Por una parte, las demandas de mayor autonomía de los centros y libre elección de escuela vuelven de actualidad, con motivo del “revival” de los programas electorales de determinados partidos. En cierta medida, continúan dividiendo el espectro político: incrementar la libertad de elección o equilibrarla con otras medidas. Por otra, es oportuno contrastarlos con dos excelentes informes de la OCDE, que nuestros políticos, con visión de país, debieran tener presentes: una política de libre elección, si quiere (y debe) preservar una equidad, debe intervenir decididamente para contrarrestar los posibles efectos de segregación. Y, para los que no les preocupen la equidad, simplemente para desarrollar todos los talentos de los ciudadanos y su integración social.
El debate sobre autonomía, libertad de elección de las familias y equidad es, sin duda, un debate ideológico, en función valores e intereses particulares. Siendo de interés, en función de los argumentos manejados, quiero sustraerlo de este ámbito interminable y llevarlo al terreno de basado en los datos. El debate entre posiciones ideológicas enfrentadas, con sus diversos matices, más la aplicación a contextos diferenciales con efectos desiguales, no lleva a unas conclusiones relevantes. La OCDE (2019a), organización nada “izquierdista”, acaba de publicar el mes pasado un relevante informe (Balancing School Choice and Equity), que conviene recordar a las reiteradas demandas insaciables en España de una mayor libertad y autonomía en la elección de centro escolar, sin equilibrar dichas demandas con la equidad y el progreso del país. Está basado datos sobre lo que PISA nos dice acerca de equilibrar la elección de escuela y la equidad.
Por eso, este libro, basado en los datos del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) de la OCDE, puede contribuir a dar una perspectiva internacional, sustrayendo el debate del campo ideológico y describir de manera más objetiva (basada en datos), de modo comparativo entre países, las relaciones entre los programas de elección de escuela, la segregación escolar y el rendimiento de los estudiantes. A nivel general, la escolarización privada de 2000 a 2015 ha aumentado sólo en un número limitado de países; sin embargo, se incrementó el grado de elección de escuela, más allá de la zona de residencia. Una asignación geográfica estricta, basada, por ejemplo, en las zonas de captación, puede dar lugar a que las escuelas reproduzcan los patrones de segregación residencial e incluso reforzar la segregación residencial, ya que las familias socioeconómicamente bajas no pueden permitirse el lujo de ubicarse cerca de escuelas de alta calidad. Es preciso romper las barreras para una movilidad social y equidad en educación, como señala un segundo informe (OCDE, 2019b).
En la práctica, son los padres de clase media, con mayor nivel cultural y acomodados los que más aprovechan de la libertad de elección (tienen más capital decisorio para identificar y seleccionar las escuelas de mayor calidad, igual que previsión de futuro para sus hijos) o por la propia complejidad de conseguir la matriculación en estas escuelas. Por el incremento de demanda, son las escuelas las que eligen a los alumnos, más que las familias a la escuela de sus preferencias. Por eso, como dice el referido Informe de la OCDE, “las políticas favorecedoras de la libre elección de escuela pueden aumentar indirectamente la selectividad de las escuelas”.
Digámoslo claro: la libre elección de centro no existe en igualdad de condiciones (económicas, geográficas y culturales) para todos, es sólo para unos pocos (por tanto, no equitativa); más específicamente libertad de los centros con mayor demanda para elegir a los alumnos (y familias) preferidas. Cuando existe mayor libertad de elección, en realidad, se incrementa la proporción de escuelas con capacidad legal para fijar sus propios criterios y procedimientos de admisión de alumnos, constatado a nivel internacional ¿Qué libertad de elección tiene un agricultor en una pequeña ciudad, con unos hijos inteligentes, pero no pueden elegir más que la escuela pública o el IES en su pueblo? Por eso, para el bien del país, como muestran los datos de PISA que analiza la OCDE, la elección de las familias tiene que ser equilibrada, por el Gobierno, justamente para lo que es su obligación primera: asegurar el “derecho a la educación”, que no es a estas alturas, como ha mostrado en un excelente libro Linda Darling-Hammond, el derecho a la escolarización, sino el derecho a desarrollar el máximo de posibilidades en que sea capaz de alcanzar. Eso es equidad en educación, como señala al comienzo del sumario el libro de la OCDE (2019b) sobre el tema: “La equidad en la educación significa que las escuelas y los sistemas educativos ofrecen las mismas oportunidades de aprendizaje”. La Administración pública debiera estar para garantizarlo.
