Manuel Moyano, finalista del premio Herralde de Novela, presenta su libro ‘El imperio de Yegorov’ en Nueva Gala

– ¿Cómo ha pensado este acto? ¿Quién le acompañará?
El ideólogo del acto, por así decirlo, es el granadino Francisco J. García Carbonell, que trabaja también en Murcia, y a quien prologué su libro ‘El último vuelo de la vieja halcón’. Lo hemos planteado de forma dinámica, en forma de entrevista. Previamente dirá unas palabras de presentación otro autor también granadino, el sobradamente conocido Ángel Olgoso, a quien me une la amistad y las afinidades literarias; desde 2007 mantenemos una copiosa correspondencia.

– ¿Cuándo y por qué decide convertirse en Sátrapa Trascendente por el Institutum Pataphysicum Granatensis?
Precisamente de la mano de Ángel Olgoso, Rector Magnífico de tan venerable institución. Mi desocultación tuvo lugar hace ahora 6 meses, en Guadix, precisamente en la misma habitación donde se cambia de ropa el Cascamorras. Lo que yo cambié no fue de ropa, sino de naturaleza, pues ser elevado a Sátrapa Trascendente supone ingresar en un plano distinto de la existencia.

Manuel Moyano por Vicente Vicéns

– En su biobliografía abundan los premios ¿son una meta para darse a conocer o responden a otra finalidad?
Los premios son sobre todo un modo de confirmar la propia valía como escritor, de cerciorarse de que uno no ha errado completamente el camino al verter buena parte de sus esfuerzos en esta extraña y solitaria tarea. Darse a conocer y obtener alguna indemnización económica a cambio de tales esfuerzos constituyen tan sólo efectos colaterales de los premios.

– Hablando de premios ¿qué le ha supuesto que su obra ‘El imperio de Yegorov’ fuese finalista del premio Herralde de Novela?
Ser finalista del Herralde y publicar en Anagrama es ver cumplido un sueño, aunque suene algo manido, pero atesoro libros de esa editorial desde mi juventud, y en ella publican algunos de mis autores favoritos: entrar a formar parte de todo eso supone una satisfacción difícil de igualar. En otro plano, te da mayor visibilidad como autor y mejor difusión de tus libros. También proporciona inusitadas energías para emprender nuevos proyectos y de más alcance, especialmente si las reseñas son tan generosas como las que han venido apareciendo en distintos medios.

– ¿Tiene alguna historia sorprendente la fotografía de la portada?
Se trataba de mostrar una tribu primitiva de Papúa-Nueva Guinea, lugar donde transcurre el principio de la novela. Herralde y yo convinimos en que esta imagen en concreto resultaba lo bastante atractiva y enigmática. Durante la presentación en Molina de Segura, el crítico José Belmonte Serrano bromeó diciendo que detrás de la máscara me ocultaba yo. Por eso hemos empleado ese juego en el cartel que anuncia el acto.

manuel-moyano-El-imperio-de-Yegorov-portada– ¿Pueden 32 documentos diferentes conformar una novela? ¿Qué ha pretendido con esta forma de narrar?
En primer lugar ha sido una cuestión de manejabilidad, por así decirlo: la historia que se cuenta abarca un período muy largo de tiempo y una cincuentena de personajes (Ángel Olgoso fue el primero en contarlos), además de extenderse por todo el planeta. Si lo narraba todo detalladamente, lo ímprobo del esfuerzo me habría hecho imposible terminarla. El crítico del diario ‘Público’, Luis Matías López, ha escrito que Ken Follet hubiera necesitado más de 1.000 páginas para contar esta historia, pero yo he conseguido hacerlo en menos de 200, sin que por eso le falte nada. En segundo lugar, el hecho de recurrir a documentos le da a todo una apariencia de veracidad, de verosimilitud; la prueba es que algunos lectores me han confesado haber buscado en Google los nombres de algunos personajes y palabras como ‘elatrina’ o ‘Yashirum’, que no existen más allá del mundo de la novela. De forma no buscada, la sucesión de documentos imprime también un ritmo incesante a la novela: la inmensa mayoría de quienes la han leído dicen que no la han podido dejar de lado una vez que la han empezado.

