La asociación será inevitable para quienes en los años 1979 y 1980, leyeron en un periódico de tirada nacional las charlas o monólogos que Antonio Gala dedicaba a su perro Troylo y que luego reuniría en un libro publicado por Espasa-Calpe en 1981. En los últimos años Ángel Artharis, un asturiano afincado en Granada que ha residido durante 25 años en Loja, ha ido reflexionando en voz alta con su perro ‘Picio’,«una extensión de sí mismo», sobre los acontecimientos actuales, textos que difundía en su página de Facebook, que ahora ordenados y pulidos, publica en formato libro. Son tantas las similitudes que consideramos que las palabras que Antonio F. Rodríguez dedica a los textos de Gala son igualmente válidas para el libro de Artharis pues se trata de «un buen libro de artículos sobre una época muy especial de nuestra historia reciente que oscila entre el diario personal y el texto de opinión. Se lee de maravilla».
Un libro de 354 páginas, ocupadas por 211 textos independientes, a los que se añade un ‘Final’ y 56 ‘Pensares’, a modo de resumen, en los que Ángel, que también ha sido educador social, aborda temas universales como el amor, la paz, la justicia social, y sobre todo, la amistad pues por ellas desfilan un buen número de personajes reales que han compartido vivencias con el autor que siempre las refiere a su fiel amigo que nos presenta en el texto número 184: «Cuando te conocí, Picio, eras un perrillo bien feo, enfermo y quebradizo. Te encontré mientras paseaba por el Camino de Ronda y te traje a Germán, el veterinario, para ver qué se podía hacer contigo. Te examinó detenidamente y, tras una breve auscultación, sentenció: Tiene una pata rota, y sarna, y está hambriento». Después cuenta como se hace cargo de él Moly y cómo empiezan a buscarle nombre, siendo finalmente Cipriano quien sugirió ponerle Picio «porque era bien feo», terminando en convertirse en la mascota de los indignados del 15M asentados en el Realejo. El viejo Moly, ya fallecido, «un hombre muy sabio en el encontré consuelo y cariño y me enseñó a ver las cosas de una manera más misericordiosa» y Picio «un vago recuerdo de los años convulsos que estremecieron el mundo «fue para todos nosotros un alma callada que aprendió a hablarnos con su silencio». Ahora pasa sus días plácidamente con ‘la Dama del Silencio’ en una casa del Pantano de Cubillas.
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Sentido de la vida
«Este libro nace en un hospital. Cuando caí abatido por las fuerzas de seguridad del estado en aquella famosa manifestación el 25-S de 2012, en medio de una tetraplejia transitoria, entre la vida y la muerte, sin saber qué deseaba realmente me sentía tan impotente que mi mente empezó a reflexionar sobre el sentido de la vida. De haber sido calificado como un revolucionario, un rebelde, un insurrecto, un anarquista, y de ahí a estar en una silla de ruedas me parecía un cambio violento. Llegué a pensar que tenía equivocadas los conceptos en la vida y cuando pude, quise compartirlo con lo único que tenía que era un perro», comenta Ángel al consultarle sobre el origen del libro. A ello añade que era el único contacto que tenía con el exterior y que le parecía bonito compartir sus reflexiones tranquilas, pacíficas con otros. «Las fui incluyendo en Facebook hasta que un día, pasado año y medio, me comentaron que por qué no lo publicaba pues eran muy bonitas. Las rescaté todas, las arreglé un poco y me decidí a publicarlas», concluye.
Insiste en que Picio que es «el fundamento de este libro, un personaje real como lo son el resto de personajes, dignos de que no se olviden». Picio al que abandonaba un día entero y cuando regresaba en lugar de un reproche le recibía con una alegría tremenda y que le enseñó a ver las cosas de otra manera, «la gratitud y el perdón en el sentido real de la palabra, la misericordia, la ira, la contienda, el amor, y a través de este perro en el que iba derramando mi intimidad y que era la única compañía que yo tenía por eso me pareció justo que fuera el protagonista».
También que le sirve como argumento para hablar de la verdadera Granada a través de sus gentes en estos cuatro años convulsos en los que le han pasado cosas verdaderamente dramáticas pero «algo me ha empujado a ver todo esto con belleza, cruel, es verdad, como cuando ves a unos niños desahuciados saliendo de un piso con cajas de cartón rotas de entre las que aparece la mano de una muñeca de trapo, o a un viejo sentado en un banco al que le han quitado los derechos de una medicina, el estudiante que ha terminado una carrera y que no encuentra trabajo». Considera que le parece injusto que estas personas pasaran por la vida sin que nadie se fijara en ellas, «por eso yo me propuse desvelar la Granada auténtica, que llora, que se hunde en silencios, en la soledad, que es poesía, pero también es guerra y paz, benevolencia, pero también es tristeza que yo expongo para que la gente determine sobre ello».
Este es el contenido de un libro que aclara no es de autoayuda ni de filosofía y que será el propio lector el que tendrá que determinar si es de denuncia social.