La última vez que nos encontramos con Odile Fernández (Granada, 1978) fue en febrero pasado pues acababa de salir de imprenta su libro ‘Recetas para vivir con salud’. Entonces su autora nos contaba que a su hijo Nacho le encantaba el gazpacho, que Iker es más de pescado pues le gusta el jurel al vapor con curry y a Eyre, la pequeña, le gustan los espaguetis de calabacín. No sabemos si ha sido esta experiencia personal, el convencimiento de que con quien tiene más futuro una correcta educación alimentaria es con los pequeños o un encargo de la editorial, el caso es que en estos días ha llegado a las librerías un nuevo libro que ha realizado en colaboración con Heva Hernández, fotógrafa, bloguera y madre de dos niños. Se titula ‘Mi niño come sano’ (Ediciones Urano) y la doctora granadina que superó un cáncer de ovario, lo presenta este lunes, 10 de diciembre, en la Biblioteca Provincial de Granada (19:30 h).
Tanto Odile como Heva califican esta publicación como ‘el libro’, en realidad tendría que ser ‘el librazo’ pues no en vano tiene casi 500 páginas, pesa casi 1,5 kg y recoge más de 90 recetas infantiles. Pretenden que sea «la guía definitiva de alimentación infantil pues es el libro que nos habría gustado leer cuando fuimos madres por primera vez». Entre ambas tienen cinco hijos a las que han dedicado el libro y que ha degustado muchas de las recetas incluidas en el mismo. Por eso hablan que es «un libro teórico y también práctico», que comienza con la alimentación de la madre desde el momento en que se queda embarazada y prosigue hasta que son adolescentes. «En la sección infantil de lo supermercados hay muchísimos productos disponibles para bebés y niños que son muy poco saludables y pueden conducir a obesidad», explica Odile en referencia a yogures para niños, leche de crecimiento, suplementos pensados para malos comedores, infusiones para que duerman mejor o hagan mejor la digestión pero que al leer el etiquetado en muchos de ellos se puede ver que contienen básicamente azúcar, aceite de palma o aditivos no recomendados para ellos. «En nuestro libro hemos pretendido ofrecer una guía para conocer cuáles son saludables y cuáles de los que se consumen con bastante frecuencia deberíamos desterrar», aclara.
En este sentido, el libro recoge el momento de introducción de la carne que según las últimas investigaciones la de ternera, embutidos, fiambres se debería esperar hasta los dos años. En cuanto a la leche, Odile indica que hasta el año de vida el niño no debería consumir más leche que la de su madre o fórmulas artificiales pensadas para ellos. También destierra el mito de que la leche es obligatoria pues a partir del año de vida sería más recomendable darle yogur y queso. En cuanto al pescado señala que puede ser saludable dependiendo de la elección pues un pescado de piscifactoría como el salmón puede ser el producto más tóxico que encontremos en el supermercado por el tipo de crianza. Igualmente habla de la importancia de no utilizar sal en los primeros años de vida, y de las algas que hay que limitarlas por su alto contenido en yodo pero que en pequeñas proporciones pueden ser beneficiosas. Otro tema importante es el del arroz pues se ha visto que suele tener un alto contenido en arsénico que como metal pesado no lo hace apto para humanos y mucho menos para niños por lo que ofrecen trucos para reducir al máximo esta sustancia.
Como en sus libros anteriores, Odile realiza una apuesta decidida por la dieta mediterránea ya que, según los estudios, disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama, de colón, enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes,… Por ello, ofrecen un menú semanal para que el que quiera hacerlo no se quede en la teoría. Así mismo se explica que una dieta vegetariana bien planificada puede ser apta para embarazadas, adultos, deportistas e incluso para niños «siempre y cuando contenga un equilibrio de proteínas, grasas e hidratos de carbono. En el libro muchas recetas están orientadas a familias vegetarianas y veganas que quieren excluir la proteína animal en su día a día», añade. Para la prevención de la obesidad infantil recomienda reducir el consumo de azúcar pues «los niños menores de 11 no deberían tomar más de 11 gramos de azúcar al día y las cantidades actuales rondan los 65 gramos, lo que implica no sólo más caries sino más obesidad». Otro factor que influye mucho es el sedentarismo pues los niños cada vez se mueven menos, muchas actividades extraescolares son sedentarias cuando deberían practicar actividad física a diario.
Asimismo, ofrecen consejos para que los hijos consuman más frutas y verduras frescas, a saber, introducirla cuanto antes mejor, que siempre estén accesibles, no comprar alimentos que no queremos que consuman, invitarles a cocinar y manipular los alimentos, llevarle a comprar al mercado, mejor que al supermercado, donde encontrará tantos alimentos ultraprocesados. Igualmente darle ejemplo y que vean a los padres comer fruta. «He comprobado con mis tres niños, que lo mejor es no premios, no castigos con la comida. Eso de si te comes las lentejas te doy una chuche no me vale. Peor aún es el castigo: si no te las comes no juegas a la Play. Hay que tener mucha paciencia y ser constantes». Otros trucos son sustituir con productos alternativos, por ejemplo un ketchup que un tercio del mismo es azúcar proponen hacer un ketchup de remolacha en el que el azúcar se sustituye por dátiles, hacer galletas caseras con avena y plátano, mantequilla de cacahuete para tostadas o hacer helados y para estos días de frío una crema de zanahoria y jengibre elaborada sin sal. El libro tiene una finalidad benéfica pues parte del dinero recaudado irá destinado a la Fundación Aladina, una organización que apoya a las familias y a los niños con cáncer y que «regala sonrisas».