– Hasta ahora el significado de varada siempre lo asociábamos a las embarcaciones que se ponía en seco o en la playa para su restauración ¿Es ‘La memoria varada’ una obra con la que pretende reparar unos hechos acaecidos 80 años atrás?
– Sin duda. La verdad es que tengo que confesar que el título ‘La memoria varada’ no es el título original del libro, para el que tenía pensado otro. En el momento de publicarla buscamos un título que tuviese más fuerza e identificara más la historia con lo que realmente sucedió y con el objetivo final de la obra que no es otro que dar a conocer al mayor numero de personas posible este episodio en los albores de la guerra civil que supuso el primer macro juicio del franquismo. Creo que es de justicia que aquel suceso, paradigma de lo que luego iba a suceder en la España de la guerra civil y de la dictadura, tuviese la repercusión que tenía que tener y que se diera a conocer al mayor números de personas posible. De ahí lo de varada porque en nuestro país, tradicionalmente se ha ocultado y silenciado no solo este episodio sino miles de episodios más relacionados con la represión. Fue gracias a mi mujer como acuñamos este título poético para explicar que lo que contenía esta obra que no es otra cosa que la recuperación de uno de los episodios más atroces ocurridos en Andalucía durante el franquismo, ocurridos en Huelva donde actualmente desarrollo mi actividad profesional.
– ¿Por qué eligió el género narrativo en lugar de hacer un libro de testimonios o un ensayo sobre unos hechos como habría sido más lógico?
– Cuando empiezo a investigar los hechos, a raíz de una llamada a la radio me hago con un material que me parece muy susceptible de ser novelado como son las cartas de uno de los presos, Luis Marín Bermejo, condenado a cadena perpetua y a la muerte. Esas cartas son una joya literaria en sí misma. Es cierto que desde el punto de vista de la investigación histórica son un elemento capital pero cuando me sumerjo en el expediente 95/36 que tiene el grueso del proceso sumarial me dio cuenta que hay más material susceptible de ser novelado. Cuando llego a la última parte de la investigación cuando se dicta sentencia contra los 70 hombres que estaban hacinados en las bodegas el barco descubro un elemento que hace que se me revuelva el estómago y me dé un vuelco el corazón que me hace apostar por el género literario con la idea de que llegase a un público mayor y recuperar la verdad que se había ocultado.
– ¿Cómo ha conseguido que el juez Baltasar Garzón avale su libro con un texto introductorio del que se ha extraído la frase que va en la portada: «La memoria fortalece el futuro de los pueblos. No olvidar sucesos como el de La Pañoleta nos muestra la urgencia de la justicia»?
– Primero tengo que decir que para mi fue un honor y un orgullo que Baltasar apoyase mi trabajo y lo avalase pues estamos hablando del máximo referente a nivel internacional de la lucha por los derechos humanos y también en España por la recuperación de la verdad. Cuando termino de escribir la obra, pienso en él porque parte de los presos condenados a muerte son naturales de Valverde del Camino donde Baltasar Garzón tuvo su primer destino e intuía que probablemente supiera de este acontecimiento. Así fue, cuando comienza la campaña de acoso y derribo contra él en España el ayuntamiento de Valverde tuvo a bien dar un paso adelante y nombrarlo Hijo Predilecto. En aquel momento conseguí entrevistarlo para Canal Sur y conservaba el contacto del intermediario y recurrí a él. Le conté que había terminado esta obra y que tal vez a Baltasar le gustaría leerla. Se la pasé y a las dos semanas me llamó, con la sorpresa que efectivamente se la había leído y no solo le había entusiasmado sino que quería apoyarla gratuitamente con un texto introductorio y su deseo de asistir a la presentación que se hizo en Huelva. Finalmente no pudo pero envió un vídeo promocional en el que explica el porqué respalda esta obra al estar en sintonía con lo que él defiende como es la recuperación de la verdad y la justicia en nuestro país.
– ¿Hasta qué punto ha sido fiel a la realidad histórica?
