“Los poemas de este libro fueron creciendo poco a poco como si de un tapiz de lo más expresivo y colorista se tratase. Jugaba con las palabras, con los conceptos y con los sentimientos, pero teniendo siempre en cuenta que no solo quería escribir bien sino hacerlo desde el generalismo” explica la poeta granadina tras lo que aclara que “generalismo, entendido no como el conjunto de generalidades sino como el modo de encontrar explicaciones recíprocas entre las diversas ramas del saber. Mi poesía, por tanto, se encuentra en esta línea generalista porque intento conjuntar lo que hay que sintetizar en algún momento, y entre criterios y dinámicas me planteo temas tan candentes como: la parte y el todo; el individuo y la sociedad; lo temporal y lo sucesivo; lo opinable y lo demostrable; y especialmente, el conflicto entre el poder que da salidas y el ser humano que busca autosoluciones”. Esta primera parte se subdivide en dos, ‘De trayectoria ascendente’ compuesta por una decena de poemas y ‘De diálogo inmanente’ con otros cinco poemas.
Del segundo bloque, “Los nexos del alma”, nos explica que se trata del primer libro que escribe en prosa poética. “El poemario en sí no es nuevo, existe otra versión en verso libre. Ha sido una experiencia extraordinaria y me siento satisfecha con el trabajo realizado”, señala. Consta de cinco partes: De estética, De melodía, De naturaleza, Los besos y La sustancia en la palabra. Las tres primeras partes tienen en común las relaciones sinestésicas que se establecen entre el alma y el espíritu al observar una pintura, escuchar una pieza musical o contemplar un paisaje. ‘Los besos’ es el título de unos versos de “aire y fuego” cuyo diálogo interior se basa en el amor y están asistidos de una llamada maduradora. La sustancia en la palabra está inspirada en el libro de George Steiner, ‘Presencias reales’, (Destino, 1989), en el que critica el desconstructivismo académico y racionalizado y defiende la ética y el valor
trascendente de lo creativo.
Opiniones
De la obra poética de Carmina se han dicho muchas cosas buenas. Así, por ejemplo, Pedro San Ginés destaca que “al leer a Carmina Moreno, se siente uno como en unas nubes, viajando de un lado a otro como lo podían realizar los inmortales de las famosas islas irreales del Penglai. No existe violencia en sus discursos, ni rigidez, sino libertad y serenidad en la escritura”. Por su parte, Javier Martín Ríos resalta que su poesía “es una reivindicación del ser humano en su sentido más puro, una poesía comprometida con la esencia del ser». Emilio Ballesteros indica que su poesía “va a suponer la entronización de lo abstracto, pero no en un sentido virtual, especulativo o meramente estético, sino como camino hacia la captación de la Verdad Absoluta”, en tanto que Javier Galindo explica cómo “ha sabido recoger el humanismo pleno, completo, complejo, entrañable y nuevo que está creciendo en los moldes, pocos pero honestos, del presente, y agarrada a este neohumanismo ha cultivado la educación en sí misma, su autoenseñanza, su metodología, su didáctica y hasta su teología, instrumentada esta última con la poesía de Vicente Aleixandre, San Juan de la Cruz y Luis de Góngora”.