Cuando llegamos a Pinos Genil, Maureen Lucía Booth e Inmaculada López nos esperaban a las puertas del ayuntamiento, junto con el alcalde, Gabriel Gómez. Tras acceder al consistorio y subir en ascensor a la primera planta nos encontramos la sala amplia y bien iluminada, recientemente remodelada, para cuya iluminación han tenido en cuenta las propuestas del pintor, Juan Vida, vecino como ellas de este bello pueblo serrano.
A un lado podemos contemplar los grabados y pinturas de la artista gráfica Maureen, que muchos pineros llaman cariñosamente Mariana, pues no en vano lleva casi 50 años viviendo entre ellos y, además, ha sido la pregonera de las pasadas fiestas . En total muestra 17 obras realizados en distintas épocas y con diferentes técnicas. En frente, veinte cuadros de su alumna que intentan fijar en el lienzo escenas de un pasado no demasiado lejano, junto con algún bodegón, retrato y grabado. Por distintos motivos, ambas se muestran muy contentas de mostrar creaciones artísticas y coinciden en señalara que el arte es vida. «Las dos teníamos la misma idea. Durante diez años he querido pintar y hacer grabados y no he expuesto, por eso ahora hablé con el alcalde y le propuse de hacer una exposición. Él me sugirió la idea de ponernos de acuerdo pues Inma le había hecho la misma propuesta», explica Maureen que se mostró «encantada de exponer con Inma» en tanto que ésta se sentía «feliz de estar con mi profesora y exponer con ella es algo mágico». Esta doble exposición se puede visitar, hasta finales de agosto, en horario de lunes a viernes, de 19 a 22 horas y sábados y festivos, de 12 a 14 h. y de 19 a 22 horas.
Mucho se ha dicho de la obra de Maureen Lucia Booth (Manchester, Inglaterra, 1939) que empezó a pintar al óleo y acuarela en el año 1962, bajo la tutela del pintor británico, Peter Shaw y que desde 1969 reside en Pinos Genil. En 1977 entra el taller de grabado de la Fundación Rodríguez-Acosta, dirigido por el maestro grabador, José García de la Loma con el que aprendió casi todos los secretos que ahora ella enseña a la gente que viene a su taller desde Canadá, Australia, Nueva York,… «Es algo muy bonito porque estoy aquí en el paraíso pero en contacto con gente del resto del mundo», explica antes de añadir que en los años 80 impulsó un taller para la Diputación para los niños y niñas de los pueblos. En su dilatada trayectoria cuenta con más de 20 exposiciones individuales y casi 60 colectivas celebradas en distintas ciudades españolas, de Francia y EE.UU. De las obras expuestas dedicadas al amor, a la magia y el embrujo de la Alhambra, al campo y sus flores y paisajes alpujarreños nos cuenta que una de sus favoritas es la titulada ‘Esencias ancestrales’, un obra realizada con técnica mixta sobre plancha de cinc. A nosotros nos gustan los titulados ‘De Capileira a Bubión’, óleo y pigmentos sobre lino (110×150 cm) y ‘Paseo por Capileira’, un óleo sobre lienzo (100×110 cm) que pintó hace una década. También su tríptico amoroso (Hablando de amor, ¿Quieres volar conmigo? y Volando) basado en una pareja de palomas de las que merodean por su taller.
Por su parte, Inmaculada López, natural de Pinos Genil, nos cuenta que «Maureen dejó su semilla en mí cuando tenía 14 años, en unos cursos de Pintura que hizo para el colegio de Pinos en el año 85, dando a conocer a muchísimo niños este arte». Avatares de la vida hicieron que abandonara esta vocación por el oficio de peluquera pero en 2003 por una operación fallida de columna vertebral que le dejó lesiones medulares tuvo que estar «muchísimos años del sofá a la cama donde solo podía dibujar a lápiz o carboncillo y hacía sobre todo muchos retratos. Fue hace tres años, en 2015, cuando me puse dos tratamientos de plasma rico en plaquetas y Biotronic cuando pude llevar una vida digna, retomé la pintura que me hizo sentirme viva y libre». Hace un año, una amiga le animó a ponerse en contacto con el Club To Artist con el que ha hecho exposiciones en Madrid, Valencia, Córdoba y distintos espacios de Granada. En sus obras se pueden ver paisajes y edificios fabriles del entorno de Pinos Genil, sus gentes desarrollando algunos oficios ya desaparecidos. Inma que elige como favoritos las obras de la estación del tranvía en el que se ve a su padre y hermanos y el retrato dedicado a su madre, afirma que la pintura le ha dado la vida pues a causa de la enfermedad cayó en una depresión por no poder hacer nada y «pintar me ha devuelto la luz, pues vuelco en la pintura mis sentimientos y sale lo mejor de mi».
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