Muchos nos habían hablado de él. «En esta sección no puede faltar un reportaje dedicado al Automuseo de Moraleda de Zafayona», nos decían quienes habían tenido la suerte de visitarlo. Ha sido nuestro buen amigo Chema Cotarelo quien gracias a sus buenos contactos con el propietario del Restaurante El Cruce el que ha conseguido que Chari Herrera, viuda del fundador Rafael Carrillo Arroyo, nos abriese la puerta y pudiésemos contemplar la cantidad y variedad de coches y motos que reunió este mecánico fallecido en 2005 en un inesperado accidente cuando arreglaba los frenos de un camión. Cerca de este restaurante de carretera en la A-92, a la altura del kilómetro 210, tras una fachada almenada en la que se puede leer un letrero pintado con las letras Automuseo se reúnen casi dos centenares de vehículos, entre motos y coches, muchos de los cuales harían las delicias de cualquier aficionado.
Chari nos recibe a las puertas de este museo privado y nos va enumerando algunos de los coches más singulares así como detalles de su historia. «Se podría decir que el museo comenzó a formarse en Barcelona, cuando mi marido compró aquel biscuter. Emigró a Barcelona con 18 años, ahí empezó su afición. Hablamos del año del 76-77. Él era mecánico que incluso estuvo en el París-Dakar en el año 88. Creo que fue el primer granadino participante», nos cuenta con una mezcla de tristeza y orgullo. Cuando le interrogamos sobre cuántos vehículos pudo reunir en su vida estima que «entre motos, camiones y coches, puede haber de 180 a 200 vehículos, pues a estos hay que añadir los de la calle y los cincuenta y pico que tenemos en otra nave en Loja. Como museo privado no creo que en Granada haya nadie que tenga tantos coches y motos». Y es que Rafael era un gran apasionado que disfrutaba arreglándolos en su taller.
De hecho es tal la cantidad de vehículos que apenas podemos caminar y acercarnos para contemplar con detalle alguno de ellos. Los hay de marcas conocidas, e incluso alguno que ha pasado al mundo del cine pues se utilizó en la película ‘Lorca, muerte de un poeta’, en concreto un Chrysler americano, modelo 75, de 1929 que le regalaron por reparar el motor de un pozo. Al lado un Mercedes que dicen Salvador Dalí regaló a su médico de cabecera «pero hemos mirado y no hemos encontrado documentación que lo acredite». Y una precioso Nash de 1928 que compraron en Cuevas de San Marcos por 7.000 pesetas. También podemos contemplar un Ford T que fue utilizado en la grabación de la película ‘Al sur de Granada’ junto con un Citroën que les permitió conocer y tratar a la actriz Ángela Molina, pues siempre intervenía de extra conduciendo sus coches. En una ocasión también alquiló una moto y varios coches para la cabalgata de Reyes de Sevilla. En un segundo espacio encontramos un Ford A con el volante a la derecha de Uruguay que se trajo por piezas, gracias a que el suegro trabajaba enn la aduana de Barcelona y que había cambiado por una máquina retro.
En opinión de Chari era una época en la que la gente apenas le daba valor a los coches clásicos. «La gente le decía a mi marido tengo un Mercedes 190 Colas en un cortijo y se lo ofrecían», cuenta. Algunos incluso estaban bien a excepción del Mercedes Adenauer que consiguieron en Barcelona. De esta manera, unos por cambios, otros a precios de chatarra y otros a través del desguace fueron consiguiendo estos vehículos que luego pacientemente restauraba y pintaba. Chari nos cuenta que tiene tres hijos, y «a todos les gustan los coches. Nadie quiere que los venda, y eso que a una la tengo en Inglaterra y otra, María es la que se encarga de alquilarlos para hacer alguna película. Mi hijo ha seguido comprando y cambiando, y continua con la empresa de la grúa».
La pasión que pasó de padre a hijo y de este a su mujer
Chari reconoce que antes de conocer a Rafael no entendía de coches y que empezó a aficionarse en Barcelona cuando eran novios. La primera vez que le acompañó fue a un garaje donde había visto un coche marca Pegaso por el que pedían muy poco. El interés de Rafael por los coches lo heredó de su padre pues tenía la clásica ‘Rubia’ (Ford T) con la que daba portes a Granada.«Él se arrimó a su padre y comenzó a gustarle la mecánica, llegando a ser mecánico en el París-Dakar en 1988». También podemos ver en este particular museo un Cadillac Deville de los 80 que no le importaría vender y «que por dentro está nuevo a estrenar». Y en la última sala nos llama la atención sobre otro Ford A marrón, con un balazo en el cristal trasero, en el que tiene la anécdota de haberse acostado dentro mientras rodaban otra película relacionada con Lorca. Rafael falleció en 2005 pero su recuerdo está vivo en cada uno de estos vehículos que reunió a lo largo de su vida. Un Ford Mustang naranja,varios Cadillacs, Dodges, los míticos Seat, un Escarabajo…, Y una placa de un amigo que padecía cáncer cuelga en el garaje a modo de recordatorio.
Próxima entrega: Juan Manuel Peregrina y su Renault 12S de 1976