En las pruebas últimas, España mejora ligeramente y alcanza la media de la OCDE, aunque nuestros alumnos de 15 años están aún a un curso escolar de distancia de Finlandia y a dos, en matemáticas y ciencias, de Singapur. En Autonomías, las mejores son Castilla-León, Madrid, Navarra y País Vasco; las peores, Andalucía, Extremadura, Canarias y Murcia, lo cual abre una brecha entre el Norte y el Sur.Andalucía está la última del país en ciencias -473 puntos-, y penúltima en lectura -466 puntos- y matemáticas -479-. Estos resultados nadie quiere asumirlos: la Consejera de Educación de la Junta, Adelaida de la Calle, culpa al organismo que promueve este estudio –la OCDE-, en tanto que sindicatos y partidos políticos responsabilizan al Gobierno autónomo.
Aunque un sistema educativo no se puede medir con tres datos numéricos, como hace PISA, sí que debemos meditar sobre las carencias de nuestros alumnos. |
Aunque un sistema educativo no se puede medir con tres datos numéricos, como hace PISA, sin considerar otras muchas materias o aprendizajes y, por tanto, no se le debe dar más importancia que la que tiene, sí que debemos meditar sobre el sentido de las carencias de nuestros alumnos, sabiendo que los resultados guardan una estrecha relación con su adscripción socio-económica.
Y Andalucía cuenta, desgraciadamente, con muchos barrios marginados, donde la solución educativa no está en suministrar a los niños libros de texto, como hace la Junta, y donde lo que menos preocupa a los padres es que el niño vaya o no a clase. El 42,3% de los andaluces, más de tres millones y medio, están en riesgo de pobreza y exclusión social, según la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social -EAPN-A, la tercera comunidad más pobre de España, tras Ceuta y Murcia. De esa cifra, la población infantil representa el 51,1%. La primera medida educativa necesaria sería dedicar, al menos, un 5% del presupuesto a erradicar la pobreza.
Partimos, sin duda, de un déficit histórico. El catedrático de Sociología de la Complutense, Julio Carabaña, ha descubierto que las regiones que en 1860 tenían más analfabetos (Andalucía, Baleares, Extremadura, Canarias o Murcia) son las que obtienen los peores resultados en PISA. Según Miguel Recio, responsable de estadística de CC.OO., los analfabetos españoles de 1978, al comenzar la democracia, eran de las mismas regiones que hoy ocupan la cola de dichas pruebas, porque el capital humano requiere años para ser modificado, y sus hábitos no se construyen de la noche a la mañana.
Según este análisis socioeconómico, la solución educativa andaluza es compleja, porque requiere el compromiso del Gobierno Andaluz, con todas sus áreas, del Gobierno de la Nación, de padres, de profesores y de la sociedad. Pero como hay que precipitar la historia, deberían ponerse en marcha, con urgencia, medidas educativas complementarias que, básicamente, dependen de la Administración educativa: Gastar en educación, al menos, el 5% del PIB; más y mejores profesores para los alumnos de barriadas marginadas; combatir el fracaso escolar con desdobles, apoyos, clases adicionales y ratios más bajas; fomentar planes de lectura en todos los centros; profundizar en el estudio de las matemáticas, con pedagogías apropiadas; en primaria, ningún alumno debería descolgarse, pues eso impediría el aprendizaje posterior; formación del profesorado; mayor autonomía de los centros; gratuidad de la escuela de 0-3 años, para compensar los desequilibrios existentes; mejorar el nivel educativo de las familias… En definitiva, o apoyamos la educación, desde los diferentes ámbitos, o Andalucía seguirá permaneciendo, como hasta ahora, en el furgón de cola del desarrollo de los pueblos de España.
Juan Santaella
(Publicado en Ideal el 15 de diciembre de 2016)
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