Conocimos al prolífico Benito en 2012 con motivo de la presentación de su novela ‘La taberna’ a la que han seguido otras obras como ‘En busca de las joyas de la abuelita’ (2013) y, aparte de su antología poética en tres gruesos volúmenes, su poemario ‘Nunca estuve en Nueva York’ (2014). En este período también ha realizado exposiciones de pintura en Shangái (‘Tigre verde con corazón azul’), en Guadix (Pez volador de pico rojo), Motril (Pulpo al susto relleno de besos) y Jaén (Oasis de perdición). Ahora lo hace, por primera vez en Granada, en ‘su casa’, pues para algo es doctor en Farmacia, especialista en análisis clínicos, que han estado trabajando hasta su jubilación a los 55 años. «Yo pinto como escribo, o sea sentimientos», nos suelta de entrada para que sepamos que eso es lo que hay que buscar en sus 40 obras expuestas. A continuación nos va explicando cada cuadro al tiempo que justifica los títulos de los mismos.
Este se titula de singulares títulos como ‘El mono pajillero’, y esta ‘Medusa’ que representa «lo que somos nosotros cuando nos difuminamos». El l que está al lado se llama «Orgasmo desconocido», representado por 500 ventanas «porque la persona siente el orgasmo pensando en otras cosas», o «Hermafrodita» pues existen personas que son hombre y mujer. Le sigue «Jhon Lennon» del que afirma ser un seguidor aunque a nosotros sólo nos lo recuerde por unos círculos que bien podrían ser las típicas gafas usadas habitualmente por el músico. Así mismo, reconoce que pintar una «Eyaculación» es un tema delicado aunque él lo haya hecho en cinco ocasiones, tres de las cuales se se muestran en la sala. Junto a las pinturas, colocadas en el suelo hay varias piezas de madera coloreadas, que son esculturas de Benito realizadas a partir de troncos que ha ido recogiendo por los alrededores de Aldeire. Nos cuenta que deberían estar a la altura de los ojos pero que no ha sido posible y por eso están en el suelo. «A esta le he llamado «Perro rabioso» y es un tronco de un árbol pintado, y la del al lado «Mono pensante», que define como «mezcla de mono, perro y cerdo», según la va girando. Precisamente los visitantes destacan de la obra de Benito la emoción que transmite, su creatividad, el mucho colorido y su capacidad al pintar sus sentimientos.
En paredes y suelo
En otro espacio de la sala nos encontramos igualmente en el suelo un montón de marcos de distintos tipos y tamaños entre la que se ha colocado su obra poética y narrativa, además de la reseñada, los tres volúmenes de poemas publicados en Dauro con los títulos ‘La princesa loca’, ‘Oasis de perdición’ y ‘Paja mental’. Para concluir la visita nos conduce a un rincón de la sala donde aparecen varios cuadros como ‘La lagartija aplastada’ que según indica «en realidad es una gallina que representa al ser humano aplastado por el poder, o sea el aplastamiento de la persona y de su mente». También hay otro denominado «Fósiles» que «es en lo que nos convertimos a partir de cierta edad», ‘Alma de Cuba’, país al cual ha viajado mucho y del que reconoce que le han impresionado «sobre todo las cubanas».
Entre las curiosidades de sus cuadros, además de la ausencia de firma -la incluye en la parte posterior junto con el título- está el hecho de que estos cuadros pueden colocarse en diferentes posiciones lo «que permite que cada vez se vea una cosa distinta. Mi pintura es una mutación continua, en el sentido de que cada persona dependiendo del momento del día y de su estado de ánimo verá una cosa distinta». Cuando le preguntamos que si pretende provocar con su obra, éste asiente diciendo que en efecto «quiere provocar,… alegrías y sensaciones». Para cuando termine esta muestra ya está preparando la publicación de un ensayo sobre el amor que espera publicar antes de que finalice el año y otras tres exposiciones de pintura.