Hasta la finca de La Hortalanca, en el municipio de Vilches (Jaén), nos ha llevado nuestra serie de ‘Vehículos singulares’. Aunque hace mucho tiempo que Carlos Aravaca, presidente del Club de Automóviles Veteranos de Granada, nos había hablado de Francisco Abril Fernández-Fígares y, a pesar de haber coincidido en dos ocasiones en la Feria del Automóvil Clásico e Histórico, organizada por el Club Clásicos la Mota, no ha sido hasta fechas recientes cuando hemos tenido la oportunidad de conocer su interesante y bonita colección, muy especialmente el Essex de 1929 y el el Seat 1400 que, además de por su singularidad, tienen el valor sentimental de haber pertenecido a su padre y a su suegro, respectivamente. Allí supimos que Francisco nació en Alcalá la Real, y que ‘no es guerrero pero nació en la guerra’, pues vino al mundo el 16 de noviembre de 1936. También que se siente orgulloso de su origen alcalaíno y que se formó como perito industrial en Jaén. Así mismo, que ha trabajado con la empresa Siemens en Alemania y que después hizo ingeniería superior, tras lo que volvió a Málaga donde fue director de la fábrica de Siemens.
Tras dar «unas pocas de vueltas» su empresa le pidió montar una fábrica de componentes electrónicos en Alcorcón (Madrid) donde estuvo unos doce años. Más tarde le llamarían para montar otra fábrica de componentes para televisiones de color en Argelia. Sus seis últimos años de actividad laboral ha sido con la empresa Alcatel. «Me he sentido bastante realizado pues he tenido la suerte de ejercer y trabajar a pie de obra», concluye. Pero para tener esa felicidad completa Francisco ha desarrollado sus aficiones favoritas, entre las que destaca su pasión por los coches antiguos que comenzó a tomar forma en la década de los años 80. «Los fines de semana que bajaba de Madrid tomé contacto con Rafael Soria y el Club Al Andalus, pues tenía la gran ilusión de poder heredar el coche de mi padre. Me inicié, sin coche, con el Veteran Car Club de Madrid, pues me iba con los amigos y vivía un poco el ambiente. Creo yo que ahí fue la primera semilla de mi afición», señala. Dos décadas después cuenta con una modesta pero muy interesante colección de vehículos clásicos. E indica que siempre ha preferido ser selectivo. La colección se inició cuando tuvo la propiedad del coche de su padre. Después andando el tiempo, tuvo ocasión de quedarse con el Seat 1400 de mi suegro, a los que ha añadido un Triumph Spitfire, de preciosa línea que le vendió un amigo, un Rolls Royce 20/25 y un Mercedes 350 SL, entre otros.
Sin lugar a dudas su ojito derecho es el Essex, descapotable, biplaza y bicolor (amarillo y negro). «Lo compró mi padre en el 1929 y le costó 7.500 pesetas (45 €), -me lo dijo siendo niño y no se me olvida-, a pesar de que ya tenía cuatro hijos, luego compraría un Packard. Fue transferido de mi padre a mi mismo y ha estado en desuso unos 15-20 años, porque mi padre ya no conducía y durante un tiempo mis hermanos lo pusieron en el escaparate de la SEAT de Alcalá la Real», explica. Igualmente nos ofrece algunos datos mecánicos. Así supimos que tiene el motor es un seis cilindros de 3600 cc, y que lo considera un coche muy elemental por su fecha de fabricación pues «no tiene bombas de agua, aceite, engrase o gasolina, y funciona por nodriza, que ya es algo fuera de lo normal que se mantenga esa pieza muy propensa a la avería por lo que suelen sustituirla por una bomba eléctrica de Nissam Patrol, idónea para que funcione pero me considero demasiado purista, y siento una cierta emoción pues va igual que cuando lo llevaba mi padre».
El coche emblema de Alcalá la Real
Este vehículo que aún conserva su matrícula original y capicúa, J 4774, tiene varias curiosidades como el termómetro en el tapón encima de la calandra que considera muy necesario pues el sistema de refrigeración del agua no va por bomba sino por termo-sifón, aunque precisa que «no es un coche que se caliente demasiado. Le he hecho pruebas y las has resistido muy bien». Otra curiosidad es que conserva el sello del diseñador de la carrocería Briggs, un conocido carrocero que luego se pasaría a la Ford». Así mismo, en el motor muestra los datos del primer y único propietario: Luis Abril Lozano, que a la sazón vivía en el Paseo de Alcalá la Real. Un vehículo que hasta ahora ha pasado anualmente la ITV pero que está en trámite de hacerlo histórico por lo que ya será cada cinco años. Un coche que necesitó cambiar la tapicería pues la original estaba «muy gastada» y cuyas manivelas para abrir las puertas llaman la atención por llevar una especie de repujado. En su pequeño tablero de mandos junto a varios relojes-medidodres una Virgen de las Angustias, en recuerdo a la patrona de Granada de donde era la madre de Francisco y en la parte posterior el ‘ahí te pudras’ para otros dos viajeros y la boca del depósito de la gasolina, oculta tras las luces de intermitencia. De las ruedas nos cuenta que los tapas cubos son originales y los consiguió en una subasta por Internet a 7 dólares cada uno, en tanto que los radios de las ruedas que eran de madera originariamente se los fabricó un gran señor de Láchar que hace coches de caballos y que la imitación a madera se la pintó un paisano de Alcalá la Real, de cuyo pueblo este coche es «casi el emblema».
Próxima entrega: Joaquín Esteban y su Humber de 1965
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