María Jesús explica que su lugar de nacimiento es un poco extraño y al mismo tiempo motivo de orgullo ya que nació en un cortijo en plena Sierra Morena. Su padre que era de Montoro tenía que comprar unos caballos y le propuso a su madre que era de Cardeña ir a la feria de ganado pero no quiso y cuando regresó se encontró con que ya había nacido su hija.
«Al fallecer mi padre, en 1948, mi madre con cinco hijos decidió trasladarse a Barcelona donde he crecido y también he sido muy feliz, aunque desde mi primera exposición en mis catálogos siempre pongo que soy de Córdoba» aclara antes de añadir que las inquietudes artísticas se despertaron en ella a muy temprana edad, pues «desde muy chiquitina, los recortes de la ropa de mi madre que era modista los aprovechaba para hacer los vestidos a mis muñecas. La vida me llevó a tener que trabajar en fábricas y talleres». También explica que los abuelos maternos contaban con un taller de artesanía en Córdoba y que su madre le enseñó todo lo que ella sabía sobre esta artesanía pero que ella en lugar de hacerlo en plata u oro porque no podía lo hacía en el paño. Por entonces afirma que «la pintura la veía muy lejos», pero que al casarse con un dibujante le animó a pintar.
La primera obra que recibe al visitante en el pasillo de acceso al salón de actos es la titulada ‘La puerta de la cabaña de mi padre José, mi abuelo’ en la que ha pintado na puerta desvencijada de la caseta de herramientas por entre la que sale una rosa. Le sigue ‘Regalo de Pepi’, un botijo de cerámica granadina que sin querer se rompió y para que lo tenga siempre lo pintó, junto con un trozo de tela con puntilla y una cadena para cogerlo. Esta pintora que declara que «la naturaleza es mi vida y tiene un valor sentimental muy importante para mí pues estas rosas me las regaló quien compró mi casa de Badalona donde fui tan feliz y donde nacieron mis hijos». ‘Elegida o marginada’ es un cuadro con una pirámide de manzanas rojas coronada por una verde con un mordisco colocada en el vértice superior que se ha convertido en la portada del tríptico.
‘Una cafetera con puntilla’, ‘El aroma y el sabor de Andalucía’ simbolizado en un plato de jamón y el vino y enfrente una serie de cuatro cuadros que representa las cuatro estaciones, cada una de las cuales lleva en el centro a modo de camafeo un paisaje, junto con los colores propios de cada época. Viene después la serie de obras que significan un cambio en su manera de pintar. Según explica este se inició en Barcelona pero estuvo motivado en un paseo por la Carrera del Darro donde visitó una exposición en el Hotel El Ladrón de Agua. Se trata de obras en blanco, negro y gris con las figuras de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Manuel de Falla, y un par de cuadros con el burrito Platero como centro. A ellas se añaden las tres brujas de la Vega, en un formato mayor y color en un estilo que «ni es cubismo ni es hiperrealismo, entre dos caminos».
La cara de los granadinos
María Jesús indica que su llegada a Granada se produjo en noviembre de 2013. Quince años antes había venido con su familia de vacaciones para ver a su hermana que vivía en Motril. En los diez días que pasó en la capital, al pasar por la Gran Vía, su hijo pequeño que ya tiene 48 años, le dijo «¿Te has fijado en la cara de la gente de Granada?» interrogó sorprendido porque, en su opinión, «su expresión es más tranquila y sosegada que la de Barcelona». Renglón seguido les dice a los padres «¿Por qué no nos venimos a vivir aquí?». Pasado un tiempo, tras el fallecimiento de su marido, su hijo le recordó aquel pensamiento. Buscan un piso por Internet y se vienen para Granada. «La suerte es que somos una familia de artistas lo que me ha permitido dejar aquello y venirme», aclara una artista que cuenta en su haber numerosas exposiciones individuales y colectivas desde que empezara a exponer en 1977.
José María Cotarelo, coordinador de esta actividad en el Hospital Virgen de las Nieves, explica que ya se han realizado en este hospital una decena de exposiciones entre muestras de pintura, escultura, fotografía y antigüedades. «Surge porque teníamos un espacio en el que queríamos dar a conocer a los artistas propios del hospital que tenemos muchísimos –contamos con una lista de espera hasta mediados del año que viene- y abierta a otros pintores para ofrecerla a los profesionales y pacientes», indica. También que la iniciativa se ha visto ampliamente recompensada pues les está permitiendo contar con un fondo de obras fruto de las donaciones y, sobre todo, que «el hospital sea visto como un lugar más amigable al tiempo que muestra su parte humanística».
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