Para Moya el dibujo es la esencia del arte gráfico y de la pintura en general. “Me gusta el dibujo clásico. Siendo de Quesada y conocedor de la pintura de Rafael Zabaleta he cogido algunos temas suyos para expresarlos mediante el grabado y la punta seca, técnica que no practicaba Zabaleta pues que yo sepa únicamente realizó un grabado”, aclara. También nos cuenta que la xilografía realizada sobre plancha de madera favorece el dibujo y su manipulación que él ha aplicado con rostros y caras africanas bastante expresivas, ya que esta técnica permite expresar la fuerza de las líneas. Junto a ellas, aguafuertes con temas cotidianos como un manojo de ajos, una remolacha, un pez gallo o un pájaro en un nido. También troncos centenarios de olivo pues como buen jiennense se declara enamorado de este árbol “en el que hay que fijarse pues sus troncos a veces son auténticas obras de arte ya que tienen una capacidad de interpretación enorme”.
Troncos con existencia real existe como el que fotografió el año pasado en Aldeire en un sendero que “tiene una cantidad enorme de troncos, retorcidos y huecos, pero con una vida impresionante”. En la sala contigua, dibujos de animales y más troncos de olivos, y otro de un tejo de la Cañada de los Tejos, de la Sierra de Cazorla, donde hay tejos bimilenarios que en su opinión ofrecen un atractivo especial para esta técnica. También una cabeza de galgo que ha repetido como ex libris para la exposición Internacional de Grabados organizada por la Facultad de Bellas Artes de Granada. Y unas manos de un anciano que se sujetan en un bastón pues para él “las manos de una persona mayor son tan expresivas como la cara”.
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