Se ha escrito bastante sobre los supuestos beneficios de las redes sociales y sobre sus perjuicios, quisiera aprovechar este artículo para imprimir mi visión, que comparto con Noam Chomsky, académico y lingüista estadounidense. En referencia a las redes sociales, Chomsky afirma que las «interacciones» que ahí se mantienen son «diferentes de tener un verdadero amigo, alguien con quien se pueda realmente hablar». Aunque dice que este tipo de relaciones no son del «todo malas”, sí pueden perjudicar las interacciones naturales que se producen cara a cara”.
Hemos sustituido, nuestros/as hijos/as también, las interacciones sociales que sí nos acercan a los demás. Con redes como Facebook, Instagram, o Twiter, creemos que tenemos amigos/as, cuando realmente no es así. Estas redes nos aíslan y nos separan de los demás, creando la falsa ilusión de que tenemos una red social inexistente. Se trata de rápidas interacciones, en las que no se produce una comunicación real, la faceta de la comunicación no verbal se pierde, esencial para una relación plena. Realmente el mensaje que compartimos se basa en ésta, un 95% de lo que nos dicen los demás, lo codificamos gracias a las expresiones no verbales, dejando un 5% a la comunicación verbal, al mensaje oral.
Cuando interaccionamos “cara a cara” se activan las neuronas espejo, que son las encargadas de que podamos desarrollar la empatía, que nos permiten conectar con los demás. En las redes sociales, perdemos esta conexión, convirtiéndose en una fría interacción, que nos produce una sensación efímera de contacto social. En opinión de Chomsky, muchas personas escriben lo primero que se les viene a la cabeza, «pero si pensaran [en lo que escriben] al menos durante dos minutos, no lo enviarían».
Chomsky señala, que más allá del avance que ha implicado, Internet “puede aislar y radicalizar a las personas. Unos de los condicionamientos sociales determinantes de la época lo están constituyendo algunas redes como Facebook que adulteran valores del relacionamiento humano en forma negativa”. “En vez de hablar con las personas cara a cara, de conocerlas a través de la interacción, hay una especie de carácter casual de esta cultura en desarrollo”, explica. “Conozco adolescentes que creen que tienen cientos de amigos, cuando en realidad están muy aislados (…) Escriben en Facebook que mañana tienen un examen, y alguien les responde ‘espero que te vaya bien’. Entonces, conciben eso como amistad. Los más jóvenes, muy a menudo no ven ningún problema en esto.
“Viven en una sociedad y una cultura exhibicionistas, donde colocas todo en Facebook o Instagram en adolescentes, momentos de supuesta felicidad” |
Viven en una sociedad y una cultura exhibicionistas, donde colocas todo en Facebook o Instagram en adolescentes, momentos de supuesta felicidad. Esto está causando un agravamiento de estados depresivos, la imagen que percibimos de los demás, es una deformación de la realidad, estas instantáneas representan un momento en sus vidas, las utilizamos para comparar la generalidad de la nuestra, lo que nos lleva a sentirnos más infelices que el resto.
Otra característica de las redes sociales es su inmediatez, la sobrecarga de flashes y mensajes a la que estamos sometidos produce que demandemos información instantánea que necesitamos de forma urgente, sustituir por otra. La violencia de las imágenes que abundan en las redes sociales conlleva una insensibilización humana muy preocupante. Imágenes cargadas de violencia (recordemos la fotografía del niño muerto en la playa que se hizo viral), pasan por nuestros ojos, de forma rápida a las que ignoramos buscando una nueva imagen que ya ni siquiera nos afecta.
Muy preocupante, sí, que basemos nuestra vida en relaciones virtuales, que nuestros hijos interactúen de una forma tan superflua con los demás, que hayamos perdido miradas, la complicidad, el calor que produce el acercamiento humano, y que sea ahora una pantalla a la que hablemos y sonriamos.
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Comentarios
Una respuesta a «Virtudes Montoro: «¿Son las redes sociales apropiadas para nuestros hijos/as?»»
Qué interesante reflexión que pone el contrapunto al «endiosamiento» que desde la sociedad estamos imprimiendo a las redes sociales. Es mil veces más gratificante un café con un amigo una tarde de domingo que cientos de «me gusta» en una foto almíbar Ada que colguemos