Año 2019. Por increíble que parezca, la sociedad vive pegada a la televisión, consumiendo programas basura, tales como ‘Gran Hermano’ o ‘Sálvame Deluxe’. ¿Podemos presumir de sociedad moderna cuando nos limitamos a ser “entes pasivos”? ¿Realmente mostramos preocupación por problemas que nos afectan o lacras aún existentes?
La telebasura hace referencia a contenidos zafios y vulgares, a esos ‘ganchos’ que usan las cadenas con el único propósito de no hacernos pensar, convirtiéndonos en ‘simples marionetas de los mass media’. Algunos emplean la violencia para incrementar los share o el ataque gratuito (sumado al cotilleo desmedido de “pseudoprofesionales” que forman corrillos al más puro estilo de charlatanes o marujas sin piedad).
Ávidos del morbo son los espectadores de estos programillas en los que cohabitan personajillos de índole diversa. Así, podemos distinguir a copias baratas de folclóricas, féminas que presumen de sus conquistas, aficionados de la conquista mujeril (cuando debieran llamarse “nulos en valores” y “poco caballeros”), fijos del papel couché capaces de vender el rosario de su madre por un puñado de euros o copresentadoras que no saben ni vocalizar (no obviemos a los conductores masculinos que tratan de despellejar a la presa, indagando o buceando en su vida privada).
Señoras y señores, cultivemos la virtud y no el desprecio, incrementemos nuestro vocabulario con la lectura y no con la “caja tonta”, dejemos atrás al farsante y al personaje vil (ese caradura capaz de inventar una nueva exclusiva, con el ánimo de mejorar su cuenta corriente).
Que no nos tomen el pelo con tronistas, docu-realities con la Debo o el Jonathan como protagonistas (mostrando por pasta hasta el nacimiento de su bebé) o encuentros entre brutos granjeros y copias de top models (al más puro estilo de los ángeles de Victoria Secret).
Esperando que mis demandas surtan efecto, les pediré que no me emplacen como bien decía el genial Mariano José de Larra: “Vuelva usted mañana”.
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Rafael Bailón Ruiz |
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