«Contando los restaurados y sin restaurar tengo más de cuarenta coches y medio centenar de motos», indica Diego antes de añadir que su interés por los coches le ha llevado a constituir y presidir un club en el que se integran doce socios, al que le han puesto un nombre «muy, muy granadino», Automóvil Club Ciudad de la Alhambra, con el que realizan rutas y salidas que es bastante sui generis ya que no cobra a los socios. «Es la mejor manera de marchar, en las salidas cada uno paga sus gastos o como ahora que nos están haciendo unas chaquetas con el logo de club, cada uno se paga la suya, o lo mismo con la comida navideña que pronto celebraremos en la que cada uno abonará su plato», indica.
Gracias a él hemos podido saber que la marca Singer no sólo da nombre a los populares dispositivos utilizados para unir tejidos mediante hilo. «Esta casa aparte de máquinas de coser también fabricaba máquinas de escribir e incluso televisiones y una serie limitada de coches: el VI, VII, VIII y el IX, que yo conozca». Así mismo, señala que «llevo con él diez años y me gustó por su antigüedad y originalidad. Cuando llegó a mis manos estaba perfectamente, solo le he tenido que retocar algo de pintura», explica. También que prácticamente todo es de madera revestida de chapa, que tiene capacidad para cuatro plazas y cuatro puertas, con volante a la derecha y ruedas de radios, incluso el espejo interior con regulación por palometas que esta carcomido del tiempo es el original como también lo es el tapón de la gasolina. De su interior destaca el salpicadero en cuanto que el cuadro también es de madera, con todos los relojes originales, incluida la llave de contacto. Por eso destaca como algo curioso que después de tantos años se conserve ten tan buen estado y con piezas originales. Respecto a su historia informa que este modelo se fabricó de 1930 a 1932.
Con armazón de madera revestida de chapa, al igual que el Ford A de los años 30, frenos hidráulicos y muy económico mínimo ya que su potencia no llega a los mil centímetros cúbicos, cuatro cilindros, por lo que su consumo es «prácticamente el mismo que el de un Seat 600 o un 850». Con él acude a las concentraciones a las que trasladas en plataforma «para quitarle lo que se pueda al abuelo» y donde no se ha encontrado con otro de la misma marca y modelo, lo que le lleva a afirmar que «igual si hay más, pero a mi nadie le ha dicho que haya visto otro igual en España». Además de la singularidad de este vehículo por su rareza está la curiosidad de cómo llegó a manos de Diego pues cuenta que fue un pago en especie. «Yo trabajo haciendo movimientos de tierra y un hombre al que le hice un trabajo de tierra me enseñó una cochera con varios coches clásicos y este era el más bonito que tenía y se lo cambié por el trabajo que le tenía que hacer. Con lo que pagué por él me podría haber comprado un BMW de los modernos, pero me enamoré y lo veía en mi cochera».
Con circuito de carreras y de freestyle motos Su afición por el mundo del motor le ha llevado a hacer un circuito de carreras en los terrenos que hay frente a su nave en el paraje de El Romeral, en el Chaparral (Albolote) y otro terreno para la práctica del freestyle motos. También le encanta tunear coches. « Ahora estoy haciendo algo de tunning con los coches de mis amigos» nos cuenta al tiempo que nos muestra un espectacular vehículo original, con ruedas de tractor y 3,80 metros de alto. Igualmente que su madre y su hermana le apoyan en esta afición por los vehículos de motor y que en alguna ocasión le ha tocado llevar a las novias, bien con alguno de los Mercedes de su padre o con su Singer que pese a tener el volante a la derecha señala que se conduce muy bien. Eso sí, las cuatro ruedas más la de repuesto tuvo que pedirlas a Francia y le costaron 3.000 euros. Próxima entrega: Araceli Becerril y su Daimler DS 420 del año 1968
|
VER GALERÍA DE IMÁGENES: