A los pequeños artistas se les proporciona todo el material necesario para llevar a cabo cada una de las obras. A pesar de que la jornada de tres horas y media parece mucho tiempo para que los niños estén pintando, la estrategia seguida es la misma que la que utiliza cualquier profesional que se dedica a crear: se estudian los objetos o imágenes, realizando los primeros esbozos sobre el papel, lienzo o tabla; se alternan diferentes disciplinas para que el trabajo sea más ameno, entre ellas destacamos el grabado al aguafuerte, algo exclusivo en La Granja, donde los niños aprenden todo el proceso de creación de una matriz, el dibujo de esta con la punta seca, (la mordida en el ácido se hace cuando no hay niños, pero sí se les explica) y el proceso de estampación donde los alumnos disfrutan viendo cómo después de entintar una matriz, la imagen se traspasa al papel en el tórculo como algo mágico.
En cuanto a la exposición, se puede comprobar en los cuadros cómo cada pequeño artista va madurando su personalidad plástica, ésto se aprecia, sobre todo, en aquellos que llevan tres años aprendiendo en La Granja aunque sorprendentemente cada vez hay más niños que se incorporan a las clases y vienen cargados de vocación.
El objetivo principal que se pretende en el taller de grabado La Granja no es entretener a los niños que les gusta pintar o dibujar sino guiar a aquellos niños que con su sensibilidad creadora, manifiestan grandes facultades a la hora de abordar su trabajo creativo, su personalidad y estilo en el trazo o pincelada.