– ¿Considera la elipsis un buen recurso literario?
La elipsis sería el tercer propósito de este sistema de narrar. Como lector (incluso como espectador de cine) siempre he sentido que la elipsis produce un intenso efecto estético. El narrador te cuenta sólo A y B, y tú construyes mentalmente lo que ocurre entre A y B. En cierta forma, se produce una relación interactiva entre el narrador y el lector. Esta interacción es por otro lado sencilla, natural: nunca se pierde el hilo de la historia, pese a las elipsis.

– ¿Es cierto que escribió esta obra en 15 días?
Prácticamente, si excluimos dos o tres capítulos que añadí a posteriori y el inevitable (y necesario) limado. Una vez que decidí el método narrativo a través de documentos, y que encontré el tono (entre la intriga y el humor negro), me resultó fácil seguir: las ideas me acudían en cascada. Ojalá uno sufriera más a menudo accesos de inspiración tan prolongados. Disfruté escribiendo ‘El imperio de Yegorov’, y al parecer ese disfrute se transmite también al lector.

– Uno de los personajes centrales es el misionero español Cuballó ¿en quién se ha inspirado?
En 2007 encontré en una librería de viejo de Barcelona un viejo título de viajes llamado ‘Mosaico papú’ escrito cincuenta años atrás por Xavier Vergés, misionero español del Sagrado Corazón. Convencí al editor Manuel Ortiz, de Nausícaä, de rescatarlo para su colección ‘Españoles en el mundo’ (aún no existían esos documentales de televisión). De modo que decidí investigar para escribir un prólogo: Vergés había muerto sólo dos años atrás, pero pude entrevistarme en Valladolid con varios miembros de su congregación que habían compartido con él décadas de misiones en Papúa-Nueva Guinea. Eso me permitió conocer bien la isla y por eso la escogí como escenario del arranque de la novela; con el personaje de Ernest Cuballó quise rendir homenaje a Vergés, a quien me hubiera gustado conocer en vida.

– ¿Es la búsqueda de la eterna juventud inherente a la condición humana?
Desde que ha sido consciente de su propia mortalidad, el hombre ha tratado de sustraerse a ella. La idea de ser inmune al paso del tiempo, al envejecimiento, a la muerte es algo con lo que nuestra especie ha especulado desde siempre en sus ensoñaciones. Hoy, gracias a la genética, estamos más cerca que nunca de conseguirlo. Mientras tanto, la cirugía y la obsesión casi frenética por llevar una vida sana pueden servir como paliativos.

– Aunque no tiene web ni blog personal, sí cuenta con una bitácora relacionada con la obra ¿a qué obedece?
La novela propone un juego de metaficción: tanto la dedicatoria como la cita introductoria o los agradecimientos finales pertenecen a la propia ficción de la novela. Y aún hay más, porque en las mismas cubiertas del libro (en la solapa y en la contraportada) hay tres guiños ficticios camuflados entre datos –digamos– reales. Fue un amigo, el pintor Jesús Montoia, quien me dio la idea de extender aún más ese juego de metaficción a través de internet. Por eso creé el blog ‘Plataforma Ciudadana Contra Yegorov’, donde el lector puede incluso participar en el desarrollo de futuros acontecimientos. Sólo diré que, hasta el momento, ha aparecido en Siberia una cepa de Yashirum resistente a la elatrina. Pero a quien no haya leído todavía la novela esto le sonará a chino. O a ruso.

 

Para saber más de esta obra: 

El blog sobre la novela es el siguiente: PLATAFORMA CIUDADANA CONTRA YEGOROV

Manuel Moyano por Teresa PiquerasReferencias publicadas en:

Babelia (El País)
Revista ‘Mercurio’
La Opinión de Murcia

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