Muchos autores en su afán de hacer la presentación de su libro lo más amena y variada posible, recurren a artistas, compañeros y amigos para que intervengan en el acto. Este es el caso del albaicinero y catedrático de la UGR, Rafael Delgado Calvo-Flores que el miércoles, 31 de mayo, presentará su último libro ‘A mi sombrero. Flor de romances (Monólogos), publicado por editorial Comares. Será en el Salón de Actos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos (Campus de Fuentenueva, 19:30 h). Según explica, el acto tendrá dos partes, en la primera, tras el saludo de Juan Quesada, del Seminario de Estudios Jhon Henry Newman intervendrá Antonio Chicharro, presidente de la Academia de las Buenas Letras de Granada hasta hace poco, quien hablará de la obra, en tanto que Mª Carmen Maroto, que igualmente ha sido presidenta de la Academia de Medicina y Cirujía de Andalucía Oriental, lo hará de la obra. En esta parte intervendrá también José Navarro de la Tertulia Manuel Benítez Carrasco. En la segunda parte habrá una representación que correrá a cargo de los actores, Francisco de Paula Muñoz, del Teatro Corral del Carbón y Antonio Pérez Casanova, del Mira de Amezcua que estarán acompañados de los recitadores Julio Carlos de la Rosa y Charo Calle. Dado que la obra tiene una serie de canciones flamencas alusivas a las distintas partes intervendrá Alfredo Arrebola, profesor-cantaor de Villanueva Mesía, acompañado a la guitarra por Ángel Alonso. Representarán la primera escena, la quinta ‘Del Dios Cupido y sus dardos’, ‘El sombrero se enamora’ y la última denominada ‘Ahí va la despedida’. En total, casi hora y media, entre la media hora de la primera parte y los 50 minutos de la segunda.
Rafael Delgado comenzó a publicar en 1996 y con este cuenta con siete títulos en verso y prosa. Especialista en Manuel Benítez, de quien afirma es «un poeta que llega al pueblo» reconoce ha influido mucho en su poesía. El también secretario del Grupo Estudios Flamencos de la UGR, señala que fue en un concurso en Diezma que tuvo tres ediciones, donde intervino el último año con un romance ‘A mi sombrero’ que estaría en el germen de su libro. «Empecé a escribir romances a un sombrero, en principio hipotético, luego me compré uno de ala ancha que es el que sale en la portada del libro fotografíado por Carlos Choín. Ese sombrero me sirvió como motivo intelectual para hablar con él. De ahí salieron los siete romances a los que les dí capacidad dramática, y los transformé en una obra de teatro», explica antes de indicar que la elección de monólogos obedece a tratarse de un solo el protagonista, el sombrero, aunque se desdoble, comenten entre ellos, e incluso se enfaden. «El sombrero más malo tiene opiniones más extremas que el propietario, este a veces lo reprime y se enfada con él pero al final es su alter ego. Como dice el estribillo: Mi querido compañero/ la flor de mi confianza, /mi compañero sombrero/ mi querido alter ego/ mi sombrero de ala ancha».
Respecto al uso del romance, señala que se trata del metro más antiguo en español que ha servido «como medio de transmisión de cultura y medio de exposición de ideas, de críticas, de noticia, de expresión de sentimientos». Amplias partes del texto está en versos de 16 sílabas o metro de los cantares de gesta, a los que el autor ve capacidad dramática, aunque para los actores se ha adaptado a octosílabos para que les resulte más sencillo. Del prólogo de Jesús Sánchez Adalid, al quien tuvo la fortuna de conocer con ocasión de la presentación de un libro para el que le pidieron realizara una semblanza, afirma que es «un prólogo de cinco páginas que son oro puro pues describe los romances españoles con una concisión, profundidad y emotividad muy grande. Es un valor que tiene la obra de un hombre pluripremiado y famosísimo autor español». Igualmente destaca la calidad de la edición de Comares , magnífica, en calidad de papel, con dos ilustraciones realizadas por un amigo francés y varias fotos de Carlos Choin. Completa el libro un pequeño relato en prosa de unas 20 páginas, en las que el autor confiesa su interés por la formas estróficas de los romances. «A finales de los 50 y principios de los 60, tuve la suerte de vivir en la placeta de San Gregorio del Albaicín. Recuerdo que una mañana acudieron unos romanceros de los antiguos que mientras unos relataban, otros vendían los pliegos de cordel, y escuché un romance de ciego que me marcó», encuentro que describe en el libro junto con su experiencia en el Instituto Padre Suárez donde el profesor de Literatura les obligaban a hacer prosificaciones de los romances y su afición a esta forma estrófica que le ha llevado a coleccionar los libros de romances de Marcelino Menéndez Pelayo, de Federico García Lorca, de Manuel Benítez Carrasco -aunque no les llame romances-, de Zorrilla, de Julio Caro Baroja,… «con toda esa amalgama de fuentes e inspiración construí esta última parte pues entiendo que es necesario para que el lector comprenda el por qué en el siglo XXI hay alguien que se ha interesa de esta forma por el romancero».
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