En numerosas ocasiones hemos oído esta frase: “Hablando se entiende la gente”. Quiero partir de la misma para invitar a la reflexión. Como docentes, hemos presenciado o mediado en algunas situaciones complejas con dos o más alumnos implicados.
Incidamos en una premisa: “El diálogo resuelve conflictos”. No me canso ni me cansaré de insistir en algo que debiera resultar obvio, si bien no siempre se lleva a la práctica: “Dos no se pelean cuando uno no quiere”.
La resolución de conflictos es parte de nuestro trabajo. El educador debe tener muy claro que forma parte de su trabajo (ser docente no es únicamente transmitir conocimientos). Si queremos llevar a cabo una formación integral, hemos de ser consejeros o psicólogos con nuestro alumnado.
Saber escuchar es la mejor estrategia en pro de reconducir una situación que se ha enquistado y parece tener difícil solución. Una comunicación fluida y constante ayuda a mejorar la convivencia dentro y fuera de las aulas.
Cuando se produce una situación tensa, hemos de invitar a las dos partes a dialogar. En este sentido, necesitamos una “escucha activa”, siendo autocríticos. Los implicados deben ser capaces de reconocer en qué se han equivocado y qué pueden hacer para mejorar la situación planteada.
Cierto es que vivimos o formamos parte de una sociedad que premia las malas conductas, así como nos bombardea con contenidos de escaso o nulo gusto (cítense como ejemplo los numerosos programas de tarde en los que unos hablan de otros). Obviando la poca contribución de los canales de televisión cuando programan “telebasura”, cumplamos con nuestro cometido: vivir en armonía, practicando la solidaridad y tolerancia.
No nos escudemos o justifiquemos nuestras actuaciones en las llevadas a cabo por otros. Sigamos un mandamiento: “Haz bien y no mires a quién”.
Enseñemos a establecer acuerdos y a no defenderse de las agresiones con un ataque. Seamos capaces de trasladar cuestiones que ayuden a mejorar, tales como: ¿qué piensas?, ¿qué opinas? o ¿qué sientes?
De la misma forma, establezcamos límites sobre lo que se puede o no hacer, siendo consciente el alumnado en pro de una convivencia positiva.
No olvidemos que el entendimiento se puede conseguir si las dos partes colaboran para encontrar una solución.
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Rafael Bailón Ruiz |
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