Si les digo que le gusta escribir cuentos y novelas y que también es una apasionada de la fotografía y de la pintura de paisajes granadinos, lo más seguro es que no sepan de quién estoy hablando. Si les cuento que, gracias a su gestión y total entrega, se ha salvado el Centro Artístico, Científico y Literario de Granada, lo más posible es que ya le pongan cara, nombre y apellido. Fruto de la primera de sus pasiones es ahora su segundo libro que lleva por título ‘Mares de tinta’, colección de veinte relatos publicados por Editorial Artificios, que presenta el jueves,18 de enero, en el Ayuntamiento de Granada (20 h.), donde le acompañarán los escritores, Francisco Gil Craviotto y Juan Chirveches, además de la editora, Ana Morilla. Como no podía ser de otra forma el encuentro se produce en el Centro Artístico donde Celia nos cuenta que le satisface mucho escribir y se encuentra muy bien cuando lo hace, y, «por supuesto, para que me lean y de paso si alguien me dice que le ha gustado pues mayor satisfacción todavía».
También que lo suyo fue una vocación temprana, tanto que a los seis o siete años ya había escrito su primer poema y que desde entonces no ha dejado de escribir, llegando a reconocer que «la escritura ha sido mi tabla de salvación en los momentos difíciles de mi vida». También aclara que no vamos muy descaminados cuando le recordamos que su apellido materno. «Mi abuelo materno, Juan Góngora, era un magnífico contador de relatos. Era ferroviario y se jubiló muy pronto por unos dolores de espalda. Como en aquellos tiempos las cosas estaban muy mal y no se podía vivir con la pensión, mi abuela que era muy emprendedora, montó una humilde pensión que llegó a ser la más concurrida de Granada porque por las noches mi abuelo reunía a los huéspedes alrededor de un brasero y les contaba relatos. Así que algún hilillo de sangre de don Luis tenemos que llevar».
En total la obra reúne veinte relatos repartidos en cuatro partes (Mares de tinta, Muertos… demasiados muertos, Esa conmovedora indiferencia y La loca de palacio). Respecto al título señala que procede del primer relato y que cuando escribe «se ponen en marcha unos mares de tinta con sus oleajes, sus días serenos, de calma y con sus tempestades. Creo que me venía como anillo al dedo para un libro de relatos».
Narraciones repartidas por temáticas, sugeridas por su editora, y que en el primer bloque recoge relatos breves dedicados al amor, en muy diferentes maneras de comprenderse y sentirse. Así en ‘Mares de tinta’ se describe el momento en el que culmina un amor entre dos amantes,en tanto que en ‘Complemento circunstancial’ utiliza el mito de Romeo y Julieta transportado al siglo XX, a la España del tardofranquismo,.. En el segundo bloque se incluyen los relatos que tratan sobre la guerra civil, así, por ejemplo, en uno de ellos aparece la figura de Hazaña y en otro García Lorca. El apartado tercero es quizás el más variado pues incluye relatos solidarios, de reflexiones sobre la emigración, sobre la política,.. En el último apartado, es la Historia la que hace acto de presencia en distintos momentos, ya que el que le da título resume en una página la vida de Lady Di, mientras que en los dos siguientes hace un recorrido por la vida de Aixa, la madre de Boadil, figura que le interesa muchísimo y que considera la gran desconocida.
El relato que cierra el libro está dedicado a Zenobia Camprubí de la que afirma ser una gran admiradora. «He leído mucho sobre el matrimonio Jiménez Camprubí y ella fue un gran descubrimiento. Sin Zenobia Camprubí nunca (recalca esta palabra) Juan Ramón Jiménez habría podido llegar a donde llegó. Puso paz en su mente turbulenta y soportó sus neuras, olvidándose de ella misma». Relatos que son fruto de casi cinco años de trabajo, – el anterior libro ‘Mil años después’ (Bohodón Ed. 2013) fueron 15 años,- pues sus relatos «están muy trabajados y soy muy exigente». Como su gusanillo de escribir no descansa ya tiene en la cabeza dos novelas sin renunciar a seguir escribiendo relatos, pues los considera «otra manera de respirar» y le pueden ser inspirados por una simple frase, un paisaje, una vista o una persona.
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