– ¿Dónde se encuentra el origen de este poemario?
– Últimamente leo mucho. Las circunstancias personales (menor movilidad y un deseo enorme de profundizar en temas como El Hombre, El Universo, La Vida, La Muerte, etc., ), por un lado, y mi inquebrantable lealtad hacia Murakami, de quien soy un lector empedernido, me permitieron, no sé cómo, leer algo sobre la mitología japonesa. Creo con sinceridad que este puede ser el punto de arranque de este poemario, titulado Trilogía poética de u hombre silente. En el Kojiki se puede leer cosas interesantes. Resumiendo: los 17 dioses autocreados, que habitaban en los Llanos del cielo decidieron engendrar a la humanidad y enviaron a dos seres celestiales a la Tierra para tal fin. Antes tuvieron que construir El Puente Flotante, o lugar de tránsito entre cielo y tierra. Justo lo que buscaba para situar al Hombre (al humano, sería más preciso) frente a los tres lugares: Tierra, con los problemas que conlleva, como Naturaleza, la dimensión de los sentidos humanos, etc., Cielo, que yo asocio al sentimiento más profundo que tienen los humanos, y El Puente Flotante, o lugar de tránsito, que tiene una dimensión más de terminación que de vida.
– ¿Cuáles son las partes que lo componen?
– La trilogía, que tiene en común siempre al hombre, está compuesta por Íntimo Otoño (Libro primero, en el que describo el sentimiento del amor desde todos los puntos de vista; El Hombre Silente (Libro tercero, que sitúa al hombre frente a los problemas terrenales, tanto sociales como naturales o filosóficos); y entre ellos El Puente Flotante (Libro segundo), que me ha servido para, en base a 21 poemas, desarrollar ciertos pensamientos filosóficos. En total, el libro contiene 85 poemas con el hilo común antes expresado. Es preciso mencionar que, además de ese hilo conductor, he manejado diversos conceptos poéticos. El primero de ellos está contenido en el propio título: El Hombre Silente.
– ¿Es usted el hombre silente?
– En uno de los poemas de mi Trilogía poética de un hombre silente, escribo:
Solo la vida planta cara a la vida
Pero es preciso infringir sus normas.
Ese sería el hombre silente. Sin embargo, llegar a esta conclusión exige de una cierta edad y de una cierta sensibilidad ante “las cosas del mundo”. Por eso, quien lea ese poema (número 3 del libro) pensará que soy yo el hombre silente: alguien que vive su otoño, hermoso otoño después de haber vivido otras estaciones, sensible, vitalista, que cree en el amor como fundamento del propio universo. El hombre silente sería la idealización de mis propias convicciones. Y está muy generalizado aunque, a veces calle demasiado y no infrinja las normas impuestas en la sociedad pero no acordadas. Creo firmemente que el propósito del Universo no es otro que la vida, hasta tal punto que se podría decir “muero porque vivo”. No concibo un Universo muerto, aunque existan lugares sin vida. Por eso, mi deseo es que se entienda este poemario como una lección de vida. Sé que es mucho decir y que mis pretensiones son demasiado elevadas, lo que es propio de los maestros de la poesía. Y yo soy simplemente un humilde científico metido a poeta. Pero la Utopía siempre es motor de vida y yo he preferido usarla aquí para decir cuáles son mis objetivos.
– ¿Qué representa la gaviota en su obra?
– Otro concepto poético, presente, sobre todo en el Libro segundo, titulado El Puente Flotante, es el uso de una gaviota que viene cada día a verme y con la que mantengo conversaciones muy diversas pero aclaratorias del papel del Hombre Silente en el mundo. Reconozco que soy un enamorado del mar, mejor dicho de los dos mares que conozco, el mar de agua (nuestro Mediterráneo), y el mar de olivas. De pequeño mi padre me decía, refiriéndose al mar de agua: “Niño, no te vayas muy lejos porque en el horizonte hasta el sol se pierde y no sabe encontrar el camino de vuelta”. Pero el mar ejerce sobre mí una gran atracción, aunque cada día estoy convencido de que soy yo, con mi sensibilidad, con mi vitalismo, quien ve al mar de esa forma tan particular. La gaviota viene a representar mi vida interior, mi vida pensada, mis sueños, mi vida imaginada, y no se trata de una simple ave que habla. En mis intervenciones en Radio La Voz de Granada, tristemente desaparecida, yo creé a Fátima, que representó el mismo concepto que la gaviota pero con forma humana.
Para aclarar este concepto, leeré el poema número 44 que dice así
En el alabado nombre de los dioses del universo, ¿Amáis?,
¿sentís los secretos del otro yo?.
El origen del mundo es también el del amor.
Cuando no había mar con olas frías,
Cuando el alto cielo no era ni siquiera un espejismo
De futuro inexistente,
Ya existía el amor como propósito del universo.
En los tiempos anteriores a los dioses griegos o a los nórdicos Trolls,
Antes de que Ymir o Zeus vivieran,
Hubo amor.
Amar es propósito, objetico, idea, meta, pero nunca
hecho recordado.
Esta mañana de azules y blancos, de vida vertical
La gaviota reidora, en su diaria visita, no entiende mi mensaje
Amar, gaviota, acaricié su cabeza en respuesta a su graznido,
Es deseo, locura, pasión, es futuro y anhelo
El amor es siempre lo pendiente y nunca lo completado.
Los objetos simulados son complejos y terribles.
A veces el hombre los confunde y los modifica.
Terrible es el hombre.
– ¿De dónde ha salido su vena poética?
– Eso mismo me pregunta muchos amigos. Realmente llevan razón, 48 años de vida académica (la mayor parte como Catedrático de Química Orgánica) no pueden de la noche a la mañana transformarse en humanismo y poesía.
Uno lee. Yo tuve la suerte de tener a José Martín Recuerda como profesor en el Instituto Padre Suárez y más tarde como director del grupo de teatro conocido como TEU. Eso me hizo leer desde los clásicos a lo que en aquel momento se leía (Borges, Camus, Ionesco, los grandes maestros rusos y americanos, etc.) Y también a nuestros escritores y poetas. De todo esto queda un poso, como el café deja siempre un resto que algunos aprovechan para adivinar nuestro pasado.
El resto lo pone la sensibilidad del poeta ante la vida. Por ejemplo, yo voy paseando y me surge una idea ante algo que he visto o escuchado. Así, escuché una canción en el que el cantante hablaba de que “El hogar está donde esté el corazón. Y me sirvió para escribir un poema. Es el siguiente:
El hogar está donde esté el corazón
Dijo, más bien espetó, el músico.
El clarinete pareció entender el mensaje, y
Vació su armonía de aire;
así me hizo comprender la frase.
El hogar existe donde exista amor.
Luego, como quien no desea el virtuosismo,
Me regaló una escala armónica infinita, que
Me llevó al sitio del amor.
Allí te encontré y entendí al músico.
En fin, si tuviese que decidirme por una sola influencia le daría el nombre de Jorge Luis Borges, de quien estoy a miles de años luz de retraso.
– Muchas gracias, enhorabuena por el libro y que su paso por la Feria del Libro de Granada sea todo un éxito.