ha desaparecido prácticamente de Canal Sur, como de otras televisiones, y no hay señales de que vuelva jamás.
En la televisión andaluza no existen ya programas dedicados al cine, el teatro, la música, las artes plásticas o la literatura. Solo queda un espacio marginal que se emite de madrugada. ¿Lo conocen?. Ahora que la caída de audiencia y de ingresos publicitarios han comenzado a cuestionar la viabilidad de las televisiones autonómicas, solo la cultura, el servicio público y una información veraz justificarán la existencia de estas empresas públicas. La vida muestra, casi siempre, su ironía y mi amigo Bernáldez debe estar sonriendo en algún lugar, mientras pasa las páginas de nuevos libros y disfruta con el juego de su equipo de toda la vida.
Julio Grosso Mesa
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