Hemos dicho adiós a la festividad de la Semana Santa, entrando en los últimos días del mes de abril. Toca escribir sobre una nueva temática, necesidad imperiosa de llevar a cabo en pro de una sociedad más equitativa y dotada de unos valores que cada día se echan más en falta.
Quiero abogar por uno de los valores fundamentales que el ser humano debe tener siempre presente: el respeto. Cierto es que el individuo es en numerosas ocasiones egoísta y poco dado a compartir, egocéntrico en otras e irrespetuoso con las consideraciones u opiniones del otro. En este sentido, hemos de saber escuchar, comprender la postura de quienes no piensan como nosotros, independientemente de quien lleve o no razón (nadie posee la verdad absoluta).
Sentémonos, dialoguemos en armonía, sin disputas y respetando el turno de palabra. Paseemos y no miremos con desprecio o albergando prejuicios, cuando vemos a una persona de distinto sexo, raza o condición social. Vivimos en un mundo cada vez más globalizado que pide a gritos TOLERANCIA. ¿Realmente nos creemos mejor que otros? ¿Por qué?
Respetemos la cultura, tradición e historia de otros pueblos o comunidades que conviven en un mismo territorio. La diversidad enriquece, si bien monopolizar posturas u opiniones empobrece.
Respetemos las diferencias y enseñemos a nuestros hijos o alumnos (quienes desempeñemos la difícil tarea de educadores) a tratar a las personas con la misma consideración que pedimos hacia nosotros mismos.
Esperando que mis deseos no caigan en saco roto, pido que pronunciemos y cumplamos con lo que se deriva de una hermosa palabra: RESPETO.
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Profesor del IES Ribera del Fardes
(Purullena, Granada)