Aunque en muchas ocasiones se repite lo de marco incomparable, lo cierto es que muchas veces se convierte en una exageración piadosa. Sin embargo, podríamos decir que en otras ocasiones se queda corto cuando miras a tu alrededor y al frente y te encuentras con una magnífica estampa de la Alhambra con su tono rojizo, haciendo honor a su nombre, o con una silueta iluminada sobre la colina más propia de una ensoñación. Si a eso le unes la música y la intepretación de Sara Sae es para afirmar que el marco más que incomparable es inefable. Como inexplicables son las obras pictóricas de Jacinto García y José Antonio Muñoz y las esculturas de Yamal Din y Jorge Molina.
Lo mejor para comprobar todo esto es darse un paseo hasta el Carmen de la Victoria y disfrutar de todo cuanto decimos en cuanto al escenario y a la creación de estos cuatro artistas que estará en la recoleta sala de exposiciones de este precioso Carmen, propiedad de la Universidad de Granada, que hasta el 15 de septiembre se podrá visitar en horario de 19 a 21 horas.
Mucho antes de empezar en unos de los muchos rincones que esconde esta magnífica construcción que conjuga a las mil maravilla obra humana y vegetación, varias decenas de personas ocupaban todas las sillas disponibles. Saber que al regalo de la vista se iba a añadir otro regalo para el oído hacía que fuese suficiente atractivo para todos los que quisieran deleitar estos dos sentidos. Y así fue. Tras la bienvenida por parte de la directora de este singular espacio, Antonia Requena, y del comisario de la exposición José Miguel Reyes que dio unas breves pinceladas de los cuatro artistas.
Jacinto García (Íllora, 1954), discípulo de Morcillo fascinado por los paisajes y rincones de ambos lados del Mediterráneo. José Antonio Muñoz (Santa fe, 1966) pintor realista apasionado del paisaje que predetermina el formato de sus cuadros.
También los escultores Jorge Molina (Granada, 1952) que empezó en la metalistería y es capaz de ver y convertir en arte las piezas por otros desechadas y Yamal Din, (Tetuán, 1957) granadino por residencia desde que se asentó en la ciudad de la Alhambra allá por 1980 para realizar estudios de ingeniería técnica industrial pero que, según lo visto, le gustaba más la cerámica primero y ahora el hierro que además de arte convierte en obras comprometidas que pretenden llevar un mensaje a todo el que las contemple. Para ellos, está claro: «una obra sin alma no es Arte, será otra cosa». De sus obras, también con el lenguaje poético que le caracteriza, dio cumplida relación, Marijose Muñoz.