Aunque la exposición lleva varias semanas abierta, fue el pasado miércoles cuando se presentaba el catálogo de ‘La luz del agua’ de José Manuel Peña (Granada, 1963) que hasta el 25 de octubre se podrá contemplar en el Espacio de Arte Santiago Collado. Un acto que volvió a reunir a un buen número de personas, la mayoría de ellas artistas, que pudieron llevarse un ejemplar de la preciosa y cuidada publicación con fotografías de Carlos V. Villar, que incluye un poema del profesor y fotógrafo Alfonso Garrido, ‘O nadar en corales colores de corales’ dedicado al pintor y un texto del que surgió el título de la muestra firmado por Kiko Nuez, ambos presentes en el acto que tuvieron la oportunidad de leerlos públicamente. También lo hizo el artista para hablar de nuevo de la obra expuesta de la que dijo que «es una inmersión en el mundo de las profundidades, pero no solo del agua sino también de las profundidades mías, personales»
Igualmente que ha estado trabajando en las profundidades de arrecifes, generando una serie de ecosistemas inexistentes, creados a través de su propia imaginación. Para ello ha articulado lo que es el lenguaje entre la pintura y el papel hecho a mano, dos mundos que le apasionan y cuya armonización le parecen muy interesante. ‘Luz del agua’ que ha ido evolucionando hacia el reflejo de lo que sería los oleajes u «oleadas» antes de trabajar, como lo está haciendo ahora, en las nubes, sobre el tema de la tormenta. «El agua me parece la mejor idea para representar el mundo emocional. En ella he estado trabajando desde el 2015 que lo hiciera con ‘Nauframar’, con poemas de Juan Carlos Friebe; en 2016 hice ‘Interludios’, divertimento líquido con poemas de Antonio Carvajal, y ahora con ‘La luz del agua’ es un retorno al mundo de las profundidades», precisa.
Asi mismo, nos contó que por razones de espacio la exposición se compone de 17 obras y que le interesan el mundo de los círculos quizás como forma de mirar a través de los ojos de buey o «porque en los fondos no existen las rectas, la naturaleza del agua las rechaza y es una forma de potenciar el mundo de la sinuosidad y ese vértigo que podemos sufrir cuando estamos dentro de las profundidades. La alternancia de los tondos y los cuadrados da mucho ritmo a nivel de discurso plástico».
Respecto a la técnica, indica que en la actualidad está especialmente interesado en el acrílico por su secado rápido y sobre todo por el mundo de los chorreones fluidos sobre los que ha ido «ordenando y superponiendo manchas, equilibrando tensiones, definiendo sus posibles horizontes y dejando que la obra fluya hacia su propio orden». También ha recurrido a algo novedoso como es la armonización del mundo de la pintura y el del pulpas coloreadas que posteriormente han sido veladas para integrarse y formar un solo lenguaje con lo que le otorga cierto cierto aspecto de materia. Muchos puntos rojos demuestran el interés que ha despertado esta muestra y la importancia que otorga a «Santiago Collado, un galerista fantástico».
Otro detalle que nos hace observar en las obras expuestas es la ausencia del negro «entre otras cosas, para hacer una especie de hábitats recomendable en el cual refugiarse. No están basadas en fotografías, son producto de mi imaginación y suponen dos años de trabajo, de investigación, de búsqueda, de articulación del papel con el mundo de la pintura». Completan la exposiciones una colección de doradas realizadas con la técnica mixográfica con entintado calcográfico.