Desde el momento que ingresabas en la escuela, la señorita Nati o Don Evaristo comenzaban su tarea educativa con el «buenos días», «buenas tardes», «pase usted primero», «muchas gracias»; he vuelto atrás en el tiempo para rescatar agradables recuerdos de mi infancia y rendir un modesto homenaje a algunos de los maestros que impartieron clase en las escuelas de Salobreña y que pusieron toda su dedicación posible para hacer que sus alumnos/as, el día de mañana, llegaran a ser personas de provecho como se decía entonces.
Una época en la que el maestro era el alma de la escuela y una pieza fundamental en la sociedad, nostalgia, recuerdos y un reiterado «te acuerdas de…y que hoy lamentablemente no se lleva.
El saludo siempre fue lo primero que nos enseñaban desde que aprendíamos a hablar. Quien no recuerda dar los buenos días al levantarse y por la noche al acostarse dar las buenas noches, además de un beso a todos los de la casa cuando éramos pequeños. Otro saludo que se usaba mucho era el adiós, contestando el que lo recibía, ¡Vaya usted con Dios!. Pero los tiempos cambian y hoy día, si alguna vez dices adiós, se te quedan mirando como si hubieras dicho algo extrañísimo y nunca jamás escuchado.
En mi casa, mi madre era la que llevaba la voz cantante en cuanto a modales y educación, me explicaba directamente y al grano como debía comportarme, como debía dejar la ropa al quitármela, como debías ordenar, como debía comer. En fin, me ayudaba y guiaba en la procelosa travesía de la infancia a la juventud. Me asesoraba en las buenas costumbres y los buenos modales que nos ayudarían en el futuro a saber comportarnos en sociedad.
El día a día en nuestros tiempos, puede parecer ridículo y obsoleto, sobre todo por el excesivo formalismo y carácter casi ritual de muchas de las recomendaciones, pero no cabe duda que muchas de ellas son parte de nuestra cultura y están interiorizadas en nuestro comportamiento diario.
Cada día, tal vez por los años o quizás porque estoy preocupado con dejar a mis Nietos ciertos sentimientos y modales que he ido heredando y cultivando a lo largo de mi vida, me preocupa más el mal humor y carácter que impera en nuestra sociedad.
No hay ventanilla, taxi, autobús, consulta, etc. en donde no veas una mala cara y unos malos modales. Miedo me da dejarme ayudar por alguien en un paso de peatones y que me deje en medio cuando se cierra el semáforo. Te miran como un bicho raro, si cedes tu asiento a una persona, la vez a una mujer, regales una sonrisa o des las gracias por casi todo.
Sigue la canción de Serrat…»cuando la cague, haga el favor de engalanar la boñiga. Que admirado, el mundo diga, que lindo caga el señor».
Por favor un poco más de buenas maneras y mejores costumbres, pues en el fondo, aunque no queramos reconocerlo todos, sí todos necesitamos esa buena sonrisa y esos buenos modales para seguir adelante.
(PD) Dedicado a un buen Maestro como Antonio Arenas
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