– ¿Qué sintió al recibir el comunicado de su nombramiento?
– Sentí una enorme gratitud a estas personas y a la Academia, sobre todo por ser un afán muy personal de ellos, debo decir en principio casi más que mío, considerando unos méritos que ellos ven claros en lo que yo he podido hacer en relación con el Arte y con Granada. Básicamente es eso, una extraordinaria gratitud, también el sentimiento de una deuda con ellos que debe traducirse en que lo que yo pueda hacer sea útil para los fines de la institución centenaria de Granada, en general, y en la sección de Escultura, en concreto.
– ¿En qué tema centrará su intervención en la toma de posesión?
– Aún no lo tengo decidido pues esto fue el jueves, aunque lo pensaba como probabilidad. Probablemente tenga que ver con esa ambición máxima hacia o sobre Granada que considero obligada por quienes la formamos como territorio completo, incluida la provincia y el antiguo Reino. Parece como si fuera progresista odiar a Granada, derribarla o no tener una aspiración lo más alta posible. Mi postura, siendo consciente de los problemas que tiene Granada y los granadinos, es para sentir, mantener e inyectar esa visión. Creo que estamos en un momento en el que Granada se desdibuja, se diluye y pierde fuerza en lo relativo a la cultura artística.
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– En sus palabras se denota pesimismo ¿qué se podría hacer para mejorar esta situación?
– Obviamente esto es complicado, pues por un lado nos dibuja un paisaje, un panorama amplísimo y por otro lado una gran cantidad de detalles. Digamos que enumerarlos ahora sería prácticamente imposible. En lo que a los fines de la Academia se refiere, en relación con el Arte y la Cultura pues hay muchísimos aspectos, desde Granada como paisaje natural e histórico, salvajemente machacado con mucha frecuencia. Quizás hoy no ocurriría hechos como lo que sucedieron en el siglo XIX, desde la demolición de edificios históricos hasta la apertura de la Gran Vía, cubrimiento del río Darro o la destrucción de la Casa de los Miradores o la Puerta de las Orejas. Recordaría algo, casi perdido en la memoria de los granadinos preocupados por la cultura artística como fue el proyecto de Juan March en las Torres Bermejas que hace dos décadas era un proyecto al alcance de la mano y de pronto se diluyó, al igual que otros que eran regalos para Granada como el de hacer un gran museo de tapices en el Hospital Real recién restaurado el edificio. O el caso del Maristán, un edificio del siglo XIV que podría reconstruirse perfectamente sin que cupiesen acusaciones de pastichismo o de no ser riguroso en lo puramente arqueológico y sigue abandonado, en un estado de degradación lamentable.
– Las esculturas en espacios públicos es un tema que en Granada suscita numerosas polémicas ¿qué piensa de ello?
– Quienes me han propuesto, escultores de formación académica y académicos consecuentes como decía Joseph Beuys, consideraron que mi aportación podía ser interesante desde un doble punto de vista a la escultura antigua, histórica, pues en mis exposiciones siempre han estado presentes tanto imágenes policromadas hasta lo que ha sido la memoria de licenciatura sobre el escultor granadino Juan Cristóbal. Por otro lado me insistieron en que esta medalla era la de uno de mis maestros, Domingo Sánchez-Mesa Martín, cosa que debo decir me ilusionó especialmente queriendo creer que a él le hubiese parecido bien. Respecto a las polémicas en Granada en relación a la presencia de esculturas en espacios públicos yo hablaría solo de gastar criterio, de que las decisiones en ese aspecto sean lo más técnicas y lo menos políticas posibles. Que todo el mundo sea moderado en el sentido de que sea consciente de los conocimientos sobre lo que se habla y de que la polémica, la discusión y la controversia es buena salvo si se trata de un enfrentamiento barriobajero a ver quién consigue el insulto más grueso, dejando el criterio, el conocimiento e incluso el gusto, muy atrás. No quiere decir que todo lo que se ha instalado en Granada sea igual de bueno o tenga el mismo nivel, pero todo se puede tratar en un plano de discusión. Granada ha perdido ocasiones de propuestas nacionales e internacionales del propio Pérez Villalta, James Lee Byars, Richard Long en Sierra Nevada , Constantin Brancusi o el citado proyecto de Colinas Bermejas,…
– Entre las asignaturas que imparte está ‘Análisis de las tendencias pictóricas actuales’ lo que no da pie para preguntarle ¿cómo ve el panorama actual de la pintura en Granada?
– Es un panorama indudablemente valioso con figuras estimadas en el panorama nacional, nacidos en Granada o vinculados a Granada porque han venido a estudiar Bellas Artes. Yo hablaría de un excelente estado de salud de la práctica artística en Granada. Por otro lado hablando de los artistas y de los medios de vida necesarios para vivir, Granada es un espacio más limitado. Cuanto más poder y dinero se concentra en una ciudad mayores son las posibilidades. Lo podemos ver en lo que se podría llamar la Granada en Madrid en el siglo XX con Federico García Lorca, José Val de Omar, Manuel Rivera, Luis Rosales,… y otros granadinos ilustres que no cortaron su relación con su ciudad de nacimiento.
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Recuerdos de su infancia con colores de acuarelas
Nació en la céntrica calle Duende de Granada, un 13 de octubre de 1960. Por eso los recuerdos de su infancia está vinculados al Barrio de San Antón. También a los paseos dominicales por los bosques de la Alhambra, el palacio de Carlos V, el Paseo de los Tristes o «la romería de San Miguel a la que me llevaron mis tías siendo Realizó su tesis doctoral sobre ‘Paisajes de Granada de Joaquín Sorolla’ y ha sido comisario de numeosas exposiciones como ‘Manuel de Falla en Granada’, ‘Ramón Pérez Ayala y las artes plásticas’, ‘Gitanos’, ‘Centenario de la Real Chancillería de Granada’ preparada con Javier Moya y David Torres o la del Carmen de los Mártires. Por supuesto, destaca la realizada con una selección de obras del Museo de Bellas Artes de Granada que llevó al Museo de las Bellas Artes de San Fernando en Madrid o la dedicada a la poderosísima figura de San Juan de Dios en el Hospital Real, y, por supuesto, la de Sorolla que viajó a Valencia y Madrid, entre otras.
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