Cuando resta una semana para concluir el mes de julio, dedicaré las líneas de hoy a la ‘amistad’ como valor necesario y la celebración del ‘Día del amigo o de la amistad’ que a propuesta de las Naciones Unidas se lleva a cabo el 30 de julio de cada año. Ideada por el doctor Ramón Artemio en Paraguay, en 1958, esta idea fue el germen a partir del que instaurar una fecha que sirviera como regalo a esas personas cercanas que pueden ser catalogados (sin ningún tipo de reservas) como ‘amigos’. Aunque en algunos países (caso de Argentina o Brasil) se festeja el 20 de julio, es el 30 el día propuesto como efeméride para todo el mundo.
Es la amistad “la relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia”. Sin duda alguna, este sentimiento es capaz de generar alegrías entre quienes la comparten, teniendo presencia en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia o trascendencia.
Cierto es que los verdaderos amigos son quienes te dicen la verdad, pensando siempre en qué es lo mejor para ti. Alejados de palmeros o “falsos aduladores”, el AMIGO toca en nuestro corazón, descubriendo qué nos preocupa y cuál es su tarea en pro de sanarnos. Si hemos escuchado en innumerables ocasiones que una casa sin hijos es como un jardín sin flores, yo añadiría (en relación a la amistad): “Una persona sin amigos es como si viviera en el desierto”.
En los momentos en los que reímos, brindamos por nuestros logros o la felicidad es insuperable, nos encontramos (por lo general) rodeados de cientos de seguidores o quizás resulte más acertado hablar de amiguitos (úsese el diminutivo por lo poco de verdad que suele haber en la mayor parte de estos acompañantes). Como si la vida fuese un barco, hemos de señalar que es necesario rodearse de magníficos tripulantes, esas personas que son capaces de enseñarnos el rumbo o recorrer por nosotros parte del camino.
A veces, encontramos seres ególatras que hablan y hablan sobre ellos, y, no se percatan que existen más problemas en el mundo. En este sentido, existen quienes muestran indiferencia hacia tu dolor o la situación en la que estás inmerso. Si eso te ocurre o ha ocurrido, reflexiona. Debemos dar un giro a nuestra situación, rodearnos de “verdaderos amigos” y desechar esas “sombras” que nos siguen (cuando les conviene), si bien no aportan.
Queridos lectores, huyamos de quienes asocian la amistad con la utilidad o el placer que pueden obtener del desarrollo de la misma. Quedémonos con las personas que demuestran bondad en su día a día, que no buscan sacar provecho, pues esa amistad durará toda la vida.
Que no me despierten, hasta que la ficción se haga realidad.
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Profesor de ESO