Eduardo P. Molinero dona el Tercio ‘Alejandro Farnesio’ de Ronda su cuadro del Cristo de Mena

El sábado, Eduardo P. Molinero, que firma con el nombre artístico de Emoli, vio cumplido su sueño. Desde finales de septiembre y hasta el día de su cumpleaños (7 de noviembre) se ha entregado en cuerpo y alma a pintar un cuadro del Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena para donarlo al Tercio ‘Alejandro Farnesio’, 4º de La Legión, en Ronda (Málaga). De esta forma este funcionario del estado jubilado que desde muy joven ha tenido inquietudes artísticas ha visto culminado su esfuerzo que le ha tenido ocupado «días laborales, festivos, e incluso algunas noches». Antes de que saliera de su domicilio, en la Urbanización Loma Verde, de Albolote, Eduardo reunió a sus amigos para mostrarle su obra cuyas dimensiones son de 196×130 cm.

Amigos del pintor que tuvieron la oportunidad de ver el cuadro antes de su traslado a Ronda ::A. ARENAS

«Antes del 17 de abril, yo no era nada, pintaba como podía, me desenvolvía solo o con la ayuda de mi mujer y los colores los sacaba por mi cuenta. A partir de esa fecha la pintura ha cambiado mi vida, he cogido más ilusión y me ha dado grandes satisfacciones. Me hacía mucha ilusión hacer un cuadro del Cristo de Mena para donarlo a la Legión y al final lo que he conseguido», comentó antes de que con la ayuda de su esposa quitasen la sábana que cubría la obra. Después añadiría detalles de cómo ha inmortalizado a la escuadra de gastadores y las aportaciones que ha realizado Carmen, su mujer, especialmente en la sangre de las rodillas y en la cabeza. Así mismo, leyó la dedicatoria incluida en la parte inferior izquierda: «Al IV Tercio de la Legión Alejandro Farnesio de Ronda (Málaga) y su Escuadra de Gastadores, 2018. Emoli». Sus amigos le felicitaron por «el gran trabajo y la atmósfera conseguida».

Emoli posa con autoridades y amigos una vez colocada su obra

Hasta el Acuartelamiento de Montejaque, en Ronda, se desplazó Eduardo, acompañado por su esposa y varios amigos, entre ellos Pedro Triguero y la artista y escritora, Marijose Muñoz que leyó un texto compuesto para la ocasión:

Momento en el que Marijose Muñoz lee su texto

RONDA LLORA SU PENA POR LOS TAJOS

por Marijose Muñoz

La escarcha de la pascua augura el entierro, los Gastadores conducen su marcha pasajera como pastores heridos, hijos predilectos del calvario valiente, errantes de silencios y quejas por los arriates rojos del cáliz solitario, pilares adosados a gritos en la tarde, cae el ocre sobre azules enfurecidos y de las brasas se apaga el amoroso pecado del devoto.

Asoma la muerte con hedor umbroso, meciendo la luna en guadaña de plata, cátedras de tristeza pueblan mis sienes y sentada en el luto revoloteo mis muertos, orundenses olivos arañan la casa del padre, présagas horas del siniestro final, judio augusto con percalina sangrienta, me alzo hacía ti y no hallo más belleza en este mundo que tu sombra tierna sobre mi almohada.

Tú, Cristo orgulloso de la Buena Muerte, y tu madre Inmaculada, sombra enlutada, gritos de inocente escarlata, busca tus pisadas en la arena tibia y derramada, entre ramas secas que arden de dolor por la tristeza del mundo en la cruz que centellea en los iris adeptos y abrume el viernes santo con tañer de campanas tu sendero de muerte y perdón. Altivez carmesí que te derrites de ternura aún muriendo por nosotros, música de silencios, arpas solitarias tiemblan como tela de araña desfalleciente entre bella sombra robinia y almendros en flor, la muerte rema híbrida de cordura. Soy el ángel alhajado de ruinas y perlas, cabalgo en el vitriolo que anuncia su final, la cuadriga de Alejandro Farnesio será secreta dicha, dormida en las bateas dónde ya brilla el sol, las crines amaranto de un amor imposible, tentación sepultada en laureles de uniforme, helado de placer a su alegre llorar, vilipendio de unos pies descalzos y sangrantes a punto de estallar, lloraré tus lágrimas, las que nunca derramaste y conservan mi pecado de sonrisa ambigua, lirio negro disipa tu tiempo, pues llega el halago dulce de los azahares, arqueros en las almenas, callados en el tiempo.

Alargando las manos, horizontes con alas, pensativos cipreses, me robaste mis piadosas lágrimas en un tenue revuelo de cristal, abatido del regazo incólume del ocaso, indecente Eduardo, hieres solo la carne, pues intangible es su alma como la tuya, semejanza de locura decadente. Y solamente entonces, el Cristo de la Buena Muerte… expiró.

Marijose Muñoz Rubio

Redacción

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