Si hubiera que elegir un nombre a parte del que todos conocemos este sería “El Parlamento”, pues allí se reúnen todas las ideologías políticas y sociales que habitan en el pueblo, así mismo también podría llamarse “La pasarela”, pues todas las mujeres se siente observadas cada vez que pasan por allí, también cabría llamarle “Centro Médico”, pues todo el mundo comenta sus dolencias y recibe sus remedios; cómo no, se le podría llamar “el INEM”, pues todas las contrataciones de personal se gestionan en la Pontanilla como si fuese una auténtica Oficina de Empleo.
Si echamos la vista atrás, no tenía la importancia que después se le fue dando, ya que en Salobreña se entraba por la entrada del Cuartel de la Guardia Civil, el Portichuelo y la Calle Cristo tenían la mayor importancia, ya que toda la vida transcurría paralela a dichos lugares. Pero con el tiempo y la apertura de la entrada por la Aduana, el traslado del despacho de la Alsina y la apertura de varios bares fue tomando protagonismo.
Un hecho significativo marca el relanzamiento de dicho espacio como lugar preponderante de encuentro de Salobreña y fue el encauzamiento de las Pilas, pues hasta que esto ocurre cada año se desbordaban y algún que otro, con daños realmente importantes, pues la inundación llegaba hasta la Fábrica Nueva, inundando la mayoría de las casas. Otro hecho significado que relanzó todo este espacio del pueblo, fue la construcción del Grupo Escolar, pues hasta entonces todos los niños teníamos que subir a lo alto del pueblo, como se decía antes, para ir a la Escuelas.
Poco a poco, los vecinos de la parte arriba del pueblo, se fueron viniendo para abajo y la vida adquirió otra dimensión. Recordar que el primer Supermercado con cestas para comprar y caja registradora que vimos en Salobreña, lo puso Jorge Martín y mi prima Pepa en la Pontanilla, algo muy comentado y poco visto por nosotros, acostumbrados como estábamos a la Tienda personalizada de Santiago Romera, Pepe Hernández o mi tía María.
La Parada de Taxis también tenía su sitio preponderante, abrieron los bares de Cecilio y el bar de la Sole, más tarde abrió en la portería el bar de Paqui y su marido Miguel Benavides y por supuesto abrió el primer centro comercial del pueblo, pues como tal se podía decir de la tienda de Paquito Franco, que se trasladó desde la calle Cristo. Cualquier cosa, artilugio o necesidad que tuvieras allí lo encontrabas seguro, pues su catálogo de artículos era tal que difícilmente hoy día un gran centro comercial pueda abarcar.
En época de campaña o zafra como se le quiere llamar ahora, pero siempre fue «la Campaña, la Pontanilla» era el centro por donde pasaban todos los acarretos que venían cargados con la caña de azúcar y los críos aguardábamos tal momento al salir de la escuela para distraídamente sacar una caña del haz que llevaba el borrico. Al tener tan cerca la Fábrica ‘San Francisco’, en esta época de molienda el olor a rico néctar de costra de azúcar se percibía por todo y el agua que traía las Pilas era de ese color amarillento-grisáceo y olor profundo que después de tantos años sigues recordando.
Todo cambia, todo se transforma, pero la Pontanilla sigue estando ahí o como dice la canción:
«Acompaño a mi sombra por la avenida,
mis pasos se pierden entre tanta gente,
busco una puerta, una salida
donde convivan pasado y presente,
y ahí está, ahí está la Pontanilla».