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Ochenta páginas, 68 poemas repartidos en cinco capítulos en los que muestra sus sentimientos a sus seres más queridos como sus padres o sus amigos como es el caso del poema ‘Hermano del corazón’, dedicado a David Castillo, su «amigo, hermano y compañero de juegos» fallecido a edad temprana.
También a Angie, una amiga cuyos hombros para llorar siempre encontró y a los poetas que «buscan la parte hermosa de la vida para transmitirlo con sus palabras». A la hora de componer para ella es importante tanto el fondo como la forma, lo que se quiere expresar y el lenguaje con que se transmite. En el tercer capítulo que ha titulado ‘Sentimientos’ habla de la hipocresía, la nostalgia, la amistad,… y en el cuarto dedica trece poemas a los lugares bonitos de Lanjarón, como la placeta de Santa Ana que cuidan los propios vecinos o el parque del Salado. Pueblo en el que ella encontró trabajo y también el amor, y que en la primera presentación de este libro el pasado 19 de febrero, obtuvo una magnífica respuesta por parte del público, hasta el punto de convertirse «en un día de los más inolvidables de mi vida».
El último capítulo lleva por título ‘Languidece’ en el que se lamenta que pasemos la vida con rencores estando más pendientes de los otros mientras va pasando la vida. «Este poemario surgió a raíz de caer en una depresión, que como se sabe no siempre se cae por motivos reales», pues como reconoce en el poema ‘El día en el que entendí’ volvió a nacer cuando se dio cuenta de que ella misma era su principal enemigo. Por eso también es consciente de que muchas personas se van a identificar con sus poemas y de que en su caso «escribir poesía es la mejor terapia cuando se cae en la depresión». En cualquier caso, ella se muestra optimista al entender que se puede salir de la oscuridad y que se puede transformar, en modelo de esperanza y vitalidad, lo mismo que la larva en crisálida.