Me gustan las cosas sencillas, pero no por ello quiere decir que sean cosas vulgares. No me gustan las complicaciones y llegado a mi edad actual menos aún, aunque no sé cómo ni por qué siempre estoy metido en follones; unas veces por callar y otras por hablar demasiado claro y alto, el caso es que siempre estoy al pie del camino.
Me he preguntado alguna vez si el hecho de que me gusten las cosas sencillas tiene que ver con que haya nacido en un pueblo como Salobreña y toda mi niñez y bastante parte de mi juventud la he pasado en el pueblo; en aquellos años 60 en los que los sueños estaban aún por realizar y todo parecía que estaba lejos, muy lejos y que el poder alcanzar te llevaría toda una vida.
Me gustan las cosas sencillas. No tengo ni puta idea de usar un GPS o un smartphone. He cogido un iPad dos veces en mi vida y a los cinco minutos ya estaba hasta los cojones de él porque necesito tocar muchos botones, mis hijas y mi mujer se ríen de ver lo torpe que soy para este tipo de artilugios y no digamos nada de tanto pin y tanta contraseña, a los cuatro días no me acuerdo si era Antonio Luis o Nono Lis, en fin todo un desastre. Me gustan las cosas sencillas. Y uno ya ha vivido un poco y se da cuenta de que el que se vanagloria de saber mucho, no sabe tanto, solo finge mejor que sabe. Solo tapan mejor su ignorancia, sus miedos y sus manías.
“Creo he llegado a ese estado casi místico en que necesito pocas cosas y esas son tan simples que caben en un bolsillo, en un sueño, en un corazón” |
Siempre estoy diciendo que no me gustan los dogmas, los intolerantes y los narcisistas que siempre se sienten mejor, superiores y diferentes al resto de los mortales. Soy persona de familia, mesa camilla y conversación. Me gustan las charlas de taberna con los amigos, me gusta preguntar a la gente cómo se llama y a qué dedica su tiempo, me encanta jugar con mis nietos hasta caer extenuado, me gusta llorar por cualquier cosa que me haga estremecer, quisiera cada día ser mejor para agradecer a mi mujer toda la vida que ha dedicado a estar junto a mí, dándome lo mejor de ella.
Me gustan las cosas sencillas. ¿Y eso es de mediocres, de simples? El listón quién lo pone y quién lo quita, que los pedestales también son de quita y pon. Ya sabemos la frase de… «No es más rico quien más tiene… sino quien menos necesita», y yo creo he llegado a ese estado casi místico en que necesito pocas cosas y esas son tan simples que caben en un bolsillo, en un sueño, en un corazón.
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