Conocemos doctores novelistas como José Luis Gastón Morata o Carlos Ballesta, pero Fernando Jaén (Granada, 1975) es el primer médico en activo que, además, escribe versos. En concreto, ha publicado cinco poemarios. El último se titula ‘Las reparaciones’ (Esdrújula) que presenta hoy jueves, 9 de febrero, en el Cuarto Real de Santo Domingo, acto en el que estará arropado por el profesor de Literatura, Antonio Caballero y el editor, Víctor Miguel Gallardo. (18:30 h). El poeta reconoce que su afición por componer poemas es muy temprana y que surgió de la necesidad de conocer el mundo con otros ojos. De esta forma empezó a ver distintas realidades que la literatura le aporta. «Dentro de la literatura, la poesía te ofrece, en determinados momentos, una mirada mucho más profunda e interior que la que te puede ofrecer una novela. Intentando emular ese sentimiento de profundidad y autoconocimiento que había adquirido con lo que me pasaba a mí está en el origen de mi poesía».
Así tomaron forma de libro sus poemarios, ‘El corral de las cuatro esquinas’ (Dauro 2002), que califica de ejercicio de un poeta principiante que intenta jugar con el lenguaje. Le siguió con todos los avatares sentimentales y emocionales durante diez años de formación como médico ‘Los ciclos brutos’ (Comares 2012), que seguía escribiendo, sobre todo, en las noches de guardia, poemas que publicaba en el blog de su amigo Javier Alanis, en el que colaboraban distintos autores. «Yo escribía unos textos que a mi me surgían como prosa poética. que se fueron vertiendo durante unos seis o siete años y que fue el germen de este segundo poemario. Le siguió ‘Los días del barro’ (Comares 2014), diario poético a tiempo real, dedicado al nacimiento de su primer hijo y ‘Las orillas difíciles’ (Oblicuas 2015), cuyos textos beben de momentos complicados que ha tenido en su profesión como médico ya que cada poema está dedicado a un paciente que ya no está con nosotros. Por último, acaba de publicar ‘Las reparaciones’, que tienen en común con los anteriores que «son poemas vívidos y vívidos, reflejo de una necesidad que surge dentro de mi de dar respuesta a todo lo que me está sucediendo. Si en mis libros anteriores estaba muy inmerso entre la realidad que estaba describiendo e interpelaba al corazón como una lucha mano a mano. En este libro he intentado abstraerme un poco y contemplar el libro como si fuese un paisaje, un viaje, un recorrido abierto con el pequeño símil de Ulises, del mito homérico, es un viaje hacia el interior que termina con regreso a una casa interior, mi Ítaca personal».
De ahí que reconozca que labor profesional esté presente en su poesía, argumento que defiende citando al poeta ruso Osip Mandelstam que afirma, «un poeta no es una persona sin profesión, incapaz de hacer otra cosa, sino más bien una persona que transciende su profesión y la subordina a la poesía». Los 55 poemas, carta y epílogo que lo compone comenzó a gestarse en el verano del 2014. Nos cuenta que surgió a raíz de un viaje familiar a Madrid, durante el cual visitaron el Museo Reina Sofía donde encontró un libro que le llamó mucho la atención, titulado ‘La reparación de la poesía’ que recogía seis conferencias del del escritor y poeta irlandés, Seamus Heaney, premio nobel también , pese a lo que tuvo que volver a dar clase, rigiendo durante ocho años la cátedra de poesía en Oxford y donde cada año se ofrecía una conferencia magistral a sus alumnos. «La idea de fondo de tomar la poesía como elemento capaz de transcender la realidad, de repararla, me gustó muchísimo, me dio una luz que antes no conocía y de lo que surgieron el título y muchos poemas de los cuales se han caído casi la mitad», explica. Poemas en los que aborda temas como el dolor, la enfermedad, la muerte o la vejez y junto a ellos, mira al amor, al desamor, a la trascendencia, al espacio exterior, «e intento averiguar si Carl Sagan no se equivocaba en la búsqueda de vida exterior para terminar en una cosa muy concreta y cotidiana que es mi familia».
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