El tres de julio echaron ‘En el punto de mira’, de la cadena Cuatro, ‘La marihuana en Granada’, a las 10:45 horas. El programa fue impactante. El reportero de la Cuatro, Luis Troya, acompaña a varios coches patrulla de la Guardia Civil a un chalé en Atarfe. Se trata de un barrio donde viven vecinos con alto poder adquisitivo. “Las mafias nacionales e internacionales han comprado viviendas y se instalan en los pueblos del cinturón de Granada”, aseguró un agente. Una vez allí, los guardias civiles derriban la puerta de entrada del chalé y comprueban que hay plantaciones de ‘maría’, en varias habitaciones. Numerosas macetas que contienen las ramas de marihuana, focos para mantener una temperatura de unos treinta grados en las habitaciones, tubos de aluminio y extractores para extraer el fuerte olor de las plantas, varios cuadros de luz, que están enganchados ilegalmente… “Esta vivienda consumirá como unas diez casas y calculo que la venta de la droga le dará unos beneficios de 300.000 a 400.000 euros”, le dijo un guardia al reportero. Entre 50 y 66 millones de pesetas. El siguiente destino fue el barrio de La Paz y en una casa había muchas más plantas de marihuana. El periodista le preguntó a un vecino de allí y le dijo, más o menos: “Si la casa tiene unas cien plantas de cultivo, es para su consumo” (a mí se me antojan demasiadas plantas). “Pero si tiene más de cien o quinientas plantas, eso ya es negocio”.
Otro vecino fue preguntado también y empezó a darse golpes en la barriga, con rabia, diciendo que cultivaban ‘maría’ para poder comer, porque si no pasaban hambre. En un momento dado, alguien arrojó una botella de cristal que cayó cerca del periodista, porque no le gustaría que filmaran por allí. Y así, los agentes entraron en varias viviendas más del barrio. En una mansión encontraron a un matrimonio, en la jerga de los narcos son “los jardineros” que cuidan de las plantas. El sótano y una planta estaban dedicados al cultivo de la droga. En otra secuencia, el reportero va con una cámara oculta al barrio de La Paz y se oyen unos disparos. La cámara capta el momento en que un vehículo sale huyendo a toda velocidad, mientras que un individuo, que lleva a un niño en brazos, se introduce en un vehículo y también pone tierra de por medio. Poco después la cámara enfoca a un hombre, que yace tirado en el suelo, boca arriba, y medio metro más allá están su gorra y una pistola. Empezó a llegar gente y familiares del difunto, mientras que algunas mujeres gritaban. “Hay que llamar a una ‘ambulanza’”, dice uno de los recién llegados. En un momento dado, un hombre empuja la pistola con el pie y, al ser preguntado por el periodista, dice que “es para esconderla bajo la gorra”. Poco después, una mujer que lloraba recoge la pistola del suelo y se la lleva. Esto ocurre cuando acaba de llegar la Policía, y está más pendiente de su seguridad y del fallecido que de lo que pueda ocurrir a su alrededor.
El arma parece ser que era del que yace en el suelo, se había enfrentado a varios individuos y le dieron un tiro en la cabeza. A su hermano se lo llevaron muy grave al hospital y hay otro herido también. “Ajuste de cuentas”, se suele decir, desgraciadamente, en estos casos cuando hay muertos de por medio. En el programa entrevistan también a otro sujeto, que se dedica a alquilar pisos para el cultivo de ‘maría’. Un negocio redondo. Hay quien sostenía públicamente que “si la gente del barrio no cultivara marihuana, podía cometer delitos peores”. No se pueden hacer declaraciones frívolas, justificando el cultivo, puesto que habría que justificar también la venta, el consumo y todas las secuelas que vienen detrás. En los últimos meses ha habido dos muertos por disparos, en la Zona Norte, a los que hay que añadir otras muertes anteriores, pues matan y roban para controlar el negocio. Al que mataron en la calle Joaquina Eguaras, fue también de un disparo a la cabeza, desde una furgoneta. Ahora son pistoleros profesionales y no como antes, que eran puñaladas de navajas cachicuernas.
Las mafias internacionales se están estableciendo en los pueblos del cinturón y la marihuana que se cultiva en Granada ya se vende en toda España, en Holanda, Francia, etc., porque dicen que es de las mejores. El pasado 30 de junio detuvieron a una banda de narcotraficantes españoles, holandeses y marroquíes, que exportaban toneladas de marihuana a los Países Bajos. Las incautaciones de ‘maría’ y las detenciones han crecido en la provincia de Granada más que en cualquier otra de Andalucía. Cuando la Policía y Endesa han acudido, se han dado cuenta de que son centenares los enganches ilegales y por eso los cortes de luz en estos barrios son frecuentes. Hoy descubren un piso y desmantelan los cultivos, pero mañana vuelven a enganchar la luz. Al haber más demanda de esta droga, habrá más cultivo y más tráfico. Y en consecuencia habrá más delitos: robos, asesinatos, corrupción…, de manera que Granada se convertirá en algo parecido a cualquier ciudad de Colombia o de México, con sus mafias, si no le ponen remedio. Últimamente, he pasado varias veces por el barrio de Almanjáyar y un olor intenso a marihuana se percibe en las calles, de forma que niños, ancianos y enfermos lo respiran porque muchos han hecho del cultivo y del consumo de marihuana una forma de vida.
Las distintas administraciones han dejado abandonados a su suerte a los barrios de la Zona Norte, por desidia, dejadez y, cuando no, justificando el cultivo de marihuana, hasta que nos hemos dado cuenta de que tenemos a un verdadero monstruo, que ha extendido sus tentáculos y ha puesto sus huevos por muchos sitios. ¿Está ocurriendo en Granada como en Chicago, en los años treinta del siglo pasado, con Al Capone y Elliot Ness y sus muchachos? Aquello era tráfico ilegal de alcohol, pero la marihuana es una droga que produce el 40% de los estados sicóticos en los jóvenes consumidores, pero esto muchos no lo saben. Desgraciadamente, todo irá a peor en Granada (así ha sido hasta ahora) porque en esos barrios impera ya la ley de la droga y del narcotraficante, pues el negocio deja muchos beneficios y el consumo irá aumentando considerablemente entre la población. El Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Andalucía deberían de hacer ya campañas de concienciación entre los jóvenes, advirtiendo del peligro de consumir esta droga, aparte de las medidas y refuerzos policiales que sean necesarios. Lo que vimos en el programa ‘En el punto de mira’, la mayoría de los granadinos lo desconocía y nos ha impactado a todos. Muchos nos tememos de que se ha acudido demasiado tarde, por una sencilla razón: en cualquier calle, de cualquier pueblo del cinturón de Granada, te puedes encontrar un fuerte olor a cultivo de marihuana. Antonio Arenas no ve mal que en España se haga como en Uruguay, donde la Administración controla todo el proceso del ‘cannabis’: el cultivo, el empaquetado y la comercialización. En unos días se venderá en las farmacias uruguayas.
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