Hace pocos días, pude leer en las cartas al Director, sección de su periódico en la que llevo ya haciéndome presente de manera habitual y bastante frecuente hace unos cuantos años, una carta titulada “Sucedáneo: Centro Artístico”, firmada por Don Rubén Darío Vallés Montes, a quien no tengo el disgusto de conocer, dicho sea de paso.
Es complicado llevar a cabo un ejercicio tan grande de demagogia barata y falsedad argumental −digo falsedad porque falta a la realidad y a la verdad en la argumentación expuesta para defender su postura acerca del tema que aborda−, en un espacio tan corto y escueto. Sin lugar a dudas, para eso, es menester poseer valía.
Comienza el Sr. Vallés hablándonos de los orígenes e inicios del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, derritiéndose en loas y alabanzas hacia aquella institución granadina creada a finales del s. XIX. Lo que no dice –no sabemos si es un “olvido” intencionado o producido por la ignorancia y el más absoluto desconocimiento sobre la historia de la cultura en la España decimonónica− es que este tipo de instituciones culturales, que fueron producto del Liberalismo, eran muy abundantes y frecuentes en España, durante la segunda mitad del s. XIX. A modo de ejemplo podemos citar: el Ateneo de Madrid y el Real Casino de Murcia, que son anteriores a 1850, el Ateneo de Sevilla, el Liceo Accitano, el Casino Bastetano… Con ello quiero decir, que el Centro Artístico de Granada no era algo exclusivo que se diera en España, si no que su fundación responde a una tendencia y necesidad de la época, que era canalizar la difusión y divulgación de las Artes, las Letras y las Ciencias, es decir, del conocimiento y el saber. En la mayoría de las ocasiones, como es el caso que nos ocupa, dicha institución ha llegado hasta nuestros días, eso sí, con las debidas actualizaciones propias y adaptaciones necesarias para que etas instituciones tengan su hueco y conserven su espacio en la sociedad del s. XXI.
Utiliza como argumento, el Sr. Vallés, para justificar su opinión, la crítica al escudo o emblema del Centro Artístico porque en él aparece el águila de San Juan. Le recomendaría que repasase las connotaciones y el significado que dicho elemento heráldico tiene para Granada y la figura de los ínclitos Reyes Católicos, que tan importantes son para la ciudad de la Alhambra y para la Historia de España. Tampoco le gusta que de sus balcones y ventanas cuelguen banderas de España. No logro entender qué de malo puede haber en ello. En mi despacho tengo las banderas de España y de Andalucía, y muy orgulloso que me siento de ambas. Por esa misma “regla de tres”, en estos días, con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol ‘Rusia-2018’, muchos establecimientos públicos y viviendas particulares exhiben abiertamente la bandera de España, pues bien, también debería ser motivo de “escarnio público” si atendemos al errado argumentario del Sr. Vallés.
Otro de los “argumentos” que utiliza este señor es que deja entender que no está muy de acuerdo con que el Centro Artístico sea frecuentado por personas mayores y lo compara con un ‘casino de pueblo’. Mire usted, Sr. Vallés, yo soy natural de Caniles, una preciosa villa sita en la comarca de Baza y lindando con la provincia de Almería, en ella nací, me crié y resido, y me siento muy orgulloso de ello. También frecuento con bastante asiduidad el Casino Bastetano, una institución decimonónica a la que amo, quiero, admiro y respeto, y en la que tengo a muy buenas amigas y amigos. A mí, desde mi más tierna infancia, mis padres, familia, maestras y maestros, me enseñaron a respetar a nuestros mayores. Por consiguiente, le pido que muestre un poco más de respeto por esos ‘casinos de pueblo’ que tanto bien hacen en los núcleos poblacionales rurales.
Menciona usted también, Sr. Vallés, y cito textualmente: “el Centro Artístico no alberga nada nuevo que ocurra y bulla en la joven sociedad granadina, española, mundial…” Afirmación ésta que es totalmente falsa porque, precisamente, hace no mucho tiempo, el Centro Artístico albergó la exposición de pintura, “Bitácora de una ausencia”, de la joven artista Gemma Domene Carreño, que a sus veinticuatro años se ha convertido en la artista más joven que ha expuesto en dicha Institución, y ha mostrado y demostrado a Granada entera su talento, arte y conceptualismo. Tuve el honor de estar estrechamente ligado a dicha exposición, por motivos personales y familiares, y, sin lugar a dudas, fue todo un éxito.
Del mismo modo, coincidiendo con esta exposición, se celebró en el Centro Artístico una conferencia titulada: “Memoria contra el olvido: las escritoras de la Generación del 27”, a cargo del profesor e investigador Jairo García Jaramillo y que me cupo el honor de presentar a este joven investigador y prolijo escritor al que me une un estrecho lazo de amistad y juventud también. Debemos recordar que en fechas recientes han intervenido: Rafael Guillén, Antonio Carvajal, Ángeles Mora o Andrés Neuman, por citar algunos. O el caso del joven escritor Ismael Contreras, natural de Huétor Santillán, que hace unos pocos meses presentó en el Centro Artístico su sexta novela de ficción titulada: ‘La noche de Walpurgis’.
Y ya, el aldabonazo final, “la gota que colma el vaso”, es que usted dice que no nos tomemos a mal su carta, que es una crítica constructiva y que la ha escrito con buena intención. Si esto que usted pone de manifiesto al final de su carta fuera cierto, yo no sentiría la necesidad de escribir ésta para responderle pública y abiertamente. Afirmar esto que usted ha afirmado en su carta tiene un nombre, se llama demagogia, y de la mala.
Por cierto, me llamo Juan Antonio Díaz Sánchez, tengo 31 años, me siento muy orgulloso de ser granadino, andaluz y español, y, por último, una cosa importante, soy de pueblo y a mucha honra. ¡Larga vida al Centro Artístico, Literario y Científico de Granada!
JUAN ANTONIO DÍAZ SÁNCHEZ (Caniles)