Juan Luis Tapia presenta su poemario ‘Mar de frente’ en el salón de actos del ayuntamiento de Granada

– ¿Qué supone para usted publicar en una colección en la que lo han hecho con anterioridad poetas de la talla de José Emilio Pacheco, Ángel González o Blanca Varela, entre otros?
– Una gran satisfacción, el engancharme en esa cadena de toda una tradición poética, en la que no solo se encuentran poetas sino muchos amigos, como el fallecido Julio César Vior. En este sentido le estoy agradecido al Ayuntamiento de Granada por haber tenido el gesto de publicarme este libro. ¡Cómo no!

– ¿Son los 50 una buena edad para dejar todo y hacer lo que a uno le apetece?
– No he dejado todo, sino que empiezo todo, de manera autónoma, libre e independiente, sin estar adscrito a un sello mediático que presupone, al menos desde quienes lo perciben desde fuera, la colocación de una etiqueta ideológica determinada. José Val del Omar dice en una de sus oraciones diafónicas que “el vuelo del hombre es su latido”, y ahora me encuentro en pleno vuelo.

– ¿Cuánto de huida hacia adelante tiene ‘Mar de frente’?
– No hay nada de huida, y en todo caso de valentía, unas enormes ganas de darme como poeta, de ‘aprojimarme’, que diría Val del Omar, de lanzar mis versos al aire. Pero quizá los versos finales del poema ‘Miedo’ sean la mejor respuesta a lo que usted me pregunta: Los solitarios damos miedo, un pánico horrible / porque escribimos sin ataduras en las manos / y caminamos sin zapatos, / como el que escupe al aire la verdad.

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– ¿Cuál ha sido el proceso creador de su último poemario?
– La poesía forma parte de mi vida cotidiana, porque para ser poeta hay que vivir como poeta, y sobre todo vivir. El proceso creador surge con el descubrimiento de una nueva vida a través de un nuevo amor, del descubrimiento de nuevos territorios para acariciar, sentir y escribir nuevos versos. Los momentos en diferentes playas, las noches, los paseos, los amaneceres, el sexo, la amistad y el deseo formaron parte de ese proceso creador. Toda esa experiencia vital de felicidad, de fresca novedad conforma ‘Mar de frente’, y también sus claroscuros, porque solo los necios son completamente felices, y también existen los fracasos y las dificultades. Este sería el tono de ‘Mar de frente’. En cuanto a ‘Cuaderno del naufragio’, es un apéndice más social, donde el náufrago observa desde su soledad y valentía una sociedad sin escrúpulos, que cree que con seguir en la cubierta del Titanic se va a salvar y es capaz de cualquier cosa por mantener su estatus. La masa le tira fotos y cacahuetes al náufrago sin saber que él es el único que se está salvando. La seguridad no existe; solo se construye desde uno mismo, con fuertes ideales. Es más cómodo y gratificante en esta sociedad en crisis seguir la corriente, pero lo que no sabe toda esa gente es que al final hay una gran catarata y se hunden.Portada

-En su alocución a los potenciales lectores su prologuista, Daniel Barredo indica que “este un libro ilusionado, un libro que canta y ríe y celebra y que ha sido escrito con tonos naif, entre la simplicidad del grafiti y la complicidad de la Generación del 27”. ¿Hasta que punto está de acuerdo con esta definición del poemario y la influencia de los ilustres escritores o de otros?
– Efectivamente. El poemario tiene un tono de celebración o ‘celebrativo’, como dicen los críticos, y sobre todo, repito, vital, pero sin recurrir a grandes artificios, con sencillez, como se presentan las cosas ante la vida y ante cualquier persona. La poesía debe llegar a todo el mundo, un poema no es solamente un ejercicio estético sino de comunicación, de entrega, y que debe funcionar más allá del yo del poeta. Son mis experiencias y mis imágenes, pero si quiero darlas a conocer deben ser claras, limpias, sencillas, naturales, algo que alguna poesía ha perdido. Es cierto que ‘Mar de frente’ tiene una clara influencia del 27, en su tono, en esa intención de pasear la poesía por la calle, que decía García Lorca. Los poetas que me han acompañado, los que llevo conmigo en este poemario son muchos, entre ellos Jaime Gil de Biedma, Cernuda, Alberti, Ángel González, García Lorca, Luis García Montero, y también otros tan dispares a estos como Kavafis, Bukowski, Ginsberg y Auden. Respecto al toque naif, más bien diría que pop, en cuanto a esa inocencia cargada de palabras tan grandes como amor, te quieros, caricias y otras muchas, que son escasas en algunas poéticas.

– ¿Le ha sorprendido el resultado del cuadro estadístico en el que Barredo ha clasificado las palabras más utilizadas por usted en cada uno de los tres bloques del poemario?
-Me ha sorprendido el trabajazo que se ha tomado para escribir el prólogo, pero no que la palabra más frecuente de un poemario marino sea mar. Claro que es descriptivo, porque son imágenes, como fotografías vivenciales, escenas marineras, pero con alma, la que da el conjunto del poema.

– ¿Por qué se siente especialmente satisfecho de ‘Cuaderno del naufragio’? ¿Cuánto tiene usted de Robinson?
– No me siento Robinson, pero sí observador desde mi isla de esta sociedad enferma y en crisis atrapada en su miedo a abrir la puerta de ‘Matrix’, a quitarle el velo a un mundo que se esconde para no reconocer la verdad de la vida, que es vivirla y no sobrevivirla.

– Si tuviera que elegir un poema (o dos) de todo el libro ¿Con cuál se quedaría y por qué?
– El más breve, ‘Nadador’: Porque al nadar encuentras / el cuerpo de agua que desalojas. Creo que describe muy bien lo que es la vida, la búsqueda en movimiento de uno mismo, de los demás, de nuestro propio ser, la explicación vital a lo que somos, y que sin otro cuerpo, sin ‘aprojimación’ no hay vida.

– En este texto se expone como una experiencia totalmente negativa su trabajo como periodista, supongo que durante esas décadas también habrá tenido experiencias positivas, ¿puede relatarnos algunas relacionadas con la literatura?
– Sigo siendo un periodista que ama su profesión y que es profundamente vocacional. La única experiencia negativa ha sido asistir a la toma del periodismo por parte del poder económico, a que un día aparezcas en la redacción y te pregunten qué vendes en vez de decirte si es de interés para los lectores la noticia que llevas, porque el periodismo no es propaganda informativa sino servicio a los ciudadanos. En cuanto a las experiencias positivas, serían innumerables, desde personajes que he conocido como Saramago, Benedetti, Alberti, Galeano y otros muchos al hecho de haber compartido redacción con magníficos profesionales y compañeros.

-¿Cuánto de corte de mangas contra la poesía oficial (Barredo dixit) hay en ‘Mar de frente’?
– Creo que lo del ‘corte de mangas’ es una manera de hablar de Daniel Barrero. El poemario no tiene esa intención, pero creo que sí hay un ‘corte de mangas’ a toda esa poesía de tono épico, incomprensible, en exceso esteticista y que tiene pánico a poner palabras como ‘mar’, a decir te quiero o a que un poema se ciña a una imagen simple, como la mano que se mueve y dice adiós.

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