Por eso, causa extrañeza que, a estas alturas, al margen de lo que indica la OCDE, el actual Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio (El País en Madrid, 28/10/2019) afirme: “si los padres quieren concertada, habrá más concertada. Vamos a actuar en función de la demanda. Pondremos los instrumentos necesarios para que se siga cumpliendo eso de que el 93,7% de los madrileños estudian en su primera opción”. Actuar en función de la demanda, no solo sería expresión del neoliberalismo en educación, sino que desprecia que un país debe asegurar el desarrollo de los “talentos” de todos sus ciudadanos. En función de los datos comparativos de PISA, dice el Informe de la OCDE que “para evitar la competencia desleal entre las escuelas públicas y privadas, todos los proveedores financiados con fondos públicos deberían estar obligados a adherirse a las mismas normas sobre la matrícula y las políticas de admisión”. Es decir, las Administraciones públicas no solo están para garantizar el derecho de las familias a la educación y colegio que quieren para sus hijos, sino también intervenir decididamente para asegurar una equidad.
Si se leyeran los Informes citados de la OCDE se concluiría como hacen Andreas Schleicher y Pauline Givord, director y analista experto de PISA, esto significa para las políticas de elección de escuela que “cuanta más flexibilidad haya en un sistema escolar, más fuerte debe ser la política pública. Los sistemas exitosos basados en la elección han diseñado cuidadosamente controles y equilibrios que impiden que la elección conduzca a la inequidad y la segregación”. Si los padres y madres deben poder elegir el colegio para sus hijos, al tiempo que se debe favorecer la autonomía de las escuelas, las políticas públicas deben intervenir decididamente para equilibrar la equidad. En última instancia, la elección de escuela sólo generará los beneficios previstos cuando la elección sea real, relevante y significativa, cuando los padres puedan elegir un aspecto importante de la educación de sus hijos, como los enfoques pedagógicos utilizados para enseñarles. La elección de la escuela, en sí misma, no asegura ni socava la calidad de la educación. Lo que importa son las políticas inteligentes que maximizan los beneficios de la elección al mismo tiempo que minimizan los riesgos, y establecen un campo de juego nivelado para que todos los proveedores contribuyan al sistema escolar.
Según resultados que PISA confirma (OCDE, 2019b), la elección de centro escolar y agrupación diferenciada de alumnado, puede tener un impacto negativo tanto en la equidad como, en algunos casos, en el desempeño general de los sistemas educativos. Cuando no hay movilidad social, el código postal de un estudiante o de su escuela, se convierte en el mejor indicador de la calidad de la educación que adquieren los estudiantes. Por el bien del país, es preciso romper las barreras para la movilidad social: dar a todos los niños y niñas oportunidades equitativas para tener éxito y desarrollar al máximo sus capacidades. Por eso, como también señala Schleicher en el prefacio del libro: “lograr una mayor equidad en la educación no sólo es un imperativo de justicia social, sino también un medio para utilizar los recursos de manera más eficiente y aumentar la oferta de conocimientos y habilidades que están en la base del crecimiento económico de un país y promover la cohesión social. Y no menos importante, cómo tratamos a los más vulnerables muestra quiénes somos como sociedad” (p. 4).
Referencias
OCDE (2019). Balancing School Choice and Equity: An International Perspective Based on Pisa. Paris: OECD Publishing. https://doi.org/10.1787/2592c974-en.
OCDE (2019b). Equity in Education: Breaking Down Barriers to Social Mobility. Paris: OECD Publishing. https://doi.org/10.1787/9789264073234-en
Publicado en “Escuela”, núm. 4229 (7/10/2019)