Escribió Gerald Brenan, el autor de ‘Al sur de Granada’ y ‘Memoria personal (1920-1975)’ que, «la muerte verdadera es el olvido, porque si hay algo que conservar y atesosar son nuestros recuerdos». Esto es lo que ha querido evitar su epígono, Antonio Martínez Sánchez (Gran Canaria, 1935) quien reconoce que ‘El laberinto español’ del irlandés que recaló en Yegen, fue decisivo para su tesis doctoral. Ahora, cuando la edad jubilosa ha coronado una vida intensa, llena de enriquecedoras experiencias y de contactos relevantes con figuras de la política y cultura europea, ha llegado el momento de plasmarlo en el papel para evitar que el viento del olvido se lo lleve todo. Libro que presentará el jueves, 4 de mayo, en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias, en un acto presidido por la rectora de la UGR, Pilar Aranda (19:30 h.)
Un libro de título largo y período temporal concreto: ‘Crónicas y confidencias de mi ayer. De la Dictadura a la apertura (1939-1972)’ en el que los recuerdos personales y familiares se mezclan hábilmente con la Historia de España hasta componer un magnífico mosaico de tres décadas decisivas de nuestro país. Siempre nos ha sorprendido las personas que son capaces de evocar detalles mínimos de sus vivencias infantiles y juveniles como es el caso de este granadino de adopción que ha vivido en otras partes de Andalucía, Galicia, Castilla y Aragón. Su amplio curriculum deja boquiabierto a cualquier profesor con aspiraciones europeístas: catedrático de Francés, licenciado en Historia y Filología Hispánica, diplomado en inglés, italiano y portugués cuya actividad laboral le ha permitido impartir docencia en Francia, Polonia y Marruecos. José Sánchez Faba lo califica en el prefacio del libro como «amigo Guadiana», por aquello de desaparecer y reaparecer con el mismo o incrementado caudal.
Respecto al libro de Antonio Sánchez manifiesta, «es la autobiografía, contada sencillamente, de una vida coincidente con la época de transformaciones de nuestra nación (…) un examen minucioso y exhaustivo, el de Antonio, plasmado en las páginas de la obra como una colección de excelentes y realistas frescos, soberbiamente pintados , que termina, en esa primera parte de una obra llamada a mayor extensión, en los últimos años del franquismo». Por su parte, Antonio reconoce que su libro surge por «una voluntad de extraer los recuerdos de su trayectoria vital, solicitado por íntimos de la familia , por la amenaza social de ver desvirtuada la realidad que uno cree haber vivido y que debe defender con datos en la mano». Y es ochenta años de vida, si la cabeza responde, es un buen observatorio para contrastar con otras vidas paralelas. Indica que «sentirse responsable educativo, estudioso de la Historia, activista e investigador social es el basamento en la decisión de convertirme de actor en autor: la Memoria Histórica debe ser contemplada lejos de todo sofisma y parcialidad para que no se confunda lo histórico con lo histérico».
Las preguntas de los nietos, sobre un pasado que ellos están muy lejos de comprender, la necesidad de imponerse en la documentación histórica con la mayor solvencia y completar como secuencia el trabajo histórico realizado con fuentes francesas, sobre el origen de la guerra civil española y las consecuencias y efectos en los últimos ochenta años, unido a su deseo de mantenerse informado y en forma, intelectualmente hablando, estarían en la génesis de esta publicación en la que ha intentado ser consecuente con el joven profesor que fue de diferentes materias que impartió a lo largo de la docencia en España y en el extranjero: materias humanísticas, deportivas, de formación política, de idiomas, de actividades al aire libre, de Enseñanza Superior, de investigación científica, de solidaridad social con la emigración, de su participación en los grandes hechos de la vida política nacional, como ciudadano responsable. También ha sido decisivo el empuje de su hermano, Francisco Martínez (Pacurri). Por todo ello entiende que pondría el libro al alcance de los mayores para su reflexión y toma de actitud pensando en la capacidad de persuasión a través de la autenticidad y ejemplaridad privada y pública. También de los jóvenes pues «olvidar la Historia es desmemoria política».
No quitaría nada
«Acepto todo lo que me ha sobrevenido porque creo en la Trascendencia: No quitaría la triste página de ‘la muerte de mi madre: suprema realidad’. (del capítulo 2) Su dolor me trascendió profundamente. Ni quitaría nada del capítulo 3º sobre ‘José Antonio y la República’ porque me hizo más español, más constitucionalista, más europeo, más humano y universal», comenta quien en estos momentos se muestra sumamente ilusionado con la presentación de su libro. «’Un minuto de gloria’, como en ‘reina por un día’, de aquellos tiempos pasados, que merecen tantas personas vivas y ausentes , a las que yo en el día, 4 de mayo 2017, atraigo a mi corazón para que participen conmigo en el agradecimiento infinito al estímulo de todos los que hacen “la obra bien hecha” y en mi caso, la alegría de poder dar las gracias por haber entrado en la vida de Granada por la puerta de la Universidad… Nuestra Alma Mater me ha ponderado más allá de mis posibles méritos, que no han sido más que el cumplimiento de mi deber». Libro profusamente ilustrado con imágenes del álbum familiar y de otras procedencias, con 428 páginas distribuidas a lo largo de once capítulos ordenados cronológicamente, un epílogo y un índice onomástico. Publicación que podría tener un segundo volumen.
Una trayectoria profesional increíble
Antonio Sánchez Martínez, casado y con cuatro nietos, nació en Canarias plena guerra civil española, hijo de un almeriense, marino de la Armada Española y una ceutí de raíces hispanas. Vivió su infancia en Cádiz, la infancia en Ferrol y su primera juventud en Madrid (1954-56), Salamanca (1957-58) y Granada. Desde 1958 reside en Granada con frecuentes estancias en el extranjero por razones de estudio o laborales. Tras trabajar como profesor de Educación Física en Granada a principios de los 60, residió en Estrasburgo (1965/66), Nancy (1966/68) tras lo que regresa a Granada para ejercer como profesor de Francés en el Instituto Ángel Ganivet (1969/1972) período en el que organiza un prestigioso seminario europeísta con el patrocinio de la UGR, siendo rector Federico Mayor Zaragoza que contó con el apoyo de José Luis Messía y Franco Marziale, embajador extraordinario y director del Consejo de Europa, respectivamente. Después vendría su paso por Estrasburgo (1972/74) como becario del gobierno francés y por Lorca, Almuñécar y Granada como profesor de Francés impartiendo clases en el Insituto Padre Manjón y el ICE de la Universidad. De 1981 a 1987 desempeñaría el cargo de Jefe de la Misión Cultural en Lyon (Francia), regresando posteriormente a España y más tarde, durante el curso a Varsovia (92/93), Marruecos (93/98) y Granada hasta su jubilación en el IES Veleta en 2005. En la actualidad es miembro de Aula de Mayores de la UGR y de otros colectivos civiles y profesionales granadinos. Visitar blog DESDE MI ATALAYA
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