Estábamos en clase de Goya, viendo los grabados y tapices del gran maestro aragonés, cuando en el descanso me ofreció esta preciosa y precisa foto de la Salobreña soñada por mí durante tanto tiempo. Ni que decir tiene, que a partir de ese momento, ya no presté mucha atención a la explicaciones del profesor sobre Goya.
La sola mirada del verde tapiz que cubre toda la vega, esa vega rica y floreciente, que tanto dio de comer a tantas y tantas familias. Caña de azúcar, maíz, habichuelas, patatas tempranas. Jornales y jornaleros que encontraban en el campo su medio para subsistir y todo ello se fue al garete.
Ese castillo imponente en lo alto de la roca, como diciendo aquí estoy yo, he sido morada de reyes y princesas, quiero ser quien atraiga a toda la gente que me vea desde el puente del río Guadalfeo y quiera entrar en los cuentos de las mil y una noches.
Esas veredas o caminos hasta llegar a la Guardia y la Caleta, que tanto llenaron nuestra infancia, comiendo moras en la Cuesta Caracho, Higos en la Finca de Salustiano y chupando caña sentados en el ribazo de cualquier balate lleno de ranas.
Recuerdos, sentimientos, amores por un pueblo que me vio nacer, crecer y que poco a poco nos deja seducir por su encanto y embrujo…de repente Salobreña.
PD. En el libro la citada foto viene como…”Castillo de Salobreña, cárcel de Yusuf III”
Antonio Luis Gallardo Medina
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