– Anuncio en el prólogo que todo lo que se va a encontrar el lector está basado en documentos oficiales, extraídos de hemerotecas y textos inéditos que por primera vez ven la luz. En todo momento he buscado que absolutamente todo lo que aquí se cuenta sea verdad, tenga una base científica y real. Es cierto que ha sido una tarea ardua y difícil novelar tantos documentos oficiales y las cartas de Luis, una persona que sabe que va a morir ejecutada, son textuales no hay ni una sola coma, ni un punto y aparte cambiado. Las declaraciones de los detenidos son extraídos del expediente y la reconstrucción de lo que ocurre en esos días tiene su base en uno de los atestados que me encuentro. También mi propia investigación que se cuenta a modo de intrahistoria y de metaliteratura son verdad. Prácticamente el 99% de lo que cuenta es real y creo que ese es uno de los grandes méritos de esta novela. Pocas novelas pueden presumir de eso, y me siento muy orgulloso de esa parte real y fidedigna de la historia. Creo que cuando se aborda un acontecimiento de estas características relacionado con la memoria histórica y con un episodio concreto hay que ser muy riguroso. No hay que inventar pues la realidad es demasiado potente. Ahí está, yo tenía ese material que habla por si solo.
– ¿Le han quedado más ‘historias varadas’ en el tintero?
– Sí. Yo esperaba que este libro podía funcionar por el dramatismo que contiene, sobre todo en la parte occidental de Andalucía. También ha tenido mucho reflejo fuera de ella. Lo que no me podía esperar es que iba a producir una reacción en cadena pues desde el minuto uno en el que doy a conocer que se va a publicar una historia sobre estos hechos empiezan a contactar conmigo a través de redes sociales, teléfono y en las presentaciones empieza a acudir personas que están ahítas de verdad, necesitadas de verdad. No solo descendientes de las víctimas de este suceso sino de otros relacionados con la represión en distintos puntos de Andalucía y que necesitan dar a conocer que a su abuelo lo mataron en tal sitio, que su tío está enterrado en tal fosa, etc. De ahí la confirmación de que es un trabajo que tiene mucho sentido y que es una asignatura pendiente que tiene nuestro país para con las víctimas. Nuestro país no ha hecho prácticamente nada por recuperar la memoria de las víctimas de la represión, otros países sí lo han hecho. Han creado comisiones de la verdad, se han investigado los hechos, aquí no, se siguen tapando los crímenes del franquismo y no pasa absolutamente nada. Hay una luz al final del túnel, se están haciendo cosas a través de las Asociaciones de Memoria, hay una ley en ciernes en Parlamento Andaluz que espero que al menos sirva para devolver la dignidad a todas esas personas que murieron por defender la libertad en nuestro país.
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– Dado que se conoce de antemano el desenlace de la obra ¿Cuáles son los principales recursos literarios que utiliza para atrapar a los lectores a lo largo de las casi 300 páginas de la obra?
– Claro, era el punto de partida. Sabía que tenía que escribir una historia cuyo final ya era conocido, desgraciadamente, el fusilamiento de 67 personas. Como tenía mucho material me planteé escribir la novela a modo de un puzzle para que el lector fuese conociendo sobre la marcha y atando cabos del conjunto de la historia. Empiezo contando un juicio con las declaraciones de unos detenidos que el lector no sabe porqué los han detenido y en base a su testimonio va a ir conociendo, junto con otras tramas más, como son las cartas de uno de los protagonistas y la reconstrucción de los hechos. Con ese prisma literario que voy creando todas las historias, que son muchas, van convergiendo en una sola que es sencillamente la muerte de los protagonistas de ‘La memoria varada’.
– Víctimas, que, por cierto, eran todos muy jóvenes…
– Sí, la mayoría eran chavales sin formación militar que tenían en torno a 18, 20 o 22 años. Es cierto que tenían una sensibilidad obrera importante pues eran naturales de la comarca minera onubense, muy sensible tradicionalmente con los temas de explotación de la mano de obra local por parte de las compañías mineras inglesas. Cuando se produce el alzamiento dos políticos onubenses conscientes de esa sensibilidad y predisposición que había en la zona acuden para reclutar a gente que quisiera combatir el golpe de Queipo de Llano en Sevilla. Muchos de ellos sostienen que no sabían realmente a dónde iban, que fueron engañados, si bien podemos reconocer que y es una de las conclusiones a las que yo he llegado tras la investigación es que en ningún momento pudieron calibrar la dimensión de los acontecimientos y pagaron muy caro, es decir con su vida, el arrojo que demostraron en aquel momento.
