Tras el cierre del Diario de Granada continuó durante otros dos años sus colaboraciones en ‘El Semanero’ y esporádicamente en el ‘Granada 2000’. En la actualidad tiene la suerte de compartir con su esposa y dos hijos esta pasión por las motos y los automóviles clásicos. Entre las curiosidades nos cuenta el buen recuerdo de su despedida de soltero que consistió en una viaje a Italia en moto, una BMW que aún conserva, al igual que un Mini y un Seat 600 de 1968- con una semana más que Miguel Ángel, que nació el 29 de enero de 1968- y que adquirió al cumplir los 18 años. También ha tenido algún que otro Mercedes descapotable,pero confiesa que su debilidad son los Porshes y como las Guzzis.
«Las llamo ‘magníficas’ porque así las llamaba su anterior propietario al ser cuatro modelos que marcaron un hito en Guzzi», indica. A continuación sigue explicando que se trata de cuatro de cilindradas distintas que tienen todas más de medio siglo. Por una parte, está la ‘Langostino’ con 65 cc, quizás sea la más vistosa, por tener, junto al depósito, la palanca de cambio que hizo famosa esta marca de que se vendieron muchísimas unidades. Era poco más que una bicicleta con motor y su cilindrada inicial fue de 49 cc cilindrada que fracasó en Guzzi por lo que pasó directamente a esta de 65 cc. Otro segmento muy usual y polivalente era la ‘Cardelino’ de 73 cc que en aquella época fue la competencia de la Derbi, conocida como ‘Ladrillo’. A continuación vendría la ‘Zigolo’ de 98 cc que supuso una gran diferencia en lo que a suspensiones y cambios se refiere, también por su diseño, un poco vanguardista para su época, como se puede ver en su salida de escape. Así denominada porque en italiano significa muchachote. Es la más simbólica y curiosa de las cuatro por lo que es uno de los «orgullos» de Miguel Ángel. Por último, otro modelo muy señorial, más de carretera, conocido como el modelo Lario, con una buena cilindrada (110 cc) y prestaciones muy similares a la Montesa Impala 175, aunque le superaba en precio a pesar de ser una cilindrada inferior.
Motos que adquirió las cuatro en el mismo lote pues a su propietario le tocó venderlas por su situación personal haciendo una propuesta a Miguel Ángel, como si fuera su tutor al considerar que iban a estar en buenas manos, y dado que él se tiró varios años restaurándolas, incluso para la Lario y la Cardelino recurrió a los servicios del famoso restaurador catalán, Joaquín Palomino. La Langostino y la Zigolo fueron restauradas por su dueño y en los talleres de Rute donde hay una dilatada experiencia de dedicación a la restauración y que, cada año, cuenta con una feria de vehículos clásicos a finales de septiembre. Durante mucho tiempo fue buscando piezas de recambio para las motos lo que le llevó a consideraba como de una misma familia por lo que le pidió a Miguel Ángel que las mantuviera juntas. De hecho en el momento de la venta le dedicó una pequeña enciclopedia de Guzzi que le había servido de base para las restauraciones. Desgraciadamente no le ha podido dedicar el tiempo que le hubiera gustado. Ha participado en algunos rallies y «como un orgullo de padre» disfruta mostrándoselas a sus amigos y conocidos. Interés que está inculcando en sus hijos para que las sigan manteniendo. Hemos tenido alguna ofertas para ponerlas en escaparates pero «lo bonito de estas motos es sacarlas y utilizarlas, ahora que los hijos están más grandes».
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Dos andaluzas y una aragonesa Por su matrículas se ve que tienen distintas procedencias (Sevilla, Huesca (2) y Granada), lugar de procedencia de sus primeros propietarios. Según le contó el anterior, Agustín Cruz Villén, perito agrícola y auténtico enamorado de de lo clásico, gracias a lo que le contó y a la documentación de la Cardelino se sabe que la moto granadina fue adquirida por un vecino de Ventorros de San José (Loja), de la que posee todos los papeles (pólizas, impuestos, incluso un préstamo que solicitó ya que la pagó por letras de 5 ó 6 pesetas) y que curiosamente requirió una adaptación en el pedal debido a que tenía una pierna un poco más corta que la otra. Con respecto a la Lario se sabe que viene de Sevilla y que su único propietario se la vendió a Agustín, en un estado bastante bueno por lo que merecía la pena terminarla de restaurar por un buen experto. En cuanto, a la Zigolo y a la Langostino ha podido averiguar que ésta última es fruto de dos o tres motos que localizó para la restauración. Ambas las compró en Huesca pero no pudo saber nada más. Próxima entrega: Antonio Gutiérrez y sus dos Renault Siete |
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