En esto de los clásicos, como en otros aspectos de la vida, también hay sagas, o lo que es lo mismo, afición por los vehículos antiguos que pasa de abuelos a padres y de padres a hijos. Es lo que hemos comprobado en Granada con los descendientes de Diego Zambrano García de Caravantes, José Antonio Escudero o José Javier Molina del Pozo, fallecido el 3 de septiembre del año pasado. Precisamente de este último traemos hoy a estas páginas a su hija Molina del Pozo Lobelle, que comparte afición con su hermano Javier, conocido en estos ámbitos por ‘Molinilla’, al que ya le dedicamos un reportaje con su flamante Mercedes 220S Ponton de 1959. En esta ocasión su hermana nos presenta el último vehículo que adquirió su padre, un Mercedes 170 V Cabriolet B de 1935, para cuyo fondo gráfico nos propusieron los espectaculares bosques de la Alhambra.
Muy cerca de la estatua dedicada a Ángel Ganivet, esta granadina de 26 años, que se ha formado como auxiliar de enfermería e imagen para el diagnóstico, reconoce que, ha heredado de su familia su pasión por los coches clásicos, «aunque no soy tan aficionada como lo era mi padre y lo es mi hermano, me gustan este tipo de coches y cuando tengo ocasión me gusta participar en alguna ruta». El hecho de que su padre, junto con el médico Fernando Machado, fundara el Club de Automóviles Veteranos de Granada y fuera presidente del Club Mercedes Clásicos de Andalucía que inicia su andadura en 2003, hizo que, «desde siempre en mi casa se respiraba el interés por los coches, no había fútbol, ni otras aficiones, solo coches. Me acuerdo que desde chica acompañaba a mi padre a las concentraciones de Almería, donde llegué a tener un grupillo de amigos y nos lo pasábamos muy bien. Era durante el puente de la Constitución y mi padre disfrutaba viéndonos allí con él».
En cuanto a que sean pocos los jóvenes apasionados por los coches veteranos tiene su propia teoría. «Pienso que el mantenimiento de un coche de estos es caro. Las piezas no son fáciles de encontrar por lo que no todo el mundo puede mantenerlo. Eso más bien viene heredado, los jóvenes prefieren otras cosas», indica al tiempo que reconoce que en más de una ocasión sus amigos le han pedido que les enseñe la colección de coches familiar o incluso que les dé una vuelta, pues no en vano ella se sacó el carnet de conducir justo al cumplir los 18 años. En concreto, son nueve los coches que han heredado de su padre, siendo el más antiguo este Mercedes 170 Cabriolet B de 1935, que se suma a otro Mercedes cerrado, 4 puertas, un Renault 4/4 , un Dodge Ddark un Mercedes colas, otro Mercedes 250 SE carrocería 108, un MG 1100 y los más modernos un Jaguar y un Mercedes SLK. Vehículos algunos de los cuales alquilan a través de Bodaclass o Facebook para su mantenimiento, actividad en la que su padre fue pionero en Granada con el Mercedes 170 SD.
El Mercedes 170 V Cabriolet B lo adquirió su padre en Almería hace un año. ‘Molinilla’ nos cuenta que «fue el último coche que nos regaló nuestro padre. Lo tenemos como nuestro ojito derecho. La rabia que me da es que nunca se subió en él aunque lo vio pintado y cómo lo íbamos arreglando. Le gustaba muchísimo. Lo cambiamos en Almería por un Mercedes descapotable que prácticamente no usábamos. Como yo estoy metido en el tema de las bodas y asisto a concentraciones, a este le he sacado más partido que al otro descapotable, que apenas salió cinco veces en ocho años». También aclara que estaba destrozado de pintura y tapicería y que tuvieron que ponerle ruedas nuevas, cambiarle la bomba de gasolina y la bomba de agua, porque «no se la había hecho ningún mantenimiento en los casi 85 años que tiene». En cuanto a otras singularidades nos hacen fijarnos en el chasis y marcos de las puertas de madera, la disposición del cambio abajo, no en la barra de la dirección, contar con mechero, parasol de cristal verde y la capota que no se esconde y se queda como en los coches de caballos antiguos.
«Heredé de mi padre su pasión por la estrella»
Presumen los Molina de que «es un ‘Lola Flores’ descapotable de los que quedan muy poquitos, pues tiene la virtud de que es un gasolina de 4 cilindros, -estos coches casi todos salieron diésel-, que al ser gasolina le daba como más elegancia». Con 1.279 cc , va bien a una velocidad de 70 y 80 km/h. En cuanto al consumo, nos cuenta que entre 7 u 8 litros a los cien kilómetros, lo que nos parece muy poco teniendo en cuenta las dimensiones del vehículo y nos cuenta la curiosidad de que para ver el nivel del depósito tiene que introducir un palito en el mismo. Este coche de acabado impresionante tenía un defecto, el motor. Se calentaba y su ruidosa sinfonía, sólo al ralentí, le condujo al apodo con el que es conocido en nuestro país, ‘Lola Flores’ por su castañeteo. Para terminar, Mª José insiste en que «heredé de mi padre su pasión por la estrella».
Próxima entrega: Antonio González y su Renault Caravelle de 1968
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