El granadino cosmopolita, ecléctico y políglota, Julio Moreno-Dávila, presentaba en la tarde del miércoles en La Tertulia su libro ‘El gusto amargo del café y otros relatos’ (Ed. Sekotia), en cuyo acto estuvo acompañado por su hermano José quien en su breve intervención destacó algunos aspectos biográficos y literarios del autor ingeniero de telecomunicaciones de profesión que completó su formación en Lausanne (Suiza), además de haber estudiado ‘Harmonía y composición’ en el CSM Victoria Eugenia de Granada y Teología escriturística en la Facultad granadina lo que le ha llevado a componer música y dar clases en Roma sobre la relación entre la Fe y la Ciencia, estando sus trabajos de investigación centrados en la investigación operativa, la estadística financiera y la inteligencia artificial. En cuanto a su faceta literaria destacó la única incursión literaria en la novela con el título ‘Condena sin proceso’ al que ha seguido ahora este libro de relatos del que afirmó «es un libro muy bien editado y cómodo de leer», posiblemente debido a su gran bagaje de lecturas y de la genética del padre periodista.
Compuesto por 20 relatos, repartidos a lo largo de 402 páginas, escritos en distintas épocas y lugares, y desiguales en cuanto a extensión, siendo el más corto el que le da título y el más extenso el último, ‘El órgano’ de casi 60 páginas. En ellos se puede rastrear la formación e intereses del autor, especialmente la música, pero también la ciencia y la filosofía,«e incluso la psicología» como es el caso del titulado ‘El ángel negro’. Según indica el autor su libro está dirigido a «un lector perspicaz» que pueda sacar alguna consecuencia de lo que el autor quiere expresar.
En sus relatos se puede observar en ellos la influencia del teatro por la abundancia de diálogo y llama la atención el hecho de que determinados personajes aparezcan en distintos relatos, así como el protagonismo femenino en todos, a excepción de en ‘La milla de oro o el elefante’. En cuanto a la temática el ex consejero delegado del periódico ‘IDEAL’ manifestó que «no es clasificable dada la rica variedad, hija de la colosal imaginación del autor. Les diré que juega a mantener la atención del lector con finales inesperados y originales».
Por su parte el autor reconoce que su faceta musical le ayuda mucho a la hora de escribir sus obras y que su estilo es «sencillo, lineal y transparente», siendo uno de sus favoritos ‘Carmencita, sentimiento ambiguo’ en el que aparece un jesuita vasco que luego aparecerá en otros cuatro relatos.
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