Si habías nacido a finales de los años 50, seguro que lo has sufrido en silencio y en el baño de tu casa. Sí, la experiencia de limpiarse con el papel higiénico “El Elefante” es de las que no se olvida y una de esas cosas que agradecemos enormemente que hayan evolucionado. ¿Acaso alguien lo echa de menos
No hay que remontarse a épocas muy remotas. Hace cuarenta y pocos años aún se usaban hojas de periódico como sustitutivo del papel higiénico. Yo era muy pequeño y recuerdo que en algunas casas y bares había un gancho de alambre con recortes de prensa pinchados. Ahí creo, comenzó mi afición a la lectura.
Después se normalizó el uso del «rollo», pero los primeros que recuerdo de este tipo eran satinados, tal vez por considerarlos más suaves, aunque no pensaron en su deficitaria absorción. Efectivamente, aunque todos nos referíamos a él como papel Elefante no aparecía este nombre escrito por ninguna parte por lo que me empiezo a cuestionar si realmente era ese su nombre
Por más vueltas que le he dado toda mi vida no encuentro ninguna conexión entre el papel higiénico y un elefante. Y además de color rojo. Parecía que trataba de camuflar las manchas cuando en estos casos se trata de todo lo contrario. Mucho mejor blanco. Hoy nos resulta muy difícil imaginarnos ir a una tienda y comprar solo un rollo de papel higiénico, cuando lo normal es comprar un paquete de 12, 24 ó 36 unidades y aun así quedarse corto. Creo que lo poco placentero que resultaba la experiencia tiene mucho que ver en que un solo rollo durara tanto. Esto y que supongo que cuando salió sería un artículo de lujo.
Yo creo que hoy en día hay tantas hemorroides debido al papel “Elefante” que utilizábamos antaño. Parecía papel de lija. Pobres traseros de aquel entonces, aunque también había gente que se lo limpiaba con hojas de periódico así que tampoco me sorprende mucho y más aún en épocas de necesidad, a saber si ahora pasa igual en muchos hogares con la crisis.
Utilizar el papel tenía su truco. Había que arrugarlo un poco, y evidentemente, utilizar la parte no brillante. Los tiempos han cambiado pero tal como van las cosas no me extrañaría nada que volvamos a tiempos pasados.