«Siempre se ha dicho que los Hispanos Suiza son de los mejores coches del mundo», nos cuenta durante la entrevista en la que nos ofrece algunos detalles de ambos vehículos que curiosamente coinciden en la procedencia, ya que ambos los adquirió en Barcelona. Nicolás que explica que «de siempre me han gustado muchísimo los coches», considera que su interés por el mundo del motor arranca en Campotéjar cuando con 18 años recién cumplidos comenzó a llevar a su tío, médico de profesión que poseía un Balilla, hasta Dehesas Viejas para que pasara consulta, traslado que luego continuaría con en un 4:4 y por último en un Gordini.
Del Hispano Suiza R60 de color negro y 6 cilindros nos cuenta que su propietario era un taxista de Barcelona, que «más que vender lo subastaba porque un día te decía una cosa y a otro día, otra». Pese a ello se propuso comprarlo y no paró hasta conseguirlo. De este modelo tiene otra anécdota ya que no se le ocurrió otra cosa que introducir la cigüeña del logo en el bolso de mano y en el aeropuerto no le dejaron pasar con este objeto al considerar que podía convertir en un objeto peligroso. Al final pudo traerlo pero perdió el avión. De ello hace una década y, al principio tuvo que resolver otro problema ya que el motor «sonaba regular» debido a un extraño ruido. Una vez en Granada intentó por todos los medios eliminarlo pero no era posible, hasta que al final descubrieron que se trataba de la tapa de la correa de la distribución donde descansa el árbol de levas. Estaba gastada y tenía una pequeña holgura por lo se le puso una nueva y problema resuelto. Este coche que llama poderosamente la atención por su sobriedad y elegancia, también por sus dimensiones pues es un siete plazas, con cristal separador y su peso ronda los 2.500. Además tiene asientos abatibles y una especie de llave inglesa descomunal que sirve para liberar las dos ruedas repuesto.
En cuanto al Hispano-Suiza de 1916 blanco comenta que cuando lo compró a un señor de Barcelona estaba bien del motor y que conserva casi todas las piezas originales como sucede con las ruedas o los faros de carburo. En este caso, tuvo que actuar con rapidez a la hora de adquirirlo para lo que envió el dinero a un primo suyo para que no se lo quitaran. «Fue una buena compra y se restauró con poco dinero», comenta este empresario de Asegra, dueño de una droguería, luego de un Todo a 100 y, por último, de un rent a car, donde alquilaba estos vehículos pero «ahora hay muchos que alquilan y me da cosa». A la hora de ponerle algún inconveniente indica que pega bastantes saltos y los frenos son de varilla como es lógico en un coche que este año cumple un siglo de existencia.
La cigüeña del Rolls Royce español La que en su momento fue considerada como «la mejor marca de automóviles del mundo», competidora directa de la Rolls Royce, Mercedes-Benz o Bugatti, siempre será recordada por su logo de una cigüeña que se podía ver tanto en sus vehículos de lujo como de competición. Esta marca que fue creada en Barcelona en 1904 por la unión del ingeniero Suizo Marc Birkigt, y los empresarios catalanes Damián Mateu y Francisco Seix, se dedicaría a la construcción de motores de avión al estallar la primera guerra mundial, llegando a fabricar un motor de aluminio que consumía y pesaba menos que los de la competencia. El Gobierno francés se decantó por este motor y su célebre cigüeña pasó a identificar en 1919 los vehículos de la marca al adoptar el escudo de la escuadrilla Guynemer de aviones de caza franceses, lógicamente equipados con motores Hispano-Suiza. Próxima entrega: Octavio Castellano Luque y su Volkswagen T2 de 1976 |
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