Antonio Bolívar: «Impulsos para un sistema educativo que languidece, sin rumbo»

 

En los últimos años el sistema educativo funciona, como cualquier otra maquinaria social, por pura inercia, pero sin rumbo, un tanto empantanado, como lo dejó el Gobierno del PP. Por una parte, la LOMCE se ha ido implantando a la fuerza, con una amplia oposición del profesorado, lo que ha generado un sentimiento de desilusión, cuando no de desmoralización, costosa de superar. En sus extremos más fuertes (como las evaluaciones externas) tuvo que ser paralizada. Por otra, los nuevos responsables políticos no están en condiciones de plantear grandes alternativas. Por eso, el nuevo gobierno, hasta ahora, no ha introducido (o no ha podido introducir) elementos que hagan mover el sistema con nuevos proyectos e ilusiones. Por el sentir que percibo entre el profesorado, este es un curso un tanto “anodino”. Y, sin embargo, por el bien de todos, necesitamos dinamizar su funcionamiento.

 

Tras tantos vaivenes en educación, en los que se ha incurrido en la grave responsabilidad de jugar políticamente con la educación, hora es de hacer buena educación con la política. La añoranza de un posible Pacto en Educación actuó, durante el tiempo en que se creyó en su posibilidad, como un cierto conjuro que viniera a resolver nuestros problemas. Pero, una vez que dicha esperanza (vana) se ha esfumado en el horizonte, sin capacidad en el Parlamento para desmantelar o derogar la LOMCE, cabe plantear alternativas, si no de largo alcance, al menos de plazo medio, que contribuyan a ilusionar al personal.

Tenemos confianza personal en la valía del nuevo equipo ministerial pero, me temo, que situados sin un horizonte temporal de trabajo a medio plazo, que requieren los proyectos educativos, poco se puede hacer. Dado que se pueden convocar elecciones generales en cualquier momento, al tiempo que la falta de mayoría para sacar adelante los proyectos, conviene limitarse, a lo sumo, a gestionar las contingencias cotidianas y a tapar los agujeros abiertos (recortes, impulso a la FP, incremento capacidad Consejos Escolares, particularmente en la elección de directores, lugar de la Religión y la Educación cívica, defensa de la Educación Pública, suprimir itinerarios excluyentes de la LOMCE o tranquilizar a la concertada). Algunos de ellos son nuestras eternas cuestiones que nos distraen de lo fundamental: asegurar una buena educación para todos.

El informe de la OCDE Panorama de la Educación 2018 muestra cómo los recortes han afectado a la equidad del gasto educativo y las condiciones en las que se ejerce el derecho a la educación (su acceso y resultados). Por eso, desde luego, un primer imperativo, era revertir los recortes en educación y, particularmente, la vuelta a las 18 horas lectivas como tope en Secundaria y 23 en Primaria, junto a no incrementar la ratio de alumnos o acabar con el retraso en la contratación de sustituciones por baja. En cualquier caso, como proyecto de ley, además de que debe ser aprobado, sería para el curso que viene, Si esto era necesario, también está bien documentado, en España y fuera de ella, que por sí mismo, este tipo de medidas no inciden directamente en la mejora de la educación. Se precisan otras dinámicas paralelas que lo impulsen.

“Hastiados de cambios y reformas, hora es de dejar de jugar con la educación al servicio espurio de intereses particulares políticos, estabilizar el sistema, e impulsar dinámicas que ilusionen al personal y a la propia comunidad educativa”

Al margen de lo que pueda pasar en el futuro, hay que aventurarse a lanzar propuestas de programas de cooperación interterritoriales, a los que puedan acogerse las CC AA, como se hizo en la etapa de Gabilondo, que puedan abrir horizontes ilusionantes y contribuir a dinamizar el sistema que, como reconocía la ministra, tiene una “organización escolar demasiado rígida y homogénea, con tiempos, agrupamientos y estructuras en materias”, que no se corresponden con los tiempos actuales. La comparecencia de la ministra en la Comisión de Educación el pasado 11 de julio, y algunas entrevistas recientes, o la intervención del pasado 19 de septiembre, muestran que, dentro de lo realizable, hay cosas que se podrían hacer para la mejora. Acababa su discurso/programa de acción: “excelencia, equidad e innovación en una escuela de calidad del siglo XXI para todas y todos sin que nadie se quede atrás. Éste es mi objetivo estratégico. […] Estabilicemos el sistema para que una generación pueda beneficiarse de un amplio consenso histórico que puede y debe empezar hoy mismo”.

Hastiados de cambios y reformas, hora es de dejar de jugar con la educación al servicio espurio de intereses particulares políticos, estabilizar el sistema, e impulsar dinámicas que ilusionen al personal y a la propia comunidad educativa. En una situación tan mala o peor que la española, como quedó Portugal con el gobierno conservador y el rescate del FMI, el nuevo gobierno ha logrado recuperar la confianza y embarcar a todo el sistema en un admirable Programa Nacional de Promoción del Éxito Educativo. Siempre es posible.

Publicado en “Escuela”, octubre 2018

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Catedrático de Didáctica y Organización Escolar

Universidad de Granada

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