“Estoy encantado pues se trata de una colección de obras intimistas, muy personales y donde estoy más reflejado que en otras ocasiones” comentaba tras al inauguración. También se mostraba contento con el texto de Pedro López Ávila publicado en el catálogo titulado ‘Pedro Roldán o el acceso a la claridad’ que comienza “nunca sabremos cuál es la energía en donde bebe la obra de arte, de qué hálito se nutre o de dónde recoge las esencias enigmáticas el talento creativo de artista. Lo que sí podemos intuir es que la obra de Pedro Roldán surge de una extrema necesidad interior, que emana de una secreta y notabilísima sensibilidad, para expresar su emotivo intimismo en la bruma enmudecida del paisaje y así poder ejecutar su mística dicción plástica”.
Y en efecto, en los cuadros expuestos que reproducidos en el catálogo se asemejan a aquellas imágenes propicias para las tradicionales felicitaciones navideñas, cuando éstas se hacían en papel, reportan al espectador un misterio inefable pues aunque idealizados esos lugares existen, a veces están muy cerca de nosotros, en nuestro país, en Italia o en Suiza, lugares que el artista ha visitado y convertido en obra de arte. Su amigo y acuarelista, Arturo Marín, asistió a la inauguración e invitaba a esta exposición con estas palabras “muy colorista, con un dibujo impecable y limpieza estético-arquitectónica con mayúsculas. La temática, variada: Paisaje natural, paisaje mixto y paisaje urbano, recreando bellos ambientes centroeuropeos, españoles y granadinos con una
indudable carga onírica”.
Así lo destaca también López Ávila cuando afirma que “en cada una de las creaciones se perpetúan la realidad, la fantasía y el sueño, con hallazgos técnicos tan personalísimos que parece imposible realizar un frío análisis sobre préstamos o influencias de otros artistas, porque es un hombre con una visión tan intangible del mundo, que la contradicción entre lo irreal y la experiencia es solo aparente”. De hecho cuando se le pregunta a qué pintores contemporáneos sigue responde “a mis amigos. En este mundo tan complejo y convulso, tan rápido y cambiante, es muy difícil encontrar verdades. Demasiados condicionantes, compromisos, demasiados eruditos, dioses, intereses y marchantes”. Respecto a lo que busca en cada obra, indica que “a priori no busco nada. Me dejo llevar por el paisaje y espero que, si la obra existe en ese lugar elegido, se me debe presentar. Y de esa forma se entabla el contacto. Como es lógico, eso no ocurre jamás con una visión racional. Se ha de estar predispuesto para que sucedan estas cosas”.
Abrir los sentidos
A continuación explica que para ello es necesario “abrir bien los ojos, los oídos y todos los sentidos, y dejar que la mente creativa se vaya colmando de elementos para poder percibir explicaciones, emociones, soluciones y miles de matices que adornan las sensaciones”. Después vendrá “la visualización de la obra, su porqué, y el sentido que tiene el haberme emocionado” siendo entonces cuando comienza la pintar físicamente, con la pretensión de que “los que la observen sientan parte de eso que yo he sentido, porque todo ese proceso es digno de ser vivido”.
Obras en la que no está presente la figura humana pero que, sin embargo, en muchas de ellas, se adivina tras la ventanas de luces encendidas de las viviendas. En sus paisajes marinos sorprende sobremanera la quietud de las aguas que transmiten paz y sosiego al observador. “En ese movimiento de brisa, que los hace casi hipnóticos, los objetos dejan de tener importancia porque el estado natural que uno va encontrando es magnífico y te lleva a una espiritualidad casi meditativa”, al tiempo que añade “cuando llego a ese punto de creatividad mágico no hace falta cambiar nada porque solo intento imitar lo mismo que me ha ocurrido. Eso sí tengo que buscar ese color, ese movimiento parado para que cuando la gente lo vea aunque sea un segundo lo sienta. Esto solo se puede conseguir a base de trabajo”.
Por ello recomienda al público que se deje llevar por los artistas, pues al fin y al cabo, “nos proponen mundos nuevos para compartir con los amigos, con los familiares, en la escuela, en el trabajo, donde nos encontremos. De esta forma parece que se va haciendo un poco más grande y de una manera inexorable en un mundo mejor y fundamentalmente mucho más justo. Si vienen a la exposición y son capaces de experimentar este tipo de historias es una maravilla pues no cuesta nada, ver y disfrutar y que ocurra lo que tenga que ocurrir”. Y es que como afirma Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), y Pedro Roldán lo tiene como lema en su página de Facebook, “Todos los días, deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas”. ¿A qué esperan para cumplir la tercera petición?
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