Desde que Zócalo Arte ampliase su espacio en la segunda planta se han sucedido varias exposiciones dobles. La última se llama ‘EmulsionARTE’ y tiene como protagonistas a dos grandes maestros, uno del óleo, Pepe Martín y otro, de las acuarelas y el pastel, Rafael Dueñas. En esta ocasión los visitantes encontrarán una novedad y es que por primera vez en los tres espacios del Torreón de Cotilla, de Ogíjares, los cuadros de ambos pintores están mezclados, de ahí la sugerencia del título por parte de Rafael para la misma. En la jornada de su inauguración el director de este espacio y también pintor, Jacinto García, nos explicaba que «esta exposición me produce una profunda emoción. Es un tipo de pintura clásico resuelto con una grandísima maestría por los dos. Yo la subtitularía ‘los maestros vienen a Zócalo Arte».
También advertía que no es la típica exposición para pasearse y mirar sino que, por el contrario, hay que «pararse en cada cuadro, analizarlo y buscar la enorme sensibilidad que hay en cada una de ellos, sobre todo el que quiera aprender a pintar, tiene que pararse y tomar nota de cómo han ido resolviendo distintas composiciones, bien sea de paisajes de Granada, de la Alhambra, o bodegones». Esta muestra estará en Zócalo Arte hasta el 1 de mayo, en horario de lunes a viernes de 7 a 9 de la tarde.
En efecto, el visitante de este espacio de arte podrá disfrutar de una veintena de obras de cada uno de los maestros, cuya temática está bien definida, pues se trata de recreaciones de la Alhambra o de bodegones, en algunos casos de tamaño inusual. De Pepe Martín, autor de los 25 magistrales bodegones, unas veces hiperrealistas y otras menos, sabemos que estudió en la Escuela de Artes y Oficios, donde fue alumno de Rafael Prados, Fran Corredor, Nicolás Fernández, entre otros. Jacinto resalta que «sus bodegones tienen el color de la pintura granadina». Por su parte el propio pintor nos cuenta que en su juventud se dedicó a hacer muchos retratos para crear su propio estilo al tiempo que buscaba su independencia económica, después le seguirían los bodegones, que han sido el eje de su pintura. También que se muestra impresionado «de la espléndida iluminación de las obras que no he visto en ninguna galería y del entorno que permite ver los cuadros como si estuvieran en tu casa».
Por parte, Rafael Dueña, licenciado en Bellas Artes y artista tremendamente laborioso, que durante un tiempo estuvo al frente de la galería Rincón del Arte indica que su pintura «tiene mucha poesía dentro». También que es un enamorado de la Alhambra, de la literatura fantástica y de la historia del arte del Romanticismo, por lo que «tenía todos los alicientes para desarrollar mi capacidad creativa e imaginación para ponerla al servicio y disfrute del público». Así mismo, comenta que exponer con Pepe Martín es «un placer, entre otras cosas, porque a través de sus contactos me ayudó para que me dedicara profesionalmente al mundo de la pintura. Hemos expuesto en varias ocasiones juntos lo que ha favorecido con el tiempo que se convierta en una gran amistad. No sé porqué pero siendo nuestros trabajos distintos en cuanto a temáticas y técnicas, hay algo que los complementa».
Tampoco ahorra piropos para el espacio de arte que califica como una de las mejores salas que ha visitado. Cuando le pedimos nos destaquen algunos de los cuadros repartidos por las distintas estancias Pepe Martín destaca en la planta baja un cuadro realizado con técnica mixta sobre lienzo que combina pastel y óleo en el que se ve a su hijo pequeño cuando estaba en el estudio mirando una obra suya de un desnudo femenino, en tanto que Rafael hace otro tanto de la acuarela que hay al lado por tratarse de una acuarela aparentemente suelta pero también algo compleja. «En mis obras me suelo dejar llevar. Gran parte de ellas son de imaginación que al fin y al cabo es un almacén de recuerdos, de lo visto y lo vivido. Todos los días de mi vida he mirado al cielo, el de cuadro es completamente inventado, onírico, que no existe nada más que en el cuadro. Hay una idealización del monumento, se reconoce que es la Alhambra, pero cada uno de los elementos, arquitectura o vegetación, pretende crear una especie de partitura musical para transmitir un ritmo que sirva para equilibrar la composición».
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