Nuestra serie regresa a Maracena, lugar de residencia de Luis Sánchez Castellano, propietario de una Montesa Brío 81 de 1957. Le conocimos en el VI Festival de Motor por la vida, celebrada en el paseo del Salón a finales de mayo pasado y nos volvimos a encontrar en la XX Concentración de Motos Clásicos de Pinos Puente. En el primer encuentro nos llamó la atención el buen estado de su Montesa Brío 81 de 1957 por eso decidimos citarnos con él para conocer más detalles de este mecánico, camionero y encargado de obras, pues en sus tiempos «había que hacer de todo un poco y agarrarse a cualquier trabajo que nos salía». En la actualidad es pensionista lo que le da la oportunidad de dedicar más tiempo a las motos. «Siempre he tenido moto, pues empecé en un taller con mi padre que tenía una BSA, luego se compró una Impala Sport, y a partir de ahí tuvimos unas cuantas motos», explica.
En cuanto a la Montesa comenta que se la entregó un amigo que hoy es el juez de paz de Maracena porque la iba a restaurar él. «Al cabo del tiempo, la desarmó y a los 10 o 12 años ya no tenía ni la mitad de piezas. Me dijo que si la quería pero que le faltaban una pila de piezas, las que se podían aprovechar y lo que no. Esto hizo que me animara y que me gustara más las motos que antes». Así empezó a buscar las piezas que le faltaban, unas las encontró en el País Vasco, (amortiguador de atrás, tambores,…), otras en Valencia y otras en Barcelona. En su restauración ha invertido unos tres años. «Las fui reuniendo y montando hasta ponerla en perfecto funcionamiento. La tengo desde 2007», explica antes de añadir que «el lunes – 11 de septiembre- pasé la ITV, perfectamente, sin ningún problema». De hecho observamos que en el rulo en el que las motos llevaban el documento de haber abonado los impuestos municipales, ahora lo utiliza Luis para llevar la pegatina de la ITV. Cuando se le ha presentado alguna duda ha recurrido al veterano mecánico y corredor, Juan Maturana.
También reparamos en el cuentakilómetros que marca 764 km, y que su propietario justifica: «son los que le he hecho desde que la restauré, pues tuve que poner el cuentakilómetros nuevo, el faro nuevo, guardabarros nuevo, ruedas nuevas,…». También cómo el velocímetro indica que puede alcanzar los 130 km, aunque Luis aclara que «son muchos, y lo máximo que la he podido poner es a 110-120, porque empieza a vibrar como si se fuera a desarmar». Así mismo, insiste en que todas las piezas que lleva son originales, tal es el caso de los tapones, depósito con capacidad para unos 20 litros. Entre las curiosidades añade que esta moto se asociaba a la profesión de recoveros pues «en la parte de atrás le ponían unas capazas para llevar las gallinas, conejos e incluso marranillos». De hecho, su Montesa también la tuvo durante un tiempo un recovero. Que él sepa en Maracena ha habido unas tres o cuatro motos de esta marca y modelo. «Ahora ya no. Un amigo mío me dijo que tenía una pero que la estaba restaurando. No sé si la habrá terminado. Cuando vamos a las concentraciones es muy difícil encontrar una máquina como ésta». Respecto al consumo señala que es «muy poco, le lleno el depósito al principio del verano y tengo para ir a todas la concentraciones y a las exposiciones».
La pistacha o la trucha
Luis explica que su interés por esta moto surgió siendo un crío porque su padre tuvo una Montesa con la que iba por los cortijos a arreglar las máquinas agrícolas y los dueños de la fábrica se reglaron para que se desplazara. Ya por entonces solía cogerla, le cerraba el grifo de la gasolina y daba vueltas hasta que se paraba, «así me aficioné a los motos». Afición que se ha incrementado tras su jubilación y que le lleva a participar en las concentraciones cercanas de Maracena, Granada, Peñuela, Pinos Puente,… De la historia de esta moto nos comenta que se empezaron a fabricar en Barcelona y que participaban en las carreras del circuito de Montjuich. Luis explica que la moto ya tienen heredero, concretamente su hijo mío que desde crio le gusta conducir y de vez en cuando va con ella a las concentraciones, «también mi nieto le estoy preparando una SBS a ver si lo meto en esto de las motos». Además de la Montesa Brio 81, o «la pistacha o la trucha» como popularmente es conocida por su color, incluido el tubo de escape. Las Brío conformaron la base de la producción de Montesa, y las 81 y su sucesora, la 82, que tenía muy pocos cambios, lograron venderse hasta cifras más allá de las 25.000 unidades. Luis tiene otras dos motos, una Honda Samer 600 que se trajo de Alemania y una Ducati 500, casi montada a la que «le falta poco cosa, pero la electricidad de esta moto que tiene mandanga».
Próxima entrega: José María Mata Álvarez y su Renault 8 Monaquatre de 1932
VER VÍDEO DE CANAL TAMAYO
Para ver más VEHÍCULOS SINGULARES pulsar sobre la imagen:
|
|