Así mismo, según la ubicación, también son sus visitantes; el de la Chana es más familiar y de barrio, el del Zaidin es más elitista, pues acuden gente de toda Granada y se ven algunos pijos, mientras que el de Almanjáyar es el gran mercadillo, torre de babel de culturas, multirracial y más tirando a proletariado.
Los puestos son todo lo variopinto que uno pueda creer, lo mismo encuentras bragas a un euro, que chaquetones a 15 euros y de rebaja. Puedes hacer la compra de la semana, pues lo puestos de fruta y verdura son de los más concurridos; zapatos, bolsos, pilas pseudo alcalinas, material de ferretería y sobre todo ropa, mucha ropa y toda ella de marca… Sara, Beska, Stradivaros, Alidas, Pulabiar, y todas las marcas pero con la pronunciación en caló.
Mención aparte, merecen los puestos volantes de los sin papeles, pues siempre están al acecho de la policía de turno y las criaturas tienen que correr con todo el material desparramado, pero ojo ya no venden solo CD y películas, si no que tienen todo un arsenal de copias de bolsos, camisas, jerséis, zapatillas deporte, relojes, gafas, etc.
La canción es pegadiza, «¡vamos Niña al remeneo! pasa y busca que hoy tengo apagadas las cámaras de vigilancia, todo a tres leuros». «Bragas a un leuro con derecho probarlas, no duermas con el culo al aire, por solo un leuro tu Marío te verá guapa» «Tengo chirimoyos y guacates a leuro el kilo» «María, María entra y mira que no te voy a cobrar»
Decía una canción de Patxi Andión… «Si usted quiere ser macho le dejamos vencer y si usted regatea le seguimos también, usted salva su facha delante su mujer y al final si podemos le engañamos también». Son los mejores vendedores del ramo, se diría que han hecho todos un máster en economía de mercado, pues saben en todo momento qué busca el cliente que se acerca, inclusive he visto cómo cambian el precio dependiendo de la forma de hablar y comportarse el cliente.
Algunos ya son conocidos, Nicolás lleva mucho años en el negocio, le conocí cuando en el verano ponía el puesto frente al Parque de la Fuente y se iba a bañar a la Charca con su familia. Ibrahím es un nigeriano que ya quisiera tener alguna multinacional en su nómina, pues lo mismo te vende un CD, un reloj o te conduce un camión, lo primero que aprende es los gustos del cliente, a mí me ganó con Salobreña, pues también bajaba allí a vender.
Hay puestos, los menos, que sí que traen cosas que merecen la pena, pues son restos de serie, pares sueltos de zapatos, algún bolso que otro y alguna que otra crema que se vende en el Corte Inglés, pero que hay que mirar la fecha de caducidad, por si caducó hace varios años.
La alegría y el jolgorio que transmiten es contagiosa, uno acude con todos sus problemas personales a cuestas y con toda la crisis que nos han dejado los políticos y sale de allí cantando por Camela la canción «Llorando estoy por ti».
Una cosa sí que te advierten al comprar, las devoluciones se harán por otro artículo, nunca por dinero, y eso sí traer en la misma bolsa que suele ser de farmacias, supermercados o de colores, pero que ellos bien distinguen.
Habría que alentar a que la gente fuese más a los mercadillos y menos a los psicoanalistas, para así recuperan su confianza y fe en uno mismo, pues en verdad te sientes reconfortado cuando enseñas algo que has comprado por solo 2 leuros, cuando en la tienda valía 20.