– La obra va por su cuarta edición y la ha presentado en una treintena de lugares, entre otros en la Universidad Internacional de Florida, en Miami, está claro que ha merecido la pena el esfuerzo y el tiempo que le ha dedicado a dar forma y publicar esta novela…
– En efecto, y no solo por lo de Miami que también pues es un espaldarazo, ya que la represión en España cobra una dimensión internacional, pero sobre todo por los lectores que han hecho que desde el minuto uno me sienta muy recompensado. Minuto uno que se produce cuando una descendiente de una de las víctimas contacta conmigo y me agradece personalmente que publique esta historia. Desde ese momento me siento recompensado por los cuatro años que he dedicado a esta investigación. Yo decía que si los descendientes de los 70 procesados en ese macro juicio franquista tuviesen la oportunidad de acceder a este libro y conocer los hechos que realmente sucedieron me sentiría satisfecho. Y así ha sido. Para mi fue una sorpresa que contactaran conmigo desde la Universidad Internacional de Florida pues querían que yo hablase de este episodio lo que me lleva a la reflexión de la necesidad que hay aún hoy en día por saber e indagar la verdad. Me da lástima que sea una una universidad extranjera la que ponga su foco en este acontecimiento tan cruel como el ocurrido y que aquí la sociedad y las universidades no tomen conciencia de lo que ocurrió y que no existan fórmulas de reparación hacia las víctimas.
– Hace once años puso en marcha una sección en el programa Huelva Hora Sur de Canal Sur Radio, un magacín sobre la memoria histórica, ¿Cuál es su opinión sobre la actual Ley de la Memoria Histórica?
– Es muy buena ley sobre el papel. Creo que se ha hecho con muy buenas intenciones, que hay una buena labor de los dos partidos que principalmente han estado implicados en su elaboración, de impulsarla primero IU en el pacto de Gobierno anterior, después con el testigo tomado por el PSOE que esta contando con la implicación de las Asociaciones de Memoria Histórica. Ahora bien quiero ver en un futuro que esa ley está dotada de presupuesto pues es la clave fundamental. En nuestro país son 114.000 personas desaparecidas, somos el segundo país en el mundo después de Camboya, en número de desaparecidos. Si bien la ley tiene muy buena pinta necesita ir acompañada de un presupuesto acorde a las expectativas que está creando en nuestro país y en particular en Andalucía.
– ¿Todo comenzó con una llamada telefónica?
– Cuando llego a Huelva y empiezo mi trayectoria en la radio creo una sección de memoria histórica cuando esta expresión no tiene el significado que tiene hoy en día pues no había tanta consciencia quise crear una sección con la idea de que fuesen los oyentes los que hablaran. Estamos hablando de una provincia como Huelva que sufrió una de las mayores represiones de toda Andalucía. Que sepamos a día de hoy con unos 6.000 represaliados por el franquismo. Mi sorpresa fue que ese teléfono empezó a sonar y llegaron muchas historias contándome casos particulares sucedidos en distintos puntos de la provincia onubense y una de esas llamadas proviene de Luis Cassà que me habla por primera vez de los sucesos de la Pañoleta de la columna minera de Río Tinto, el llamaba porque quería un certificado de defunción de su abuelo, para saber donde esta enterrado, cosa que todavía no sabemos. Meses después me entero de que han descubierto las cartas que su abuelo había escrito desde el barco en que había estado preso. Cuando me enteré me puse en contacto con Luis y le pedí que me lo cediera con idea de leerlas y trabajar sobre ellas. No me puso ninguna pega, sólo una condición que hiciera lo que hiciera con ese material tan íntimo, tan familiar, que había estado escondido durante tanto tiempo por miedo, siempre consultara a la familia. Desde entonces comencé a trabajar en esas cartas y con otros documentos, siempre en contacto con la familia, dando como resultado este libro que presentaré en Granada, lo cual para mí es muy especial, tras lo cual hago un paréntesis ya que preparo una nueva andadura literaria.
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